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[017]; Chenle.

—¿Otra vez, tú aquí? —dijo Jeno entrando a su cuarto. —¿De nuevo pelearon?

—Déjame, Jeno—dije y me volví a cobijar con la sábana de delfín con la que duermo.

—¿Cómo quieres que te deje? —dijo el quitando la cobija de mi cara. —Muy rara vez ustedes dos pelean y no se hablan, así que déjame adivinar...

—¡Aish! No empieces, ¿Quieres? Déjame dormir en paz.

—¿Fueron tus celos por Taemin otra vez?

—¿Acaso es mi culpa que mis celos ataquen cada que el se acerca a abrazarla? —dije ya un poco irritado.

—No, sólo debes aprender a controlarlos. Cuéntame.

—Ayer, después de la práctica de la práctica de hoy, íbamos saliendo a tomar un helado cuando Timin, Tamin, bueno, como se llame, llegó la abrazó y le comenzó a coquetear.

—En primera, se llama Taemin. Segundo, tienes que dejar de exagerar las cosas, sabes muy bien que él tiene novia. ¿Ella está enojada?

—¿Tú que crees? Le dije que viniera hoy para arreglar las cosas y me dijo que ya tenía planes con sus “amigos” —dije formando comillas con los dedos. —¿Tienes la más mínima idea de como me pone eso?

—Necesitas terapia, Zhong.

—¡No! La necesito a ella.

—Entonces ve y discúlpate, fuiste tú el que tuvo su arranque de c... —le corté a media oración.

—Pero es que no puedo, Jeno. Fue... No. Es muy estúpido últimamente, mis celos son algo que no controlo y lo sabes.

—Yo sé, Chenle. Todos nos equivocamos, es cosa de humanos. Como tú eres un delfín, no te menosprecies.

Yo achiné mis ojos y lo observé mal.

—Vamos. —dijo él.

—¿A dónde? No quiero salir.

—Sólo apresúrate. No me hagas cambiar de opinión.

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—¿Qué hacemos aquí? —dije cuando el auto de Jeno se parqueaba en el estacionamiento del edificio donde ___ vive. —Me has engañado y aparte me has traído para hacer el ridículo.

—No, te traje para que dejes de hacerlo. Créeme, cuando ella te va a perdonar, te ama demasiado para no hacerlo. ¿Y tú también, no es así?

—Sí, pero...

—No te suavices, tú puedes hacerlo.

Los dos nos bajamos del auto y nos adentramos en el edificio. Mi corazón latía a mil por hora, estaba tan nervioso como la primera vez que salimos. Si no hubiese sido por mis estúpidos celos, no tendría que hacer esto.

Una vez frente a la puerta, estaba entre tocar, y salir corriendo conmigo, pero tengo los mejores amigos que toman la iniciativa de hacerlo por mi cuando ya han leído mi mente. Al poco tiempo abrieron la puerta.

Su mirada se concentró en mí, primero y luego hundió sus ojos en Jeno, quien se encontraba contemplando la escena tan incómodo.

—No me mires así, él me obligó a venir. —dije rompiendo el hielo, señalando a Jeno.

—Pasen. No se queden ahí parados.

—Bueno, yo me voy. Arreglense, por favor. Paso por Chenle más al rato.

Lo miré indignado, él me dijo que iba a quedarse conmigo.

—Se cuidan —dijo con los ojos achinados.

Mientras Jeno desaparecía yo entré junto con ___ a su casa. Se veía tan diferente a cuando estuve aquí la última vez, había extrañado estar a solas con ella.

—¿Quieres algo, café, agua o un té?

—Café, estaría bien, por favor.

Ella se fue a preparar la bebida y yo me acerqué hasta la cocina, para sentarme en la mesa. Estaba desarreglada, podía notar que había estado llorando, por sus ojos cansados, y no había dormido.

—Aquí tienes.

—Gracias. —dije mientras daba sorbos. —Está rico.

—¿Qué haces aquí, Chenle?

—Yo vine a... —dije observando la taza, pensando las palabras correctas para decir. —vine a pedirte una disculpa. Fuí un estúpido, ___. No debí actuar de esa manera, mis estúpidos celos siempre arruinan todo, nunca quise hablarte así, ni mucho menos lastimarte, perdóname. Te he extrañado mucho, me hace mucha falta abrazarte y... besarte. —aclaré mientras ella soltaba unas risitas.

—Cariño, te perdono. Te amo, bobo. Entiendo que te den celos. ¿Crees que a mí tampoco me dan celos cuando vas a fanmeetings o a otra firmas, las otra chicas te observan demasiado, diría yo y eso... eso me mata. Todos tenemos defectos.

—¿Entonces me perdonas? —dije observándola con cierto brillo en los ojos.

—Sí, cariño, te perdono.

—Gracias ___, eres la mejor. Te amo demasiado. —dije y la abracé.

—Yo también te amo delfín. —dijo y se separó para acercarse a mí.

—Extrañé hacer esto, ¿Podemos quedarnos un rato más así? —pregunté acercándola más a mí, para sentir su olor y su calor.

—Todo lo que quieras. —respondió dulcemente.

Resultó mejor de lo que esperaba.