Amapola

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¿Cómo debía decir que se sentía en el peor de los abismos? ¿Qué palabras utilizaría y cómo las diría sin romper en llanto?

Park Jimin estaba perdido.

— ¿Señora Park?

El doctor salió del cuarto y ambos presentes se incorporaron en unos segundos, expectantes por las palabras de dicho hombre.

— Sí, dígame—. La voz de la mujer sonaba temblorosa y a punto de quebrantarse.

— El estado actual no es muy bueno, no podemos prometerle una mejoría. Lo lamento mucho.

Jimin abrazó a su madre a penas finalizó de escuchar al hombre. Él debía cuidarla más que nunca. La calidez de su hijo consiguió que no pudiera mantener su firmeza durante un tiempo prolongado, así destrozándose en sus brazos.

El día era obscuro y sombrío para su familia. No quería ver a nadie, no tenía idea de qué hacer, sólo atinó a encerrarse en su mundo sin querer salir de allí, y sabía que su madre no estaba mejor. Ella salió de la casa con la excusa de que iría a dar un paseo para despejarse. Jimin no objetó nada, sabía que lo necesitaba.

La conocida melodía de Ed Sheeran, Perfect, comenzó a sonar en su celular, así advirtiendo una llamada. Tomó desganado su teléfono y atendió sin fijarse quién era el remitente, no obstante, no era necesario, porque él tenía un tono específico para cada persona.

¿Cariño? ¿Estás bien? Mi lobo me decía que algo no andaba bien, por ello decidí llamarte.

La conexión que Jungkook tenía con su novio era increíble. Varias veces tenían presentimientos que no se equivocaban sobre el estado del otro. La preocupación del mayor no era para menos, él mismo se sentía deprimido sin entender el por qué. A pesar de no poseer una marca, eran bastante unidos en todo el sentido de la palabra.

— Todo está más que excelente, cielo.

Mentira, se oía perfectamente como la voz de Jimin estaba más apagada, desanimada, entristecida. Esto no había sido pasado por alto por Jeon y muchísimo menos por su lobo, quien se quejaba y lo inquietaba.

¿Estás seguro?

Su pregunta fue esa, sin embargo, guardaba un: "No puedes engañarme, sé que algo anda mal". Extrañamente no había notado nada cuando lo vió hace tres días atrás.

— E-estoy más que seguro que... me encuentro bien.

Se instaló un silencio sepulcral en la llamada de la pareja durante unos cinco minutos. Poco a poco, Jungkook se fue removiendo en su lugar, incapaz de quedarse quieto. No entendía por qué su pequeño mentía tan descaradamente, algo terrible debía de estar sucediéndole. Logró captar un sollozo y eso fue la gota que colmó el vaso.

Ahora mismo salgo para allá, espérame.

Y colgó.

Pasó una hora y el timbre sonó en el silencioso hogar.

Años atrás, esa casa era un vívido cuento de hadas, pues la alegría resplandecía de cada rincón sin excepciones. Todos disfrutaban y se sentían más que cómodos realizando sus respectivas tareas. Actualmente parecía una pesadilla, todas las luces apagadas, ventanas cerradas, ni un alma pasaba por allí.

— ¿Nochu?—. Se escuchaba tan mal que estrujaba el corazón de Jungkook.

Jimin tenía ojeras, su cabello desarreglado, una remera blanca que tapaba su short azul y sus pies descalzos. Su aura haría llorar a cualquiera que lo viera. Jeon no podía reparar en el rubio sin hacerse añicos por dentro y desear fervientemente resguardarlo de todo mal que existiese. Protegerlo como nadie nunca había hecho, acariciar su cabello suavemente repartiendo besos en el mismo para transmitirle tranquilidad a su angelito.

Pero, ¿Por qué no hacerlo? Al demonio, más tarde le preguntaría que lo traía tan mal, ahora solo lo cuidaría y ofrecería su hombro.

— No digas nada, desahógate, no retengas ni una sola lágrima.

Dicho y hecho, lo abrazó y fue correspondido enseguida. Sintió los espasmos de Jimin, y como segundo tras segundo se iba deshaciendo en una bola de llanto. Lo único que hizo fue frotar su espalda y afianzar su abrazo, no queriendo oír más lo terrible que se encontraba su novio, sin embargo, se quedaría hasta que el menor se sintiera mejor. Jamás lo dejaría en esas circunstancias.

Antes de continuar, entraron en el salón de la casa cerrando la puerta tras de sí. Se acomodaron en el sofá en silencio. Jungkook esperaba hacerse entender con su mirada, la cual expresaba un: "comienza, te escucharé".

— E-está enfermo, bastante. No quiero perderlo, Jungkookie— Jimin podía ser tan débil como un pollito dejado a merced de un lobo hambriento. Toda su vida fue criado con amor y dulzura, en reducidas ocasiones se había enfrentado a situaciones complicadas. Él sabía que era inevitable que algún día llegasen, pero no sabía que debía ser tan fuerte. No podía, se sentía inferior, insuficiente, inútil. Quería hacer algo, pero no había nada que pudiese hacer realmente, sólo quedarse de brazos cruzados viendo el sufrimiento de un ser querido— M-mi padre, no por favor, no.

Jungkook comprendió todo y supo entender (aunque no por completo) a su novio respecto a como se sentía. La diferencia es que él había perdido a su padre a los cinco años, su consciencia no estaba ni un poco desarrollada, ni siquiera sufrió el dolor que pudo haber sido en caso de que el accidente ocurriese a sus dieciséis años.

— No tienes que seguir.

Las lágrimas de Jimin rodaron por su rostro colorado y empapado de las mismas. Jungkook se sintió terrible y dolido, aunque también, fastidiado con el mundo y su manera de hacer sufrir a su pequeño.

Beauté|KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora