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[023]; Jeno.

Era tan ofensivo, el simple hecho de pasar por el pasillo donde te sientas siempre con tus amigos e intentas jugar de malo, cuando realmente tú y yo sabemos que eso es tan incierto, ¿Por qué lo ocultas? ¿Tan grave es que sepan lo dulce que eres? No debes de ser así, deberías mostrar más a menudo lo que realmente eres, tú verdadero yo... Aunque les duela.

—¡Hey ____! —escucho a  mejor amigo Jisung detrás de mí. Por consiguiente se sienta al lado mío.

—Hola Sung. ¿Cómo estás? —le observo una vez que está a mi lado.

—Estoy muy feliz hoy, Chenle dijo que sí podía ir conmigo a ver una película.

—¿Enserio? —el asintió. —Me siento feliz por ti, Sung. 

—¿Y tú como vas con... Ya sabes?

—Bueno, volvió a llamarme. Él estaba realmente muy mal y no podía dejarlo solo, soy la única persona en la que el confía.

—Sabes que no es cierto. Jeno tiene a sus amigos, sólo quiere molestarte. De seguro todo es una apuesta.

Nunca había visto ese lado de Jisung, parecía algo celoso y furioso. Lo conozco desde el kinder y él siempre ha sido una persona muy tranquila, excepto porque es un niño de cinco años atrapado en un cuerpo de un chico prodigio de dieciocho que mide 1.80. 

A lo lejos observaba como Jeno y sus amigos llegaban hasta donde estaba yo, la cafetería. Obviamente las chicas no tardaron llegar y rodearlos en un círculo. Yo, mientras observaba como ellos intentaban salir de ahí y buscar una mesa para sentarse, y claro, no había ninguna, más que la que se encontraba frente a Jisung y yo.

Tranquilamente se sentaron en la mesa, quedando exactamente observando hacia nuestra dirección, esos iban a ser los minutos más incómodos del día. Jeno me sorprendió mientras lo observaba, ya que me sonrió de manera dulce, así como las noches en las que me llamaba en medio de un llanto y yo sin pensarlo, lo auxiliaba. ¿Por qué ere así?

—Recoge tus babas. —me dijo burlándose Jisung.

—Yo no te digo nada cuando Chenle está cerca. Déjame.

—Cómo quieras.

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No podía dormir y era por la misma razón. El mismo pensamiento y la misma maldita pregunta. ¿Por qué Jeno es así? Primero me dice que él lo intenta, quiere cambiar pero luego lo veo en el instituto como si nada hubiese pasado. Algo andaba mal, o me estaba mintiendo, o simplemente lo intenta pero sus  "amigos" no lo dejan. Nuevamente su llamada me despertó y me hizo correr hasta él.

—Estoy aquí, Jeno. —le dije acercándome a su cama, donde estaba con sus piernas recogidas. —Tranquilo.

—Lo siento, perdóname. —decía en medio de lágrimas. —Soy un estúpido, perdóname por favor.

—Jeno. —dije tomándolo por las mejillas. —No eres ningún estúpido.

—Sí lo soy. Te he dicho que ya no ocultaré mi verdadero yo, pero siempre es lo mismo.

—Jeno...

—No me digas nada. Soy un imbécil, estoy a punto de perderte por mis estupideces de siempre, no mereces estar aquí.

No estaba para nada segura de lo que estaba por hacer, pero creí que sería la mejor opción de que entendería lo importante que es para mí. Y fue cuando me desperté, lo estaba besando y él me estaba correspondiendo.

—Perdóname. —dijo cuando juntamos nuestras frentes. —Esta vez lo haré, por ti.

—Jeno no...

—Es mi palabra.

Estuve en su cuarto, en su cama, estaba aferrado a mí, se había dormido mientras lloraba y me decía lo mismo. Claramente yo tenía toda la fe de que él cambiara, era muy injusto para él continuar mostrando un rostro que no es el suyo.

Iba a levantarme para irme, cuando él tomó mi brazo.

—No te vayas. —dijo en un hilo de voz. —No me dejes solo. —esa había sido la primera vez en que lo ví de esa manera.

Me recosté a su lado, donde el me había guardado un campo, me acobijé y al instante pasó su brazo por mi cintura y me atrajo hacia él, yo por instinto me puse de lado, quedando frente a frente.

—Descansa, Jeno. —le dije posando mis manos sobre su mejilla.

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Jeno cumplió su promesa, cambió. Y con ello sus emociones, ahora felizmente cumplimos un año de noviazgo.

—Me encanta venir aquí. —dijo sentándose a mi lado. —Me recuerda la vez que te conocí.

—¿Fue aquí? —dije jugando, obviamente lo recordaría.

—Sí, ¿No lo recuerdas? Me ofendes.

—¡Oye! —dije. —Bueno, es casi la hora. La puesta del sol, en mi ligar favorito, con mi persona favorita.

—Te amo, ___.

—Te amo, Jeno.