Narciso

291 31 1
                                    

Jimin se encontraba arrodillado sobre la tersa alfombra bordo de su casa. En un momento susurraba incoherencias y a los segundos pedía a gritos ver a su padre. Estaba roto por dentro, era una fina y bella pieza de porcelana que se había quebrado hasta no soportarlo más. Jungkook atinó a ponerse a su lado y abrazarlo recordándole que estaría con él. Las horas pasaban y no obtenía buenos resultados.

— Tranquilo... estoy aquí, junto a ti y no me marcharé. Debes relajarte y pensar con calma—. Su voz aterciopelada intentaba apaciguar el llanto de su novio.

Asintiendo e hipando, Jimin consiguió sentirse en paz. Luego de haber derramado lágrimas día tras día, se sentía liberado, no obstante, no estable.

— Eso es... mírame—. Sus dedos fueron a parar a la barbilla del omega, levantándola y logrando ver ese triste rostro que tanto le partía el alma.

— E-estoy mucho mejor, gracias, Nochu. Es agradable tenerte aquí—. Quiso sonreírle, sin embargo, salió más como una mueca.

Llevando ambas manos hasta las mejillas de su novio, lo acarició, y éste se apoyó en su tacto, como si fuera un pequeño minino buscando afecto.

— ¿Comiste algo? Te ves más delgado—. Frunció sus labios y se levantó sin esperar una respuesta, dirigiéndose a la cocina— ¿Qué puedo preparar?— Habló para sí mismo y revisó la nevera y los estantes, buscando comida en buen estado. Parecía que hace tiempo nadie salía a comprar algo— Quizá unos kimbap*. Es común, pero delicioso... sí.

— ¿Piensas cocinarme?—. Se adentró en el cuarto embelesido por la tierna imagen de Jungkook pensando en voz alta.

— Por supuesto, ¿te has visto? no permitiré que sigas de esta manera—. Afirmó con total seguridad, acercándose a tomar el delantal y colocándoselo.

— Te ayudaré—. Repitió la acción y se posicionó junto al castaño sonriéndole— ¿Empezamos?

Jungkook asintió y comenzaron a preparar la comida con felicidad por compartir tiempo juntos, siendo que hace tanto no se veían. Definitivamente sentían que se necesitaban mutuamente. El tiempo se había comportado cruelmente con ellos, porque más que meses, parecieron años.

Prepararon entre risas y juegos la comida, guardando en sus mentes tal tierno momento.

Jimin se sentía feliz, después de tanto tiempo bajo el mandato del dolor, pudo escapar de él por unas horas. Sabía que la marea debía frenar y relajarse, pero también contaba con que regresaran las prepotentes y vigorosas olas, arrasando con su buen juicio. No quería que llegara la hora en la que Jungkook debiera irse. Sin él, caería de nuevo en el pozo durante horas, sintiéndose fuera de su cuerpo.

— ¿Qué tal está?—. Soltó una sonrisa labial esperando por una respuesta positiva.

Jimin probó un poco de su plato y cerró sus ojos deleitándose por la delicia que estaba degustando.

— Exquisito, nos quedó de maravilla. Pruébalo—. Tomó otro trozo y lo acercó a la boca de Jungkook.

— Tienes razón, deberíamos ser chefs expertos— Rió comenzando a comer de su plato. Paró un momento carraspeando y miró a un costado observando el cuadro colgado de la blanquecina pared, en el que se apreciaban Hyungsik, Jimin y Boyoung. Se podría decir que eran una familia feliz y llena de energías. Lamentablemente eso había acabado—. ¿Y... y tu madre?

Jimin levantó su vista, bajándola enseguida y jugando con su aperitivo, sonriendo amargamente.

— Ella últimamente no pasa las noches aquí. Va a bares, se embriaga y luego termina en vaya a saber Dios dónde. De vez en cuando se aparece llorando con el maquillaje corrido y me grita suplicante que le devuelva a su marido. ¿Qué haré? No puedo regresarle a alguien que ya no está— Jungkook lo miró con pena y recordó las palabras del propio Jimin pidiendo por lo mismo que la mujer exigía—. De todas maneras, no ubico a qué lugares frecuenta, por lo tanto, no podría auxiliarla jamás.

El ambiente cayó en un silencio sofocante y pesado. Parecía que la vida del omega se destruía más por cada segundo que pasaba. Jungkook no tenía idea de qué oración formular, estaba confundido y triste por el relato de su pareja.

— Entiendo... ¿no quieres que te ayude con eso? Tal vez podríamos indagar un poco más y dar con los bares a los que-

— No, no es necesario, ya no me interesa esa mujer. En vez de cuidar de su hijo y preocuparse por él, se ve a ella misma como una víctima valiéndole mil mierdas mi estado. ¿Las madres no deberían cuidarnos? Porque ella no lo hace y eso me irrita—. Su voz desprendía veneno, mientras que su mirada se había obscurecido transformándose en una sombría y peligrosa.

Jeon lo veía y oía, no obstante, le costaba creerlo. Quería convencerse de que esto sólo sería una mala etapa y más tarde Jimin volvería a ser el mismo de siempre; alegre, tierno y dulce. Muy en el fondo, su subconsciente le gritaba que eso no ocurriría y que dejara de engañarse, también recordándole que sí no ponía manos a la obra sobre la situación, jamás regresarían a la normalidad.

Quinto día.

Beauté|KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora