Me puse mis botas negras que me hacían sentir más segura y salí por la puerta. Mamá estaba durmiendo su siesta. Le avisé a papá que saldría y él solo asintió detrás de su diario de política.
Aleli estaba en la casa de una
de sus amigas así que no esperé más y salí de casa.Caminé tranquilamente por las calles, pensar en Peter hacia que me tranquilizaba y hasta me hacía sentir más segura de lo normal.
Iba a ir a verlo. No podía esperar más. Me costó bastante seguir sus pasos y saber dónde estaba su casa.
No quería darle una gran sorpresa, ni me quería entrometer en su vida pero necesitaba estar con él y decirle muchas cosas.
En realidad, Sebas me había ayudado bastante con la dirección de domicilio. Me sorprendí que supiera sobre eso.
Ya estaba frente a su puerta. Me quedé moviendo mis piernas
nerviosamente. Toqué las tiras de mi mochila una y otra vez. Di varios pasos atrás, hacia adelante, el silencio me inundó y observé alrededor de su casa. Las otras casas estaban demasiado silenciosas, y me pareció ver a alguien asomarse por una de las ventanas.Me quedé confundida. Es como si esas casas, todas las miradas estuvieran puestas en la casa de Peter y en mí. Toqué el timbre y esperé pacientemente. No sonó ningún ruido. Tal vez el timbre está roto.
Me removí. Acerqué mi puño para golpear la madera de la puerta blanca y antes de tocarla, un ruido me paralizó por completo.
Parecía como si una silla se hubiera estrellado contra algo y se escucharon varios crujidos. Había gemidos, lloriqueos ahogados. Mi corazón comenzó a latir fuertemente. No sabía si era por el coraje o por el miedo. No me pude mover.
Ahora se escuchó un grito. Un grito fuerte, ronco y raspado. Las
palabras estaban medio distorsionadas, como si la persona que gritara no pudiera articular correctamente cada palabra. Ese no era Peter. No era Sebas.Ahora sentí más miradas clavadas en mí, porque mi piel se erizó y sentí un cosquilleo en el cuello. Pero no miré atrás. Me asomé por la ventana, y lo vi todo.
— ¡No sirves de nada! —gritó un hombre grande, gordo y con la cara toda roja. Se balanceaba de un lado a otro como si no pudiera
mantenerse de pie por sí solo.Sebas estaba frente a él. Le pegó una fuerte cachetada, haciéndolo caer fuertemente al suelo. Lloró, pero silenciosamente. Sus hombros se movían frenéticamente, en medio de los sollozos. Ahogué un grito y me tapé la boca rápidamente.
Peter apareció. Parecía más alto de lo que pensaba. Tenía la misma altura que su padre. Salió de una habitación a oscuras y se acercó a ellos.
Él susurró algo inaudible, que no logré entender con seguridad. Se puso delante de Sebas como si estuviera protegiéndolo.
— ¡Pero qué mierdas dices! ¡Es un niño bien jodido! ¡Bien inservible e inútil!
Él susurró un chiste y algo más que tampoco pude entender.
— ¡Tú también!
¡Paf! Le pegó en el rostro y él cayó también. Intentó levantarse
rápidamente del suelo pero el hombre no se lo permitió. Comenzó a patearlo, golpearle en el rostro sin detenerse, y la sangre manchó la mano del hombre y la del rostro de Peter. Lo estaba lastimando demasiado.Sebas gritó desesperadamente, intentando alejar al hombre de Peter, pero lo empujó contra una pared y su cabecita chocó con fuerza, impactando en el suelo.
Corrí otra vez hacia la puerta y la golpeé rápidamente. Mi corazón
estaba más acelerado de lo normal. Como si estuviera tratando de escapar de una horda de zombies. No sabía bien lo que estaba por hacer ahora mismo, pero no me iba a quedar mirando cómo golpeaban así a Peter y a Sebas.Los gritos cesaron. Los golpes también. Los lloriqueos, incluso. Como si intentaran no hacer ningún ruido para que la persona detrás de la puerta, que era yo, no se enterara de nada.
Golpeé otra vez, y la puerta se abrió.
Ahí estaba ese hombre. Su color corporal había disminuido. Ahora
tenía la piel un poco más blanca, pero sus ojos estaban inyectados en sangre. Me miró con el ceño fruncido, preguntándose si me conocía.Sonreí, mis labios temblaron por eso, porque era mentira. Lo único que quería hacerle era golpearle en el rostro a ese hombre pero tenía que sacarlo de aquí cuanto antes. Escondí mis manos detrás de mí para evitar impulsos.
— Hola señor, ¿Cómo está usted?
Traté de hacer mi voz lo más agradable posible.
— ¿Quién eres? —preguntó rascándose la cabeza, notablemente confundido. Las gotas de sangre cayeron de sus manos hasta el suelo
salpicándolo. Él la ocultó rápidamente e hice como si no hubiera notado ese detalle.— Soy Lali, una vecina de usted. Mi casa está en esa esquina— señalé con mis dedos temblando.
Él ni siquiera miró hacia esa dirección.
— ¿Y qué haces aquí?
— Oh no, sólo vine a decirle que mis padres encontraron su auto en un lugar mal estacionado. Mi padre es policía, y como usted debe de ser un hombre muy ocupado dedujo que fue sólo por un error. Lo dejó esperando en la comisaría cerca del Colegio frente a la plaza. Si pasan dos horas más, creo que tendrá una mala y alta infracción. No queremos que ocurra eso —sonreí en forma de disculpa.
¡No quería disculparme! Quería golpearle en ese podrido rostro que tenía.
— ¡Pero cómo! Si he dejado mi auto estacionado cerca de la plaza, y allí decía…
¡Acerté!
— Se ha equivocado, por eso vengo a avisarle de buena forma para que usted no tenga que lidiar con una infracción tan alta como esa. Espero que no le moleste.
— Claro que no —contestó agarrándose de la puerta un tanto
confundido— Creo que me iré en este momento, no quiero perder a mi único auto ahora. Gracias niña.— No hay de qué, señor —sonreí como pude.
Él caminó hacia afuera, sin saludar, sin voltear, sin más. Desapareció pasando la esquina, tambaleándose como un maldito borracho.
Me di la vuelta y entré a la casa corriendo rápidamente. Me tiré al
suelo junto a Sebas, agarrándolo entre brazos. Me acerqué a Peter y le acaricié la mejilla suavemente, con la mano libre.— Por Dios —susurré viendo su rostro completamente magullado.
—Lali —masculló y tosió sangre— ¿Qué haces aquí? ¿Por qué hiciste eso?
— Shh —lo callé rápidamente—Nos vamos al hospital. Ahora mismo.
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El sol de mi tormenta© 《Laliter》✔
Novela Juvenil🌸El mejor tipo de personas son las que entran en tu vida y te hacen ver el sol donde alguna vez viste nubes🌸 Lali es una chica de diecisiete años que sufrió en un accidente trágico en un hospital. Ella y sus tres amigos, Eugenia, Ramiro y Melody i...