Peter salió con tres puntos en la parte frontera de su ceja izquierda, cuatro en una parte de la mandíbula llegando hasta su cuello, y dos en la barbilla. Los moretones crecieron en toda la parte de su cara pero se veía
más saludable que antes.Le sonreí como pude para reconfortarlo un poco. Él me devolvió la sonrisa un poco adolorido y le acaricié el brazo.
— ¿Estás mejor?
— Sí —asintió— ¿Dónde está Sebas?
— Ya van a traerlo. Dijeron que estaba muy herido, y me hicieron
muchas preguntas acusadoras. Quieren saber la verdad. Están
sorprendidos de los golpes que recibió Sebas. Quieren ayudarlo.Él cerró los ojos con dolor. Puse mi mano en su hombro. Sabía que esto se estaba yendo fuera de control.
Estaban lastimándolos. Las cosas no se podían quedar así.
— Peter, escúchame—le hablé mientras él tenía la cabeza gacha— Mírame, por favor.
Levantó su cabeza, y su mirada penetrante, sus ojos grises, su pelo castaño y revuelto me dio un vuelco tremendo en el corazón. Lo miré con sinceridad a los ojos. Él también, y me escuchó.
— No van a lastimar a Sebas nunca más. Esto se acabó. Fue el límite, la línea que se tenía que cruzar. Ahora, escucha, todo se termina, se terminó, se arreglará y saldrán de esto. Saldrán de esto porque los apoyaré, no los voy a dejar jamás. ¿Entiendes? Se terminó, para él, ya no habrá más dolor, va a estar mejor ¿Lo entiendes? Tienes que entenderlo.
Él asintió y llevé mis dos manos a cada lado de sus mejillas, y las
acaricié con mi dedo pulgar suavemente.— Las cosas van a cambiar desde hoy. No más gritos, no más insultos. No te puedo prometer una vida normal, pero sí una mejor. Te voy a ayudar
hasta en lo último, Peter. Te lo prometo. No voy a dejarlos solos. No así. ¿De acuerdo?Asintió rápidamente y estiró sus brazos para abrazarme. Me apretó contra él fuertemente. Sentirme cerca de él, apretada a él… se sentía bien, bien bien demasiado bien. Necesitaba su abrazo. Necesitaba estar cerca de él porque es lo que más quería ahora.
Me asusté, porque lo quería tanto que no quería soltarlo jamás. Y no lo hice. Tampoco él. Se quedó conmigo, apretando su cuerpo al mío como si fuera el último día del mundo.
Lo abracé por el cuello hasta que se nos acabó la respiración y sentimos dolor en las costillas.
Era como si tratáramos de
protegernos tanto, que nos dolía.— Gracias —susurró con voz ronca—Gracias por todo.
Negué con la cabeza. Mi garganta estaba seca. Mi voz no funcionaba. Nada salía de mis cuerdas vocales. Me olvidaba de cómo hablar. Me olvidaba de mi propio nombre. Sólo estaba en sus brazos y nada más.
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El sol de mi tormenta© 《Laliter》✔
Ficțiune adolescenți🌸El mejor tipo de personas son las que entran en tu vida y te hacen ver el sol donde alguna vez viste nubes🌸 Lali es una chica de diecisiete años que sufrió en un accidente trágico en un hospital. Ella y sus tres amigos, Eugenia, Ramiro y Melody i...