Geranio

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Maratón 1/4

Sacó sus llaves con el pequeño muñequito de Doraemon colgando de ellas, y abrió la puerta mirando hacia ambos lados, asegurándose de que nadie pasaba en ese momento.

— ¿Mamá?—. Preguntó, más no recibió una respuesta.

Se adentró en su hogar y al pasar por la sala de estar, se encontró con una mujer que él ya conocía desde que había nacido, tirada en el sofá con una botella de whiskey en su mano derecha.

Mordió su labio inferior y se frotó las manos, nervioso. No sabía qué hacer exactamente. ¿Debía despertarla? ¿Qué le diría luego? Hace semanas que no la veía, y cuando lo hacía simplemente la ignoraba, ¿tendría que seguir haciendo lo mismo?

Se acercó al cuerpo inerte de su madre y verificó si respiraba; y para su buena suerte, lo hacía. Tocó su hombro con cuidado y la sacudió levemente intentando conseguir una reacción. La mujer se removió en su lugar y fue abriendo sus ojos despacio.

— ¿Jimin...? Joder, voy a explotar— llevó su mano hasta su cabeza con una mueca de disgusto—. ¿En dónde estuviste?

— ¿Eso importa? ¿No crees que deberías dejar de tomar? A papá no le gustaría esto—. Sentenció fastidiado.

— ¿Qué sabes tú de lo que le gustaría o no a tu padre?—. En su voz, se podía destacar el tono despectivo y con una pizca de veneno.

Dolido, no supo qué contestar. Estaba inseguro de su respuesta, por lo que hizo caso omiso y, demostrando sus sentimientos, la ignoró y se fue directo a su cuarto.

[...]

— Necesito que hablemos.

— ¿Qué ocurre?—. Sus ojos expresaron su confusión por la repentina seriedad.

Jungkook y Yuna se encontraban teniendo una salida de amigos, como normalmente hacían. Era claro que la omega guardaba emociones románticas por el alfa, pero aún así, intentaban no hablar demasiado del tema y disfrutar más de su amistad. La castaña siempre pensaba que le bastaba con estar a su lado, pero poco a poco eso estaba cambiando, pues se estaba volviendo ambiciosa y quería más de Jeon.

— Mis papás quieren que me case—. Anunció con su voz firme y cargada de seguridad.

— ¿Qué? Pero eres muy joven, a penas tienes dieciocho, no puedes casarte—. Estaba atónito.

Sabía que la familia de la omega eran de clase alta, y eso complicaba muchas cosas e incluso su manera de vivir, pero no creía que eran capaces de hacerle eso en plena juventud.

— Quiero casarme contigo, Jungkook, mis padres también quieren eso, por lo que no supone un problema—. Sentenció.

— Debes estar bromeando, claro que hay un problema. ¿Se te olvida que tengo novio?

— Galletita, yo sé que tienes a Park, pero puedes dejarlo y venir conmigo, yo te amo más de lo que él lo hace, y no te merece para nada, yo sí. Me esforcé durante años para conquistarte y creo que ya es el momento oportuno de que dejemos de ser amigos y nos volvamos algo más—. Se veía desesperada, de un instante a otro su firmeza había flaqueado.

— ¿Te estás escuchando? No voy a dejar a Jimin, lo amo, ¿entiendes? Él es mi vida, y si no lo tengo junto a mi no soy nada— se sintió mal por rechazarla y serle tan directo, pero debía hacerlo para que comprenda claramente y esa petición no se repitiera—. Es mi luz, mi camino y mi guía, la persona que me hace rabiar, llorar, alegrar y ser jodidamente feliz. No puedo hacerle eso ni a él ni a ti. Lo siento.

Sintiendo como sus ojos comenzaban a picar, Yuna, se quedó muda. Parte de ella, sufría las palabras de Jungkook, y otra parte, le deseaba el peor de los destinos a la pareja del alfa. ¿Qué tenía Jimin que ella no?

— Entiendo... ¡Pero te advierto que este tema aún no queda zanjado, Jungkookie! ¡No me rendiré!—. Con las lágrimas ya deslizándose por sus mejillas, se dió la media vuelta y desapareció de la visión de Jeon.

[...]

— ¿Cómo te sientes, cielo?—. Su tono dulce fue una caricia al alma del beta, quien acababa de sufrir un ataque de pánico.

— N-no lo sé, o sí. Mi corazón se siente traicionado; mi mejor amigo, aquel en el que siempre confié y me resguardé, me lastimó como nadie nunca lo había hecho— su voz comenzó a cortarse— ¿Por qué me duele tanto? Quiero entenderlo... sé que lo hizo en un momento de ceguera, pero ese daño físico que me causó, fue un ataque igual de fuerte a mis sentimientos. Quiero llorar, enojarme, gritar, lastimarme, golpear algo y hacer muchas más cosas, tantas que no me alcanzaría el tiempo— una pequeña y dolorosa lágrima se escapó y deslizó de su ojo izquierdo—. ¡No entiendo por qué es que me afecta tanto! ¡Las paredes de mi mundo se volvieron negras y ya no sé qué hacer!

La madre de Hoseok tapó su boca con el dolor a flor de piel, y llorando a la par de su hijo. Lo veía tan lastimado, tan herido, tan roto... no sabía cómo es que un chico que siempre sonreía y alegraba el alma de los demás, ahora se encontraba siendo infeliz y viendo todo lo malo del mundo. Se estaba replanteando el perdonar a Jimin.

A veces, pequeños o grandes hechos nos hieren al punto de dejarnos una cicatriz profunda, y que siempre que queramos olvidarla, la veremos y recordaremos todo lo que hemos vivido. No importa que tan insignificante sea, sí nos duele, es serio.

Beauté|KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora