Peonia

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— ¿¡Dónde está!?—. La pelirroja mujer llegó al encuentro de los jóvenes.

Jimin y Jungkook estaban acurrucados en un asiento, mientras que Yuna se había retirado así como cuando ingresó; en absoluto silencio.

— Lo trasladaron a un cuarto, no sabemos cuál, los médicos se rehusaron a decirnos por no ser familiares—. Se levantó el rubio mirando con pena a la angustiada madre de su amigo.

La misma asintió con la cabeza, y sin más se dirigió a la recepción siendo ágilmente seguida por la pareja.

— Soy la madre de Jung Hoseok, Yoon Eunhye. ¿Podría decirme en qué habitación se encuentra?

La joven castaña de orbes inmensos la miró de arriba abajo despectivamente, y asintió tecleando en su computador. Parecía que la gente de ese hospital no era muy amable.

— Habitación doscientos uno, por el pasillo de la izquierda, al final hay un ascensor—. Sentenció y regresó su vista al monitor sin perder un segundo.

Como les fue indicado, se dirigieron hacia el lugar en donde encontrarían una puerta blanca con los tres números de color dorado, brillando resplandecientes.

La madre del susodicho se volteó hacia la pareja.

— Les seré honesta; temo abrir esta puerta—. Sus ojos se tintaron de una tonalidad rojiza y se cristalizaron por la sola idea de ver a su hijo.

Jimin tomó la zurda de Jungkook y con voz firme dijo:

— Y yo temo explicarle que todo este infortunio es mi culpa—. La sinceridad y pena resaltaban, opacando la tristeza y el terror.

Los ojos de la señorita Yoon dejaron a la vista un interrogante. El rubio sintió como el agarre se afianzaba y lo agradeció internamente; se sentía protegido siempre que estaba junto a su amado.

— Luego hablaremos ahora-

La puerta se abrió de par en par, encarando así a la misma doctora de hace unas horas atrás. Impactados por la prepotente presencia, dieron un paso hacia el costado.

— Veo que llamaron a, quien yo supongo, es la madre de mi paciente. ¿No es así?

— Supone bien. Soy Yoon Eunhye— Estiró su mano para un saludo formal, el cual le fue devuelto—. ¿Cómo está él?

— Tiene una contusión en la zona frontal de la cabeza, dos costillas rotas, además de un brazo,  y  hematomas regados por todo el cuerpo junto con algunos cortes; algunos superficiales, otros demasiado profundos. Parece que fue gravemente golpeado y pateado si nos guiamos por todo lo que padece, aunque por supuesto, podemos estar equivocados— Terminó dejando horrorizados a los tres que escuchaban, más no tardó en agregar—: ahora mismo se encuentra en reposo, pero pueden entrar. El máximo es de tres personas. Así que, ahora, si me permiten, dejaré que lo vean—. Y desapareció de su campo visual.

Esta vez, los ojos de la madre del pelirrojo irradiaban confusión e impotencia.

— Park Jimin, luego de esta visita, quiero que me digas todo lo que ocurrió.

El nombrado asintió cabizbajo, y luego procedieron a entrar al cuarto.

Hoseok se encontraba allí, pálido. Se veía deplorable conectado a cientos de cables y, por supuesto, sin la falta de ese estúpido artefacto que hacía "bip, bip".

— Oh, dios mio, mi pequeño— corrió al encuentro de su hijo, quien parecía no despertaría aún cuando era acariciado en su rostro por la misma que, a su vez, lloraba desconsolada.

— Hoseok...—. La voz de Jimin salió temblorosa y entrecortada.

Jungkook se limitaba a ver la desafortunada escena, mientras permanecía en un silencio casi sepulcral.

[...]

Pasaron las horas y la madre del pelirrojo descansaba su cabeza en la camilla tomando la mano de su hijo y dejando dulces caricias en la misma. Jungkook y Jimin estaban a un costado, sentados, y este último recostado en el hombro de su pareja. De repente, la señorita Yoon sintió que algo se removía y abrió sus ojos abruptamente, notando como el beta despertaba poco a poco.

— ¿Cielo?— Emocionada se incorporó para ver mejor— chicos, arriba, está despertando—. Llamó la atención del omega y el alfa que dormían plácidamente.

— ¿Mamá? ¿Dónde estoy?—. Su mano refregaba su ojo derecho lentamente, hasta que, frunció el ceño cuando sintió un tirón por haber rozado un moretón.

Jimin se levantó rápidamente y se posicionó al lado del pelirrojo.

— ¿Cómo te sientes?—. La vergüenza y timidez se instalaron en él. Pensaba seriamente en cómo disculparse.

Hoseok, a penas escuchó la voz del rubio, se achicó en su lugar y comenzó a temblar.

— Por favor, no me hagas nada—. Rogaba temeroso de recibir más golpes, cubriendo su rostro con sus manos.

Por otro lado, Jungkook agachó su cabeza sin querer seguir viendo la situación, mientras que Eunhye le hizo una seña a Park para que retrocediera, y él, claro que lo que hizo, apenado.

— Tranquilo, estoy aquí porque... estaba preocupado. Lamento mucho todo lo que te hice— El ardor en su vista no tardó en aparecer y hacerlo sentir la peor persona del universo al ver a su amigo tan indefenso—. Lo siento tanto Hoseok, no sabes cuánto, de verdad no tienes ni la más mínima idea. Te aseguro que no volverá a suceder; he recapacitado. Nuevamente, pido por tu perdón.

El beta quitó lentamente sus brazos y observó aún con un poco de miedo al que, no sabía si seguía siendo, su mejor amigo.

— Yo... no sé qué decir-

— ¡No tienes que decir nada! solo quería verte despertar, pero te daré tu espacio para que lo pienses, ¿Sí?— Hoseok asintió—. Bien, vámonos Jungkookie, él necesita estar con su mamá.

— Gracias, Jimin—. Agradeció sin resentimiento la omega.

Mientras el pelirrojo seguía descansando, Park le contó lo ocurrido a la señorita Yoon, y ésta, por más que quiso mantener su fastidio, no pudo hacerlo por mucho tiempo, pues el rubio era como otro hijo más y comprendió que no estaba pasando por la mejor etapa de su vida, aunque eso no justificaba los golpes, no quería pensarlo demasiado. No era una mujer rencorosa.

Beauté|KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora