Agapanto

137 15 0
                                    

— Jimin, tienes visita—. Dijo un acompañante que desconocía su nombre y tampoco le interesaba saberlo.

Asintió con la cabeza y se levantó de su lugar para ir hasta la salida del cuarto. Bajaron la rampa, y un escalofrío lo recorrió de arriba abajo. Ver la puerta de la sala en la que ellos pasaban sus días, le recordó a esa horrible visita que había tenido de su amado y había terminado en desastre.

Jihyo ya no estaba con ellos. Le habían dado el alta y desde entonces no hablaba con nadie. Solo hacia su rutina: dormir y llorar.

— ¿Taeyong?— preguntó al ingresar y caminó hasta los sofás— ¿Q-qué?—. Al ver a el alfa de sus sueños se sintió desinhibido y algo cohibido. Mil y un emociones lo golpeaban en un segundo.

— Beauté, excusez-moi d'être un idiot.

— N-no te entiendo, lo sabes—. Se sentía tan cálido escuchar nuevamente ese apodo de los labios de Jeon.

— Dije que me disculpes por haber sido tan idiota— Jimin lo miró sin comprender—. Te contaré todo, sin secretos, sin omisiones. ¿Me escucharás?

El rubio asintió.

— Mira, he estado siendo el peor patan de la historia. Pensé que con dejarte estaba haciéndolo por tu bien, pero me di cuenta de que no podía estar más equivocado y errado. Hice mal, y me arrepiento. Yuna hizo que su padre me amenazara con que si no te dejaba y me casaba con ella, te haría mil cosas malas, y yo estaba preocupado por ti, no quería que nada te sucediese, pero yo fui lo peor que te pasó en tu momento de mayor debilidad, ¿tengo razón?— Jimin negó con su cabeza enseguida con las lágrimas al borde de ser desprendidas—. La tengo. Te dañé, te herí como nunca había hecho y no sabes lo mal que me siento. Ya no tengo miedo, quiero luchar contigo, quiero que estemos juntos, quiero que estés bien y que avances. ¿Me dejarás entrar a tu vida de nuevo?

Lo abrazó llorando de felicidad por primera vez en meses, y con la sonrisa más grande que podría mostrar.

Te amo—. Susurró en su oído, y fue automáticamente correspondido.

— No llores, cielo. Yo también te amo, nunca dejé de hacerlo—. Era un hombre débil, pues él también se encontraba con lágrimas rodando por sus mejillas. Fue un mes de dolor e histeria, pero por fin estaba con quien debía estar; con la persona que tanto amaba. Lo había extrañado tanto que, al tenerlo entre sus brazos, se sentía tan fuera de sí porque creía que era un sueño; pero no, la realidad por fin no estaba siendo una perra con ellos y los estaba compensando luego de tanto dolor, porque, después de todo, sin sombra nunca hay sol.

— Estoy tan feliz, te necesitaba con cada fibra de mi ser—. Se separó lentamente y llevó sus manos hasta el rostro de Jungkook, tocando con sus pequeños dedos cada lunar que este tenía en el mismo.

— Dejaré a Yuna, lo prometo, no importa lo que le diga a su padre y lo que hagan juntos; ahora estoy aquí para protegerte—. Le sonrió y llevó su zurda hasta la mejilla del rubio, acariciándola.

— Yo también te cuidaré, Nochu—. Lo besó sin importarle que ahí estuvieran las enfermeras para llamarles la atención o la gente pudiera verlos.

— Park, estamos en una clínica, sea más consciente—. Dijo una de las mujeres de blanco que estaban para vigilar las visitas.

Ambos rieron juntos como no lo habían hace mucho tiempo y juntaron sus frentes sonriéndose con sus ojos cerrados y con aún gotitas saliendo de los mismos. Nada más que estas, eran de pura felicidad.

— La visita acabó—. Informó una de las enfermeras.

— Debo irme, cariño, pero volveré el sábado y domingo, vendré todos los días de visita y te contaré todo. Lo juro—. Tomó su mano y la besó.

— Te esperaré, esta vez, no me decepciones, quiero verte.

Jungkook besó su mejilla y se fue del lugar, no sin antes saludarle con su diestra.

Luego de que todos salieran del recinto y solo quedaran los internados y acompañantes terapéuticos, Jimin se sentó en su querido sofá de una persona, más, esta vez, decidió no dormir y mirar la película que pondrían, o hablar sí tenían ganas.

— Bueno... ¿Qué hacemos?—. Preguntó Ryujin ladeando la cabeza hacia un costado.

— ¿Vemos una película?—. Sugirió Park, y todos voltearon a verlo sorprendidos, aunque nadie se negó, ni el mismísimo Mingyu.

Pusieron: "Alicia en el país de las maravillas". Una película que a el rubio le fascinaba y veía siempre con su "bebé", Jungkook. Ambos eran grandes fans de el montaje.

Pasaron unas buenas horas hasta que se hizo de noche (las visitas siempre eran a las cinco y media y terminaban a las siete), y llegó la hora de cenar. Jimin estaba tan feliz que habló durante toda la comida amenamente con todos los de su mesa.

Ese sentimiento de alegría no lo golpeaba hace un buen rato, y sintió que habían pasados años desde la última vez.

Beauté|KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora