Me quedé absorbiendo el momento con todas mis fuerzas para que jamás olvidara esto.
— ¿No crees que deberías volver a tu casa? —preguntó.
— ¿Y tú? —le pregunté también.
Él se encogió de hombros.— No lo sé, no creo que lo mío sea más importante que lo tuyo.
— Lo mío ni siquiera es importante, es un desastre.
— No creo que eso sea así —murmuró.
— Peter, no quiero hablar sobre eso. He salido de casa para alejarme de esa mierda, ¿Sabes? No quiero sufrir o hablar siquiera sobre eso en este lugar. Ya tengo a la Sra. Robinson para eso.
Él se quedó callado, pensando en mis respuestas. Pero cambié de tema rápidamente.
— ¿Cómo está Sebas? Extraño mucho a ese pequeño.
— Oh, hablando todo el tiempo de ti.
— ¿De verdad? —pregunté mirándolo, sin poder aguantar mi emoción y esconder mi sonrisa.
Él hizo una mueca, un poco molesto.
— ¿Qué? —pregunté confundida.
— Me estoy sintiendo molesto por eso.
— ¿Por… por qué? —tartamudeé preocupada y confundida.
— Porque me quiere quitar a la única persona que me hace olvidar de toda la mierda que nos está pasando. Y al parecer, a él también le ocurre lo mismo. Se olvida de sus pesadillas gracias a ti. A tu sonrisa, a tu amabilidad. Él te quiere como una hermana, como una mamá. Como parte de nuestra familia. Y yo también te quiero así, en parte —me miró y aguanté la respiración— Quiero que estés conmigo. Quiero estar contigo.
Sus ojos brillaron bajo la luz de la luna. Su cabello se dispersó en su rostro atractivo y eso comenzó a ponerme muy nerviosa. Sonreí indecisa, sin saber qué decir, pero rápidamente ese miedo se fue. Se esfumó con la brisa que alborotó nuestros cabellos.
Levanté mi mano, y con la palma toqué su mejilla. Él inclinó su cabeza, y apretó mi mano aún más a su rostro con la suya. Cerró sus ojos y comenzó a suspirar, como si hubiera estado esperando esa reacción hace mucho tiempo.
Jadeé sorprendida, cuando movió su rostro y su nariz tocando mi mano, besándola suavemente.
— Peter —susurré.
— Estoy roto —susurró.
Su rostro estaba lleno de sufrimiento, como si estuviera controlándose de algo. Como si se estuviera entregando y me mostrara lo que él sentía.
— Yo también.
Él abrió sus ojos, y me observó.
— ¿Y qué hacen dos personas rotas?
— Se arreglan —contesté acariciando su mejilla, sus labios, su frente, con mi pulgar.
— ¿Cómo se arreglan?
— Estando juntos.
— ¿Por qué?
— Porque dos personas rotas estando juntas, se pueden curar.
Y esas palabras fueron las últimas para impulsarnos más cerca. Su respiración se mezcló con la mía, con la brisa de la noche, con la luna contemplando y entornando nuestros cuerpos.
Sus labios estaban tibios, suaves. Probé esa sensación. No recordaba mucho la última vez que había besado a un chico. Pero esas sensaciones jamás las había sentido.
Este sí, era un beso real. Y no quería suavidad. Él me tocaba como si estuviera hecha de porcelana, y me besaba con amabilidad. Yo quería sentirlo más cerca, más fuerte.
Me acerqué más a él y me senté en su regazo. Él jadeó por mi reacción pero lo callé sellando mis labios con los suyos.Me abracé a su cuello y lo besé más fuerte y con desesperación.
Había deseado besarlo de esta forma desde que lo había visto. Pero lo había ocultado hasta de mí misma porque no esperaba algo así. No esperaba que me ocurriera tal cosa que me hiciera olvidar de toda la oscuridad en la que estaba pasando.
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El sol de mi tormenta© 《Laliter》✔
Novela Juvenil🌸El mejor tipo de personas son las que entran en tu vida y te hacen ver el sol donde alguna vez viste nubes🌸 Lali es una chica de diecisiete años que sufrió en un accidente trágico en un hospital. Ella y sus tres amigos, Eugenia, Ramiro y Melody i...