42 | La oportunidad de perderla

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—La expulsaron —informó Ashton a Josh, hundidas las manos en los bolsillos de sus jeans grises—. Ayer la pillaron vendiendo droga en los servicios de chicas. ¿Qué te apuestas a que su novio se dará a la fuga si la detienen?

Josh no contestó. En el fondo, sentía lástima por ella.

Cuando llegó a casa del instituto, encontró a su madre en la cocina, que lo saludó con un beso en la frente y le preguntó si quería fruta cortada, igual que el pequeño Joe. Parecía feliz, porque ya solo faltaba un mes y medio para que su padre regresara del despliegue.

Pero Josh negó suavemente.

—Ashton me preguntó si podía venir a cenar y le dije que sí —explicó—. Su padre ha salido de viaje otra vez.

Y su madre se cruzó de brazos.

—¿Entonces pedimos pizza esta noche?

Josh abrió la boca, pero no contestó al instante. Estaba tratando de ignorar la voz en su cabeza que gritaba una y otra vez "eso no entra en tu plan alimenticio."

Pero tenía permiso de comer lo que quisiera, sin importar qué día era o con quién comía. Ashton no lo juzgaría: comería lo mismo que él.

—Sí, está bien.

Después de ducharse, bajó a abrir la puerta y recibir a Ashton. Ya no pasaba tanto tiempo en el baño como antes porque detestaba ver su reflejo. No tenía el abdomen que quería, ni se veían sus costillas. De hecho, la ropa interior apretaba su cadera y sobresalía la carne.

—¿Ya has echado la solicitud? —le preguntó Ashton, que ya había empezado su tercera rebanada mientras el pequeño Joe, entre ellos, continuaba con la primera.

—Liz se va a Minneapolis —comentó Josh.

—¿Eso significa que tú también?

Josh negó.

—Tengo que hablar con mi padre primero.

—Ah.

Ashton agarró su vaso frío de metal, ese con tapadera, en el que Josh sabía perfectamente que no había agua sino ginebra, y le dio un trago rápido.

Luego repitió que la universidad de Wisconsin lo aceptaría sin problema.

—Y puedo ayudarte a pagar la carrera.

—Quieres que me vaya contigo, ¿verdad?

Ashton no dijo nada.

Bajó la vista a sus dedos, que sostenían el trozo de pizza, y Josh se rio sin querer.

—Ash, no finjas que me vas a extrañar. Ni siquiera te acordarás de mí allí. Harás otros amigos y...

—Me acordaré de las idioteces que dices —replicó Ashton—. Moriré de asco estudiando Económicas en un lugar que no conozco, sin amigos. Yo quiero pilotar, pero...

—Pues hazlo.

—¿Cómo, tonto? No soy inteligente. Solo soy bueno en el deporte porque no hay que usar el cerebro.

Josh hizo una mueca. Veía la frustración en el rostro de Ashton, que detestaba estudiar con todo el alma. De manera que se inclinó sobre la mesa y le palmeó un hombro.

—Eres inteligente para las cosas que te importan.

De mala gana, Ashton chistó para quitarse la mano de Josh del hombro.

—¿Cuándo ibas a decirme que hay algo entre tú y Liz?

Josh estuvo a punto de atragantarse, porque no esperaba que sacara el tema delante de su hermano, que se giró de inmediato a él, tratando de no reírse. Y Josh le dio un codazo de amenaza para que se callara.

Obsessions (Las obsesiones de Josh)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora