[003]; Yuta.

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—¡Aish! No otra vez, no— dije cuando la ví alejarse

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—¡Aish! No otra vez, no— dije cuando la ví alejarse.

Llevaba jugando fútbol toda la tarde, es mi deporte favorito. La pelota volvió a irse lejos y siempre lejos de donde yo jugaba, sola, pues amigos no tenía.

—Maldita pelota— la maldije silenciosamente.

—___, hija, entra que ya es tarde y la cena está lista. —gritó mi mamá desde el portón de la casa.

—Pero mamá, mi pelot-

—Entra y no me des peros.

A regaña dientes me devolví a mi casa esperando que mi pelota apareciera ahí mañana. Esa misma noche recé para que no se la hayan robado.

|☘|

Lo primero que hice en la mañana fue buscar la pelota y para mi mala suerte, ya no estaba.

Me senté triste por la desaparición de mi pelota. Sí, se que era un simple cuerpo redondo de cuero y tela, pero para mí significaba más que eso.

Pasaron unos minutos hasta que un sonido me atrajo por el mismo callejón por donde había desaparecido la misma. Estaba algo oscuro, causa de la sombra de los edificios en medio y una gran nube gris. Definitivamente iba a llover.

—¿Quién está ahí?— pregunté con algo de curiosidad y temor.

Puse mis ojos achinados para poder ver un poco mejor, pero aún así la visión seguía igual. Lo único que podía distinguir era un cuerpo de un chico, más o menos de mi misma edad y podía medir alrededor de 1.75cm.

—Te pregunté algo, resp-

—Esta es tu pelota, ¿O me equivoco? —dijo saliendo hacia la luz, finalmente.

Era alto, lindos ojos, cabello castaño y despeinado a tal punto que llegaba a verse muy guapo, además tenía un buen físico.

—Sí, es mi pelota. ¿Por qué la tienes tú?

—Te he visto jugar fútbol varias veces en este callejón, ahora que por fin podemos conocernos, bueno, que puedes conocerme, quisiera que jugaras conmigo— dijo mostrándose por completo en la luz.

—Ni siquiera sé quien eres, ¿Cómo podría jugar contigo?

—Mi nombre es Nakomoto Yuta, vivo en la otra esquina de tu casa— habló en su presentación.

—Eso no dice nada. Igual podrías seguir siendo un violador o un secuestrador.

—Llevo mucho tiempo esperando a este preciso momento. Siempre he querido jugar con alguien, pero no tengo con quien.

—¿No tienes hermanos o hermanas?

—Tengo dos hermanas, soy el de en medio, pero a ninguna le gusta jugar fútbol— expresó ahora con su cabeza gacha—. Juega conmigo, por favor.

Cuando levantó su cabeza, en su rostro pude notar algo de tristeza, se veía que le dolían esas palabras. No lo conocía así que tampoco podía juzgarlo. Apreté mis labios fuertemente antes de decir mi respuesta.

—Está bien. Pero tienes una condición.

—Claro, la que sea. —Su semblante cambió a uno de felicidad, mostrándome una linda sonrisa.

—Debemos conocernos más, tienes que tener una amiga que le guste el fútbol. Y si no la tienes, ahora me tienes a mí. ¿Bien?

—Por supuesto, aunque aún no sé cómo te llamas.

—Oh, claro me llamo Hana ___— dije presentándome ahora.

—Bueno, es un placer conocerte, ___.

—El placer es mío, Yuta.

La tarde comenzó muy bien, pasamos entre muchas risas y burlas. Por un momento dejamos atrás lo que estábamos haciendo y nos concentramos en conocer a fondo. Me enteré de muchas cosas sobre él, definitivamente es una persona buena.

Todo estaba muy bien, hasta que comenzó a llover.

—Debo volver, ¿Están tus padres, Yuta?

—No hay nadie en mi casa, ¿Puedo quedarme en la tuya mientras tanto?

—Claro, pero corre que nos mojamos.

|☘|

—Yuta, cariño, ¿Estás listo?

—Sí, ya lo estoy.

Y han pasado ya seis años desde que Yuta y yo nos conocimos, ahora tenemos 1 año de estar felizmente casados. Yuta se convirtió en entrenador de un grupo de niños y yo me convertí en entrenadora de un grupo femenino de niñas, aquí mismo, en Japón.

Llevamos vidas completamente normales, muy felices. Lo que comenzó siendo para mí un “robo de pelota” terminó en mi matrimonio, con la persona que más amo.

—¿Qué me miras tanto, Yuta?

—Sólo te observo. Estoy tan feliz de nuestra relación. De lo que tenemos hasta hoy y lo que tendremos más adelante, que va a ser mucho. Porque yo te amo demasiado, ___.

—¡Ay Yuta! Yo también te amo demasiado. Te agradezco por tanto, pero en especial te agradezco más por haber robado mi pelota hace seis años. Te amo.

Terminamos juntándonos en un caluroso beso, de esos que amo.

Somos una pareja feliz.

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