“Dos personas dañadas, siempre se sabrán cuidar mutuamente; ellos no le desearan ese sufrimiento a nadie”.
Cuando me levanté, no sentí nada de sueño. Me sentía renovada.
Me sentía feliz. No tenía ese nudo horrible en la garganta que no me permitía hablar. Estaba sonriendo. Sonriendo como nunca.
Peter estaba a mi lado. Estaba súper dormido, con la boca abierta babeando la almohada. Su pelo estaba todo revuelto. Se veía muy… sexy.
Me alejé de él con cuidado. Miré el reloj a mi costado. Las ocho de la mañana.
Bajé las escaleras rápidamente y corrí hacia la cocina. Había un delicioso olor a panqueques. Mamá estaba despierta. Abrí la puerta con todas mis fuerzas.
— Oh, Lali, me preguntaba dónde estabas, cuando desperté nadie dormía en el sofá, ¿En donde durmie…?
No la dejé hablar. La abracé con todas mis fuerzas. Ella se quedó en silencio, en estado de shock. Acaricié su espalda con cariño. Acaricié su cabello. Todo lo que ella había sufrido por mi culpa…
— Te amo, mamá—le dije.
— Lali…
La puerta se abrió otra vez. Papá estaba con el ceño fruncido, quejándose sobre las nuevas notas que habían puesto sobre política en su
diario favorito. Me separé de mamá y corrí a abrazarlo a él.— Oh papá —le dije con lágrimas en mis ojos— Te amo tanto. No sabes cuánto te extrañé.
Papá se quedó quieto. Miré su rostro. Estaba tratando de controlar
sus emociones. Me miraba con confusión, mezclada con felicidad y curiosidad. Miré a mamá también, y ella estaba igual que él. Me fui de allí
sin más, corrí hacia arriba, hacia la habitación de Aleli.Abrí la puerta de golpe, y ellos saltaron de la cama. Estaban durmiendo profundamente hasta que yo llegué. Me tiré encima de Aleli, aplastándola apropósito. Ella se quejó, y trató de sacarme de encima.
— ¡Lali, qué es lo que te pasa!—se quejó.
Besé su mejilla y la destapé por completo, haciéndole cosquillas por
todas partes. Ella comenzó a gritar y a reír a carcajadas. Comenzó a llorar
de la risa, y no pude evitar reírme también. Sebas se levantó de la cama
de abajo, y nos miró confundido. Se frotó los ojos con intensidad, su cara
adormilada era muy cómica.— ¿Qué ocurre?
— ¡Tú también! —le dije y corrí hacia él, agarrándolo y tirándolo al colchón.
Imité gritos de zombie y le hice cosquillas también. Él reía muchísimo. Trataba de no tocarle las heridas que tenía de ayer. Besé sus mejillas y lloró de la risa también. Aleli comenzó a tirarme los peluches con los que dormía por todos lados.
— ¡Aléjate, zombie malo! ¡No permitiré que te comas a Sebas!
Continué jugando con ellos hasta que no pude más. El dolor en mi estómago por reírme sin parar era insoportable. Ellos también terminaron cansados al igual que yo, y no tardaron en volverse a dormir.
Subí hasta mi habitación. Peter estaba despierto. Tenía su celular pegado en su oído. Él asentía, hablaba tranquilamente y a veces sonreía con mucha felicidad. Me pregunté con quién estaría hablando.
Acercándome sigilosamente, esperé a que finalizara su llamada. Él pasó sus manos por sus piernas, por su cabello, por su cuello. No sabía que yo estaba allí.
— Peter.
Él dio un salto. La cama se movió y lancé una pequeña carcajada.
Sus ojos estaban brillando, y cuando me miró, brillaron aún más.— Qué hermosa sonrisa. Tu risa parece un cántico celestial.
— ¿Qué pasó? —le contesté un poco sonrojada.
Él sonrió y palmeó la cama a su lado. Me senté junto a él. Pasó su brazo por mi hombro, y con su dedo pulgar acarició suavemente mi brazo derecho.
— La comisaría… llamó.
— ¿Qué? —dije preocupada.
— Sí. Dijo que… encontraron a papá tirado bajo a un puente. Está muy grave desde anoche, por la cantidad de alcohol y droga en su sangre. Pero se está recuperando. Casi queda e n estado de coma, pero… es fuerte.
— Por Dios… lo… lo siento tanto, Peter.
Él me miró para ver mi expresión. No tenía lástima ni compasión.
Sólo… estaba seria. No podía sentir lástima por aquel hombre que los había golpeado brutalmente. Pero no era por él. Era por Peter. Él sabía que tenía mi apoyo. No mi lástima. No mi compasión. Sólo mi entendimiento.
— Y alguien denunció. No lo sé… fue una denuncia anónima. Denuncia de violencia infantil… de consumir drogas ilegalmente… y otras cosas que no me acuerdo.
— ¿De… de verdad?
— Sí —respondió con una sonrisa tranquilizadora— Todo se terminó,
Lali. La tormenta se fue. Llegaste para ayudarme, ¿Sabes?— No —negué con la cabeza— Tú llegaste para ayudarme.
Me miró a los ojos, a los labios. Sonrió.
— Me liberé de él. Tengo diecinueve años. Puedo encargarme de Sebas ahora. Toda la mierda ya no existe más para él. Todo se terminó. Y fue… todo gracias a ti.
Apoyé mi cabeza en su hombro.
— También fue gracias a ti.
Peter también tenía una tormenta. Yo también. Lo único que necesitábamos era un sol. Un sol grande que ilumine toda nuestra vida. Él era mi sol.
Me di cuenta de que yo también era su sol. No éramos lluvia. Éramos el sol. Un sol. Los dos formábamos uno solo…
El verdadero sol. Nosotros éramos el sol, pero no nos habíamos dado cuenta de ello hasta que nos unimos.
Él era el sol de mi tormenta.
Y yo era el sol de su tormenta.
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El sol de mi tormenta© 《Laliter》✔
Novela Juvenil🌸El mejor tipo de personas son las que entran en tu vida y te hacen ver el sol donde alguna vez viste nubes🌸 Lali es una chica de diecisiete años que sufrió en un accidente trágico en un hospital. Ella y sus tres amigos, Eugenia, Ramiro y Melody i...