Genciana

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— Y... ¿cómo has estado?

— ¿Es un juego?— eso lo había tomado por sorpresa. De pronto, se sintió débil e incapaz de retener sus palabras. Estaba perdiendo el control—. ¡¿Cómo crees que he estado sin ti?! ¡¿Cómo crees que me he sentido cuando Taeyong me dijo que estabas con Yuna?! ¿En serio, Jungkook? ¿No podía ser otra persona?

Se proclamó un silencio digno de un velorio. Los segundos parecían años, y Jimin comenzaba a agobiarse y, como le venía pasando recientemente, las gotas saladas que tanto detestaba, se acumularon en sus ojos.

— ¿La amas?—. Preguntó con todo el dolor de su corazón. No quería escuchar la respuesta en realidad.

Jungkook dudó, vaciló, pensó mucho, y por su mente pasó un: "¿Qué gano con mentirle?", más fue mucho más fuerte el: "¿Qué pasará si le digo la verdad y lo hieren más de lo que ya lo está?".

Sí, lo siento.

Y nuevamente tenía la sensación de que el mundo se le venía abajo. Todos sus pilares y valores se caían a pasos agigantados, agonizantes y tortuosos.

Llorando sin consuelo, se atrevió a hablar:

— Dime que es una mala jugada de tu parte, dime que es una terrible pesadilla, dime que nada de esto es real porque si lo es... si lo es, acabaré conmigo y ya no me importará cuánto tiempo esté aquí dentro. ¿Sabes? Me repiten constantemente que debo querer mejorar y avanzar, ¡pero sin ti no puedo hacer nada! ¡¿No sabes cuánto te necesito?! ¡¿Es que tú no me necesitas igual?!—. Consiguió de esa manera que muchas de las personas que estaban ahí, compartiendo el lugar, lo miraran, más no le importó, toda su atención era acaparada por el hermoso chico de hebras castañas.

Y sí, Jeon lo necesitaba tan malditamente mal, que tiraría todo por la borda y diría la verdad.

— Creo que es momento de irme—. Se levantó ágilmente, y se alejó a paso apresurado.

— ¡Nochu, no te vayas!— estiró su mano queriendo alcanzarlo, y corrió detrás de él, abrazándolo por la espalda— No me dejes—. Susurró con las lágrimas rodando por sus mejillas.

— Discúlpame, Jimin—. Park no podía verlo, pero él también se deshacía en llanto, él también estaba sufriendo con eso, él también quería abrazarlo; pero lo que hizo fue, quitarlo de encima y salir del recinto.

El rubio se arrodilló y sintió como una chica se acercaba a él enseguida.

— ¡Jimin, ¿qué ocurre?!—. Escuchó la voz de Jihyo muy en la lejanía, como si estuvieran a metros de distancia, y pronto, dejó de ver la luz, para ver todo obscuro.

— ¡Llamen a un médico!—. Pudo oír otra voz, más ya no tenía consciencia, estaba perdido.

"Jungkook, te amo, cielo".

[...]

— ¿Estás despierto?

Ahí estaba, recostado en la cama de su cuarto, con la única compañía de Somin, esa enfermera que lo había tratado tan bien. Aún así, se hizo bolita sin contestar y solo susurró un casi inaudible:

"Quiero morir".

Las semanas pasaron, y con ellas, un mes transcurrió. Jungkook no volvió a visitarlo como había prometido. Lo esperó, y no recibió nada más que decepción. Taeyong estaba en época de exámenes, por lo que tampoco lo visitaba; lo extrañaba.

— Jimin, hace días que no me hablas. Dime, ¿qué ocurrió aquel martes?— Jihyo estaba genuinamente preocupada, y no era para menos. Lo único que hacía es rubio era dormir y llorar por las noches. No habían avances y los médicos también estaban mal por él—. Tengo algo qué decirte... mañana me darán el alta.

Los ojos del omega se abrieron como platos y, esta vez, sí giró a verla.

— ¿En serio?—. No sabía cómo sentirse. Ella era la única que hablaba con él aunque no respondiese, el resto sólo hacía como si no existiera, o quizá sólo querían dejarlo tranquilo y no entrometerse.

— ¡Sí, ya estoy mejor! No curada— rió tontamente—. Pero es un gran cambio el que hice, y por fin, después de tres meses de arduo trabajo, me dejarán irme. ¿Sabes? Te voy a extrañar, ¿tú me extrañarás?

Asintió.

— ¿Estás... bien?

— Claro, estoy... seguro de que te irá genial. Gracias por incluirme siempre que pudiste—. Se sentía raro hablar después de tanto tiempo callado, pero estaba bien, porque una chica tan amable y simpática por fin se iría. Jihyo merecía lo mejor del mundo, y él esperaba de todo corazón que su anorexia se curara, aunque sabía que eso era complicado, ella era una luchadora, no como él que simplemente se había rendido.

— ¡Gracias, Jiminnie!—. Lo abrazó con toda la euforia del momento, y luego se separó con rapidez por si le molestaba al susodicho.

Dejaron de hablar para ir a los sofás y sentarse juntos. No había más que decir, estaban bien así.

Beauté|KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora