Almendro

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Por fin había llegado el, literalmente, ansiado lunes. Jimin en esos días, sintió que habían pasado siglos. Seguía con los nervios y la frustración a flor de piel. Quería seguir el consejo de su psiquiatra y postergar lo que había pensado, pero, a su vez, quería hacerlo ahora mismo. Quería gritarle a su madre lo pésimo que se comportó con él por no visitarlo ni una vez, más no haría eso, te abstendría.

— Jimin, llegó la hora—. Le habló Soyeon con una enorme sonrisa. Estaba feliz por él.

— ¿¡En serio!?— recibió una afirmativa y se levantó de un salto. Miró a los chicos, habían dos chicas nuevas y Mingyu ya había obtenido su alta hace dos días, mientras que Félix se iba, como él, ese mismo día—. Adiós.

Saludó con su mano y siguió a Soyeon, quien lo llevó a su cuarto para tomar sus pertenencias.

— ¿Estás feliz, pequeño?— Somin, le sonreía desde la enfermería—. ¿Necesitas una bolsa?

— Sí, y sí. ¡Hoy es un gran día!—. Sonrió mostrando toda su dentadura y con sus mejillas teñidas levemente de un rosado.

Le pasaron las bolsas y juntó sus cosas, no eran muchas, tan solo un par de pantalones y remeras, sin contar las cremas para el pelo, y el cepillo de dientes.

— Listo, lo tengo todo.

— Entonces te dejo con Somin, vendrá la enfermera que va a buscar los papeles para la salida definitiva, y te llevará ella a la entrada. Adiós, Jiminnie—. Se despidió su acompañante, aquella que había sido buena con él desde el primer día y que lo cuidó en sos días.

Esperaron a que llegara la, anteriormente, nombrada enfermera, y cuando hizo su aparición, Jimin dio un mini brinco de felicidad.

— ¿Vamos? Ya vinieron por ti—. Le sonrió la rubia mujer con la misma alegría que él mismo cargaba, aunque no lo conocía.

— ¡Claro! ¡Adiós, Somin!—. La abrazó con fervor y ella dejó un beso en su frente con cariño.

— No vuelvas, pequeño. No quiero verte por aquí de nuevo, ¿me entendiste?

— Sí, y gracias por todo. Te extrañaré.

Volvieron a abrazarse y luego, llegó el momento; Jimin se dirigió por las rampas hasta llegar a esa puerta que había visto cientos de veces y que siempre, desde que entró, deseó cruzarla. La enfermera la abrió con una tarjeta y sonó el "bip" que indicaba cómo se abría.

Pudo ver a su amigo, y novio sentados, charlando amenamente, algo que lo sorprendió pero que, sin embargo, ignoró.

Corrió a abrazar a Jungkook.

— ¿Estás feliz, Beauté?—. Susurró en su oído, algo que lo estremeció de pies a cabeza por oír esa prepotente y gruesa voz.

— Lo estoy, realmente lo estoy—. Estaba llorando, pero de felicidad. No podía retenerse, y estaba bien, ¡joder que lo estaba! ¡Saltaría y gritaría eufórico si pudiera!

Taeyong los observaba sintiendo paz interior. Después de tanto dolor y sufrimiento, había logrado unir nuevamente a esos dos, y bien sabía, que este recién era el comienzo de una difícil batalla para la pareja, pero estaba contento por ellos. Él era fiel y leal creyente de que Jimin sólo merecía amor y tranquilidad, porque era un ser de luz que llegó para iluminar su obscura vida y quitarle los malos vicios; porque sí, había dejado de fumar en ese tiempo y también se había replanteado eso del amor, pues él nunca le dio una oportunidad a nadie, pero había decidido que desde ahora en más lo haría, y no solo para olvidarse de su amor romántico por Park, sino por y para él mismo tener un nuevo comienzo.

— Firmaré los papeles, ya regreso—. Avisó, Jungkook y se alejó para dirigirse a la chica de la recepción.

El mayor de cabellos rosados, abrió sus brazos y esperó a sentir la calidez del rubio, y así fue.

— Salgamos de aquí—. Tomó su rostro y lo acarició. "Te amo, desde el principio entendí el por qué Jeon se enamoró perdidamente de ti".

¿Todo listo?—. Preguntó Jimin cuando su novio volvió a acercarse.

— Por supuesto. Vámonos.

Salieron, y Jimin miró el cielo sintiéndose libre por fin. Inhaló y exhaló con fuerza, respirando ese aire fresco que tanto extrañaba.

Tomó la mano de Jungkook y caminó junto a él y Taeyong para dirigirse a la parada del autobús.

De pronto, el pánico lo invadió, temiendo por todo lo que se avecinaba. ¿Estaba seguro? No, no sentía así. Aún faltaban superar varios retos, pero ahora tenía dos personas en las que apoyarse para conseguirlo. Porque su amigo, y su novio, eran los mejores pilares que podría tener alguna vez. Hasta pensaba si Hoseok hubiera sido capaz de hacer lo que Taeyong hizo por él, y lo dudaba. Sí, quizá era una persona negativa y depresiva, pero se propondría mejorar por ellos y por él; ese sería su incentivo.

"Tal vez, ahora no sea la persona más feliz del mundo, pero volveré a ser quien era, volveré a estar conforme y contento con mi vida, ¡claro que lo lograré!".

Beauté|KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora