— Señor Jung, ¿está prestando atención?
Todos en el salón voltearon a verlo, lo que lo cohibió un poco, pero reaccionó saltando en su asiento y mirando al frente.
— Eh, sí, lo siento—. Bajó la mirada, avergonzado.
— Bien, no vuelva a hacer que interrumpa la clase—. Sentenció la profesora de gafas y cabello obscuro.
El resto de la hora transcurrió con normalidad. Jimin pudo sentir la lejanía de Hoseok, parecía estar en un trance interminable; se preguntaba qué estaría pensando, más no se atrevería a acercarse y preguntarle.
[...]
— ¿Estás bien?—. Dudó y casi temió por articular esa oración.
— No—. Dijo secamente sin algún tipo de emoción.
— Vamos, Hoseokie, no puedes estar molesto conmigo por siempre—. El sentimiento de culpa por la última conversación que habían tenido, no la abandonaba.
— No estoy enfadado—. Miró hacia un costado, evitando fijarse en su madre.
— ¿Y entonces qué te ocurre?
— No lo sé, me siento... ¿Perdido? ¿Dolido? Ya no sé ni qué siento en realidad—. Su labio inferior tembló, más si se ponía a pensarlo seriamente, no sentía verdaderas ganas de llorar, pero parecía que su cuerpo estaba traicionándolo.
— ¿Sigues extrañándolo?—. Una pregunta tan sencilla y compleja de responder.
— Tal vez, sí, puede ser, o no, ¡ya no entiendo nada!—. Gritó agobiado.
— Tranquilízate, todo estará bien, ¿si? Confía en mí.
— Siempre dices lo mismo: "todo estará bien", sí, sí, claro que sí—. Bufó sarcástico.
— Bien, ¿Qué más quieres que haga? No puedo decirte nada más. ¿Qué esperas? ¿Qué diga: oh, sí, hijo, ve por Jimin y vuelvan a ser los mejores amigos que eran antes"? ¡Por supuesto que no! ¡No te permitiré cometer tal locura! ¿Y sí ese loco se desquicia de nuevo? ¿Qué hay de ti? Necesitas tomarte un tiempo de esa tóxica amistad. No puedes ni debes depender de él, ¿lo entiendes?—. La frustración era notoria en su voz. Ya estaba cansada de la situación, y no por su hijo, sino porque esto era más fuerte que ella y ya no sabía cómo lidiar con el tema.
— Lo tengo muy en claro, pero quizá tengas razón y sí dependo de él. ¡Lo extraño y no quiero perderlo, pero al mismo tiempo tengo miedo, estoy genuinamente asustado! No sé qué camino tomar, y aunque lo supiera, tampoco sabría si es el correcto—. Sus ojos comenzaron a desprender lágrimas como ya venía pasando hace días. No obstante, no sentía nada más que confunsión.
— Cariño, sólo tú, y nadie más que tú sabe qué camino elegir, y si te equivocas, ¡tranquilo! Las personas que te aman seguirán apoyándote—. Dijo acariciando la mejilla de su hijo, con todo el cariño de una madre.
— ¿Te das cuenta de tu contradicción? Primero me dices que no me dejarás volver por Jimin, y ahora me dices que no importa lo que decida; todo estará bien según tú—. Quitó la mano de la mujer de un manotazo y dio dos pasos hacia atrás.
— Ah, entiéndeme, es claro no quiero que te ocurra algo, no quiero darte el pase libre a una nueva serie de golpes que afecten tu estado mental y físico. Yo no soy Park, no puedo asegurarte que eso no volverá a suceder. Pero, joder, si quieres ser su amigo como antes... si eso hace que dejes de estar deprimido todo el día, ¡acepto! ¡Ve y haz lo que creas necesario! Mira, te diré una frase muy cliché, pero muy cierta: "sigue tu corazón"—. Lo miró con tristeza y selló sus labios formando una línea recta.
Asimilando las palabras de su madre, Hoseok se acercó por primera vez en dos semanas, y le dio un inmenso abrazo que estaba cargado de emociones como euforia, temor, ansiedad y, principalmente, amor. Esperaba haberle transmitido todas ellas con ese simple acto.
— Gracias, mamá—. Susurró en su oído, profundamente agradecido.
— Siempre para ti, cariño—. Contestó, casi llorando de felicidad por recibir tal gesto de parte de su bebé.
[...]
— Yuna.
— ¿Sí, papá?—. Apareció por la puerta de su despacho con unos jeans celestes y una remera con estampado de flores.
— ¿Hablaste con Jeon?—. Cuestionó, más se podía apreciar en su tono lo cuidadoso que estaba siendo con sus palabras. Podría decirse que se trataba de un león enjaulado.
— No tuve tiempo... estuve ocupada con los exámenes—. Juntó sus labios presionándolos. Sabía que su padre estaba enojado.
— ¿No querías casarte con él?
— Por supuesto, pero realmente estuve atareada, además me estuvo evitando en este último tiempo. Así que, ni siquiera lo he visto más que en el salón—. Sus manos se unieron jugando entre ellas con nerviosismo.
— Tráelo a casa, yo me encargaré de hablarle, pero tú, sienta cabeza y búscalo por donde quiera que pueda estar y convéncelo de venir. Ahora, esa es tu única tarea, ¿entiendes?—. Sonrió, cínico.
— Sí, papá—. Se dio la media vuelta y salió de la habitación muy bien adornada a la antigua con muebles viejos, y dándole un toque vintage. Sin embargo, antes de salir, escuchó un: "perfecto" por parte del temerario hombre.
Los planes que tenían para un futuro, serían un problema para la hermosa pareja.
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Beauté|Kookmin
RomanceEl amor de dos niños, crece y se vuelve algo puro, envidiable y maravilloso. Los demás, desean algo que no tienen y perjudican. ¿Pueden superarlo o se rendirán? ¿Qué tan resistentes serán sus "te amo"? ⇝ No resubir ni adaptar. ⇝ Contenido homosexua...