Agrimonia

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— Jungkook, por favor.

— Ya he dicho que no, no iré, saldré con Jimin ese día—. Mentira, él no iría a ningún lugar con su novio, y no es que no quisiera, es solo que no lo habían planeado.

— Siempre sales con él, ¿no puedes cancelarle solo por este sábado? Te lo ruego, mi padre está enloquecido con verte de nuevo, sabes que te aprecia—. Intentó convencerlo ya estando a punto de rendirse.

— No lo sé, Yuna...

— ¡Vamos, Jungkook! ¿Qué te sucede? ¿Acaso ya no somos amigos? Es solo una salida a la casa de tu mejor amiga, no escondo nada detrás de esa fachada.

— ¿Lo prometes?—. La miró directamente a los ojos, logrando apreciar cómo ella vacilaba.

Pensándoselo más de lo debido, terminó por responder:

— Lo prometo.

Los días pasaron y el sábado había llegado, teniendo a Jungkook como invitado en la casa de los Choi. Todos en aquel hogar lo esperaban, y cuando este se apareció por su puerta le agradecieron la visita entre risas y pasaron un rato bastante entretenido charlando largo y tendido.

— Es bueno verte, Jungkook, ya eres todo un hombre, no el niñito que conocía—. Sonrió el padre de la castaña.

— Bueno, todos crecemos—. Devolvió la sonrisa y rascó su nuca recordando viejos tiempos.

Yuna vio como su padre le hizo un gesto que significaba que ya era la hora, ella no sabía qué es lo que le diría a Jeon, pero sí eso ayudaba a que él aceptara casarse, no se opondría ni cuestionaría nada.

— Debo ir a ver algo a mi cuarto, ya regreso, ¿sí?—. Apoyó su mano en la pierna del alfa, incomodándolo pero terminando por recibir una afirmación de su parte.

Se retiró y dejó solos a los dos alfas.

— Jeon Jungkook, eres como un hijo para mi, lo sabes, ¿no?—. Su voz gruesa y firme, era verdaderamente como estar con el mismísimo diablo, más eso, el castaño no lo sabía aún.

— No lo sabía, pero ahora sí—. Bromeó sintiéndose cohibido. Tenía el presentimiento de que algo malo pasaría.

— Sabes que... Yuna quiere casarse.

— Me lo ha comentado—. Tomó nerviosamente su taza de café y la llevó a sus labios lentamente.

— Y supongo que también tienes conocimiento de que quiere que en esa ceremonia tú seas el novio, ¿Verdad?—. Sonrió, pero no era una sonrisa normal, era una cargada de malas emociones.

— Eh, sí, también me lo ha dicho, pero usted sabe que yo tengo a mi pareja—. Dijo más incómodo que antes. La tensión comenzó a crecer en el ambiente.

— ¡Claro! ¡El joven Park Jimin! ¿No?—. Aplaudió al decir el nombre del rubio omega, como habiendo acertado un difícil acertijo.

Dejó su taza en el plato pequeño que tenía decoraciones de flores en él, verdaderamente hermoso, y se hubiera fijado en ese mínimo detalle si no fuera porque estaba comenzado a tener un mal sabor de boca.

— Sí, señor, tenemos una relación formal hace más de un año—. Sentenció formando una línea recta con sus labios.

— Me alegro por ti... en serio, pero, ¿Sabes que no va a durar?

— ¿Por qué no lo haría?

— Porque debes casarte con Yuna—. Le dirigió una sonrisa torcida, que consiguió sacarle un escalofrío.

— Yo... ya he rechazado esa oferta, lo siento mucho, no puedo casarme con ella. Amo a Jimin.

— No fue una pregunta, Jeon. Vas a estar con mi hija, es una afirmación. De lo contrario, yo podría meterme en la vida de tu preciado novio y arruinársela más de lo que ya lo está. ¿Sabes? He investigado, no soy imbécil, y sé todo acerca de ambos. Park no está en una buena situación, y yo podría mover mis vínculos y hacerle la vida un infierno más grande aún—. Cruzó sus piernas posicionando la izquierda sobre la derecha y reposando sus manos sobre las mismas.

— ¿Me está amenazando?—. Estaba atónito, no podría creer lo que oía. El mismo hombre que lo llamó hijo, ahora estaba diciéndole que le haría la vida de cuadritos.

— Uhm, amenazar es una palabra fuerte, yo diría: dar opciones. ¿No te parece?

— Usted no me está dando opciones, ¡está diciéndome que sí no dejo a Jimin le arruinará la vida! ¿Para esto quería verme con tanto esmero?—. Se levantó de su asiento, disgustado. No aceptaría, claro que no.

— Oh, vamos, piénsalo bien, ¿vas a poner en riesgo a tu pequeño? ¿O vas a aceptar y dejar de ser un dolor en el trasero? Mi niña quiere estar contigo y yo quiero darle ese gusto, además, la economía de tu familia mejoraría en demasía e incluso podrías darle una descendencia digna a tus padres—. Se paró copiando la acción del castaño, nada más que en su actuar no había molestia.

— No, no aceptaré, ¡no puedo dejar a Jimin! ¡Me necesita más que a nadie en este momento que esta pasando! ¡Me niego a hacerle eso!

— Parece que no me estás comprendiendo, tú harás lo que yo diga, ¿o quieres que le pase algo malo a Park? Porque parece que quieres eso.

Jungkook se vio contra la espada y la pared. ¿Qué podía hacer? No quería que Jimin sufra más de lo que ya lo estaba haciendo, pero, por otro lado, perderlo no le era una opción. Lo dudó mucho, pero finalizó por decir:

Beauté|KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora