Agérato

129 15 0
                                    

Había transcurrido otro mes en el que Jimin había avanzado bastante, ya se sentía mejor. Incluso cuando hablaba de su padre lo único que venían a él eran buenos recuerdos que lo ponían nostálgico, pero nada más. Fue otro mes en el que recibió visitas de Taeyong y Jungkook, cada día que podían. Estaba más que feliz, se encontraba eufórico. Aunque seguía desconociendo muchos de los nombres de sus at, no importaba porque su psiquiatra, el doctor Kwon, le había informado que el lunes que se aproximaba, le darían su alta, y estaban a sábado. Estaba ansioso, y ahora mismo estaba con su amigo y su novio en la hora de visitas.

— ¿Por qué fumas? ¿Sabes que eso puede matarte?—. Habló Jungkook con el ceño fruncido mirando a Taeyong con disgusto.

— ¿Y a ti qué te importa lo que me suceda?

— A mi sí me importa—. Contestó Jimin, haciendo que se callara y ruborizara el de cabellos rosados.

— Qué asco, te has puesto como tomate—. Se burló el castaño.

— ¿Y tú qué? ¿No te has visto al espejo? Cuando Jimin habla te vuelves bobo—. Contraatacó, fastidiado.

— Ya dejen de discutir, vinieron a verme, ¿no?

Los dos chicos lo miraron y automáticamente sonrieron y asintieron.

— Bueno, pero... la próxima vez no traigan tanta comida—. Dijo sonriendo él mismo con pena. Parecía uno de esos dibujitos animados japoneses con las tres rayitas en su cabeza.

Miraron todo lo que habían llevado: galletas, jugos, frituras, muffins, helados, alfajores. ¿Acaso querían que subiera veinte kilos?

— Estas muy delgado, no te haría mal subir de peso—. Objetó, Taeyong y Jungkook asintió de acuerdo.

— Miren que divertido, se han puesto de acuerdo en algo—. Rió al ver como esos dos se observaban y hacían muecas de disgusto total.

— ¡Claro que no!

— ¡Claro que no!

Gritaron al unísono, llamando la atención de varias personas.

— ¡Hasta hablan a la par! ¡Son increíbles cuando se lo proponen!—. Se carcajeó como no lo hacía hace tiempo.

Ambos chicos lo apreciaron y volvieron a sonreír. Querían ver a Jimin feliz, y lo estaban haciendo. Agradecidos con la vida.

— ¿Qué harás cuando te den el alta?—. Preguntó, Jungkook mirando cómo los ojitos de Park se iluminaban y mil posibilidades bailaban en ellos.

— Pues, volver al colegio, pasar tiempo con ustedes... visitar la tumba de mi padre y enfrentar, finalmente, a mi madre—. Dijo decidido, más pudo sentir como un nudo se le formaba en el estómago. Los nervios lo carcomían. ¿Podría hacer todo aquello que se proponía?

— Bueno, entonces tienes varias cosas en mente, pero me alegro que sea una de ellas—. Comentó, su amigo con una sonrisa coqueta.

— ¡Yo también estaba incluido!—. Gritó el castaño, y se llevó una mala mirada por parte de la enfermera que le advertía, callara.

— Lo sé, sólo quise picarte un poco—. Se carcajeó, y por su fuerte risa, también se llevó una mirada de la misma enfermera que lo había observado a su enemigo.

— ¿Podrían ser más silenciosos? Hay más gente con visitas; ustedes me avergüenzan—. Tapó su rostro con su diestra y miró a ambos lados, verificando que nadie estuviera viéndolos a ellos. Y, al parecer, nadie lo hacía.

Las horas pasaron amenamente y con ellas los pensamientos de Jimin dieron vueltas y más vueltas.

"Mamá, ¿me escucharás? Papá, ¿te sentirás decepcionado de mí?".

La lágrima traicionera que no lo visitaba hace un par de días, lo atacó nuevamente. Estaba en su cuarto, era hora de la siesta, más no tenía sueño, no podía descansar.

— ¿Qué haré?—. Se preguntó en voz alta.

— ¿Jimin? ¿Estás despierto? Tu psiquiatra quiere verte. Ven conmigo—. Avisó una muchacha de cabello azabache y corto.

— Claro—. Se levantó y caminó desganadamente hasta la puerta. Miró dentro de su cuarto y suspiró observando la obscuridad del mismo. Luego vio al frente y fue hasta los consultorios con su acompañante.

"Toc, toc".

— Adelante— se escuchó la masculina voz desde el interior—. Jimin, siéntate.

— ¿Cómo está?

— ¿No debería yo hacerte esa pregunta? Pero gracias, me encuentro bien, y por lo visto, tú no tanto—. Gran vistazo.

— Es decir, ¡sí, estoy bien! Pero...

— Siempre existen los peros en tus palabras, Jimin—. Sonrió, tranquilo con gracia.

— Después del alta quiero ir a visitar a mi padre, y también deseo enfrentar a mi madre de una vez por todas, pero no estoy seguro, en especial por la primera opción. Los nervios me están carcomiendo, de hecho, ni siquiera he dormido esta siesta—. Pasó sus dos manos por su rostro, frustrado y volviendo a sentir el nudo en su estómago.

— Relájate. En primer lugar, ¿en serio quieres pasar todo ese estrés apenas sales de aquí? Creo que no es buena idea, no sabemos cómo podrías reaccionar y no podemos arriesgarnos a que vuelvas enseguida. ¿Me entiendes? No digo que no hagas esto que te propones, sólo digo que lo postergues, porque estás saliendo de una internación, y eso, es muy grave y difícil de sobrellevar.

— ¿Podré retomar mis estudios con normalidad?—. Lo preocupaban muchas variantes, sí no era una cosa, era la otra, se sentía como una bola de nervios.

— Claro que sí. Tú, en este momento, debes respirar hondo y contar hasta diez. Hazlo cada vez que te de pánico, y verás como te bajan los decibeles—. Juntó sus manos y las frotó levemente.

— Por supuesto, eso haré—. ¿Lo haría? ¿Era capaz de relajarse a sí mismo? No estaba tan seguro, pues, él pensaba que era un absoluto idiota que no servía ni para pasear un perro; probablemente lo perdería y tendría que correr detrás de él, y sin alcanzarlo, sería o bien despedido, o regañado por sus padres. Todo dependía de la situación.

— Te aumentaré un poco la quetiapina, pero no mucho, ¿recuerdas los electrocardiogramas que te hemos hecho?— asintió—. Bueno, cuando te había subido la dosis, un poco bastante, te dio taquicardia, así que esta vez lo haremos precavidos.

— Está bien, pero, ¿qué es la quetiapina?—. Ladeó su cabeza hacia un costado.

— Un ansiolítico, es decir, es como un calmante—. Carraspeó, parecía que estaba resfriado.

— ¿Tengo ansiedad?

— Aparentemente, sí.

"Genial".

Beauté|KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora