Las personas de su mesa tenían una agradable charla, mientras que él sólo se concentraba en comer. Al terminar, le preguntaron si quería postre, a lo que se negó.
— Jimin, ¿a ti qué te gusta hacer?—. Le habló Jihyo, intentando integrarlo en la conversación.
— Pasar tiempo con amigos, mi novio...— se frenó por un momento sintiendo un nudo en su garganta—. ...salir de compras, pintar, dibujar y escuchar música.
— ¿Tienes novio? ¿Cómo se llama?—. Lo animó a contar más, pero hay un dicho que dice: "la curiosidad mató al gato".
— Ex novio, ya... ya no estamos juntos—. Una lágrima traicionera se deslizó por su mejilla y enseguida pasó su mano por la misma para retirarla.
La beta de cabellos azules entendió que tocó un tema profundo y decidió no preguntar más.
— Bueno... ¿Qué les parece si vemos una película más tarde?—. Cortó el silencio, Lisa.
— No, quiero jugar a las cartas—. Sentenció Mingyu seriamente.
Era el único que no parecía divertido con estar ahí adentro, de hecho, lucía muy sobrio y amargado.
— ¡Pero ya jugamos dos horas seguidas, Mingyu! Veamos una película por favor.
— No—. Se negó, cerrando sus ojos y apoyando vagamente su rostro en la palma de su mano.
— Hagamos votación, ¿Te parece?—. Sonrió a sabiendas que con una votación, la película saldría victoriosa.
— Sí, una votación, para que sea más democrático y justo—. Se unió Soyeon.
— Está bien—. Bufó con un humor de perros, el de negras hebras.
Terminaron de comer todos, y se levantaron de la mesa, dirigiéndose a los sillones nuevamente. Jimin, se sentó ágilmente en el de uno; no quería compartir asiento.
Esperaron a que la mesa dos también terminara, ahí parecía que estaban muy entretenidos hablando amenamente, aunque, ya habían terminado su comida. En cuanto estuvieron todos, aguardaron a que las enfermeras retirasen todo y se fueran.
— Adiós, chicos, los veo en un rato—. Dijo la enfermera de ojos claros, que había revisado los bolsillos, zapatillas y pantalones de Jimin.
— ¡Adiós, Somin!— despidió alegremente, Jihyo, haciendo reír a la mujer—. Bueno, llegó el momento de la votación. Mingyu quiere que sigamos jugando a las cartas y yo prefiero que veamos una película, ¿quién empieza?
— ¡Yo! Elijo película, desde la mañana que no vemos una—. Frunció sus labios, Ryujin.
— ¿Félix?
— Cartas—. Contestó recostándose en todo el sofá de dos personas (los acompañantes terapéuticos estaban parados y los tres chicos restantes en el otro sillón).
— ¿Lisa?—. Continuó preguntando, Jihyo.
— Podríamos seguir jugando a las cartas—. Sonrió apenada por su decisión, al ver el ánimo de ver una película que cargaba la de cabellos azules.
— Bien, tenemos tres votos por cartas y dos por películas. ¿Quién sigue? ¿Jimin?
— Me da exactamente igual lo que hagamos, yo dormiré—. Dijo cerrando sus ojos y recostándose en el apoya brazos del sofá azul.
— Bien... ¿Soyeon? ¿Sani?—. Rogó con su mirada.
— Película, definitivamente—. Sonrió, San.
— Soyeon, tú eres la definitiva—. Los ojos de la omega irradiaban confianza.
— Película.
— ¡Está decidido! ¡Ahora toca elegir la película!
[...]
— ¿Jimin? Despierta, es hora de que vayamos abajo para que tomen la medicación y duerman—. Lo miró con cariño, Soyeon. Parecía que le había agarrado aprecio en el poco tiempo que estuvo.
Sin contestar, se levantó de su lugar y siguió al grupo de personas que estaban con él. Bajaron las rampas y llegaron al pasillo con los cuartos. Su habitación era la ocho, justo al lado del cuarto donde lo habían revisado.
Somin, la enfermera de ojos celestes, estaba en la punta del corredor en un cuarto diminuto que, deducía, era la enfermería —muy pequeña para su gusto—. Allí había puesto una mesa movediza que impedía la entrada, y enfrente, una silla.
— Félix, tú primero. ¿Te cepillaste los dientes?—. Levantó una ceja, dudando del muchacho.
— Claro que lo hice—. Confirmó, fingiendo indignación por la pregunta.
— Jimin, tú sigues. Cepilla tus dientes y ponte el pijama—. Le sonrió.
— No tengo nada, nadie me ha traído las cosas—. La miró con seriedad y sin demostrar alguna emoción.
¿Cómo debía sentirse? Nadie le llevaría nada nunca, pues, su madre estaba desinteresada en lo que pasara con él, y no podía comunicarse con Taeyong porque no tenía su celular consigo.
— Oh, lo siento—. Apenada, se dedicó a darle la medicación al beta de hebras rubias.
Cabe resaltar que, las pastillas se las daban molidas y en una cuchara con azúcar a preferencia, o sin ella. Jimin se preguntaba por qué era eso, le resultaba extraño.
— Bien, ven, pequeño— Park se acercó y sentó en la silla—. Aquí tienes.
Tomó su medicación y luego saludó desganadamente e, iba a cerrar la puerta de su cuarto, más fue detenido.
— Lo siento, no puedes cerrarla. Necesitamos saber de ustedes en todo momento—. Avisó, Lisa.
Bufando, no le dirigió la palabra y solo fue acostarse. Cerró sus ojos, más no se pudo dormir enseguida, por lo que, volvió a abrirlos y observó el techo, comenzando a pensar.
"¿Qué estará haciendo Jungkook? ¿Pensará en mí?" ¿Por qué estoy aquí? ¿Cómo terminé así? Odio esto...".
Sus ojos se tiñeron de un carmín y las lágrimas recorrieron sus mejillas. Se hizo una bolita y, quitando la almohada de su cabeza, la abrazó. Así, se durmió con las horas.
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Beauté|Kookmin
RomanceEl amor de dos niños, crece y se vuelve algo puro, envidiable y maravilloso. Los demás, desean algo que no tienen y perjudican. ¿Pueden superarlo o se rendirán? ¿Qué tan resistentes serán sus "te amo"? ⇝ No resubir ni adaptar. ⇝ Contenido homosexua...