🌸Capítulo XXIX🌸

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Mamá estaba llamando a mi celular

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Mamá estaba llamando a mi celular. No conteste, subí a un taxi con Sebastián en mis brazos, sonriéndome tiernamente. Acaricié su cabecita lastimada suavemente, y le devolví la sonrisa.

— Todo va a estar bien —le susurré.

Peter estaba sentado junto a mí, gimiendo del dolor. Nos miró como pudo, con sus dos ojos entrecerrados por los golpes e hinchazón. Agarré de
su mano para que supiera que todo estaría bien. No había más nada que decir. El taxista nos miró confundido, pero mantuvo la boca cerrada. Tenía que ir rápidamente al hospital, eso es lo único que tenía que hacer.

Me imaginaba yo entrando al hospital otra vez. Sola, sin mis padres. Con un niño herido y tierno en mis brazos, y un chico totalmente golpeado a mi lado.

El hospital era mi peor enemigo. La cura para las personas que más me importaban ahora. Entramos a emergencias y trataron a Sebas con suavidad y ternura. Comenzaron curándole las heridas de las mejillas y haciéndole tres puntos en la parte posterior de su cabecita. Él sólo desapareció entre los pasillos blancos, con una camilla y las enfermeras a su alrededor.

Me volví para ver a Peter. Él no tenía ninguna expresión. Sólo estaba magullado, adolorido, sangrando.

— Peter, tienes que ir también. Estás sangrando mucho.

— No, Lali. No hace falta, sólo con que Sebas esté bien…

— No —le corté suavemente colocando mis dos manos en sus mejillas lentamente— Tienes que ir. Vas a estar mejor. Por favor.

Él se quedó mirando mi rostro por varios minutos, viendo mis ojos, sabiendo que le estaba diciendo la verdad. Que necesitaba esto.

— Está bien —concordó por fin.

Llamé a una enfermera que pasaba por allí, y se llevó a Peter para limpiarle y coserle las heridas. Me quedé sentada en un pasillo blanco que se me hacía bastante familiar. Me quedé sola, esperando. Esta vez no me atendían a mí. No, sólo había acompañado a Peter y Sebas para que no se quedaran con esas feas heridas.

Ahora me daba cuenta de la mierda que ellos estaban pasando. La respuesta del por qué se la pasaban tanto tiempo en la plaza como yo.

Lejos de casa. Para olvidar.
Me senté en uno de los asientos negros. A mi costado, había una
revista aburrida. La recogí y comencé a leer. Las cosas que decían allí eran estupideces, puras estupideces.

Hablaban sobre los famosos, sus privilegios y las cosas que ellos habían hecho y los escándalos que habían causado esta última semana. ¿Por qué no ponían sobre la pobreza que existía en este país? ¿Por qué no ponían las cosas verdaderas, páginas destinadas a ayudar a aquellos que no tienen ni siquiera un pedazo de pan para comer?

Había escritos de personas. De chicas ridículas que necesitaban consejos de otra persona ajena, en vez de tomar la decisión por ellas mismas. Hablaban de chicos… blah blah blah…

Hasta que una frase me llamó la atención.

Una chica llamada Melanie había puesto… “¿Qué es el amor?” Me
dio bronca. No podía creer que una persona pudiera preguntar tal cosa.

Quería decirle; No preguntes ¿Qué es el amor? porque eso diría que no amas a tu familia, a una persona, a tus mascotas... que no amas nada.

Porque el amor no es sólo el noviazgo. Puedes amar a un amigo, amor de amigos; querer tanto a una persona como si fuera tu propio hermano.
Puedes amar a tu mascota, a algún animal que aprecias demasiado. El amor está en todos lados. No en sólo una persona. No está solo en el noviazgo. El amor no se ve, se siente.

Mi celular sonó otra vez. 10 llamadas perdidas. Por fin atendí una, reuniendo coraje.

— Hola.

— ¡Lali! ¡Oh por dios! ¡Estaba tan asustada! ¿Por qué no atendiste ninguna de mis llamadas? Tu papá dijo que te habías ido, pero ya está
oscureciendo y no has vuelto a casa hasta ahora. Por favor, vuelve a casa. ¿Dónde estás?

Su voz desesperada a veces me exasperaba.

— Estoy en el hospital.

— ¿En el hospital?—preguntó fuertemente— ¿Por qué rayos estás en el hospital? ¿Qué has hecho ahora?

— No he hecho nada mamá. Acompañé a mis amigos al hospital porque estaban heridos. ¿Hay algo de malo en eso?

Ella se quedó en silencio. Lo único que se escuchaba era su respiración y la mía.

Su voz se escuchó más tranquila y suave.

—¿Qué les ocurrió?

— Su papá los golpeó. A un amiguito de Aleli y a su hermano mayor. Estaba borracho. Lo saqué de su casa y huimos al hospital. Estaban muy lastimados, era grave.

Ella quedó en silencio otra vez. Como si no se creyera lo que le estaba diciendo. Miré el suelo por varios minutos. Ni el más mínimo polvo había allí. Estaba todo perfectamente limpio. Estaba todo perfectamente ordenado y organizado como para pensar que aquí sufrían y agonizaban
personas. Morían.

— ¡Oh dios mío! —su típica réplica me despertó— ¡Pero qué horror! ¿Ellos se encuentran bien, Lali? ¿Los están atendiendo? ¡Pobrecitos!

— Sí, los están atendiendo y están bien. Llegué justo a tiempo.

— ¡Pero mira si el hombre era violento contigo también! ¡Tienes que tener más cuidado!

— No me pasó nada, ¿de acuerdo? Estoy bien, están bien. No exageres más las cosas. Está todo bien.

— ¡Pero qué va a pasar con ellos cuando vuelvan a su casa! ¡El padre va a volver a golpearlos! ¿No se pueden quedar con otro familiar?

— No lo sé mamá —respondí con cansancio— Veré que hacemos por último. Ellos no están conmigo ahora, cuando vuelvan les preguntaré y veré qué hago.

— Está bien —dijo con más tranquilidad— Sólo… si ellos… si ellos no tienen a dónde más ir, tráelos a casa por unos días. No creo que sea de gran inconveniente. No podemos dejar que esos chicos sufran de violencia sin razón alguna.

Oh mamá. Al fin has dicho algo que estoy totalmente de acuerdo.

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El sol de mi tormenta© 《Laliter》✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora