Mi primera vez me la imaginaba de una manera distinta, quizás con una chica con abultados pechos o un trasero provocativo, pero jamás pensé que sería todo lo contrario.
Nunca se me pasó por la mente nada de esto, estar con un hombre y que además fuera mi amigo, bueno, eso en tiempo pasado.
Me sentía bien, no me arrepentía de nada, Erick llenaba una parte importante de mi, me hizo descubrir un lado tierno que ni yo conocía.
- ¿Callado? - preguntó entre mis piernas.
Respondí con un agudo sí mientras depositaba besos en su cuello, estar así me hacía bien.
Estuvimos parte del día solo los dos, incluso hasta nos bañamos juntos, fue algo extraño pero a la vez lindo, una de las cuantas experiencias que viviríamos.
- No quiero que te vayas - dije abrazando su cuerpo.
- Si pudiera quedarme lo haría.
- Sería bueno pasar una noche, varías noches mejor dicho, juntos.
- Algo se nos ocurrirá - respondió.
Solo las excusas eran nuestro respaldo para estar solos, no era lo más agradable y tampoco lo más justo, pero estaba dispuesto a seguir así.
- ¡Nooo!
- Chris, me tengo que ir.
Volví a llevarlo a mi, pero sabía que no podía retenerlo, sería meterlo en un problema con su mamá.
- Solo unos minutos más - pedí.
- ¿Y si vamos a mi casa? De paso comemos algo, tu pancita suena - bromeó.
- ¿No le molesta a tu mamá?
- No, en ese aspecto es muy atenta. Déjame la llamo, ponte algo más abrigado para irnos - dijo depositando un beso.
Busqué una sudadera, en lo que la llamaba traté de ordenar un poco la cama, ya luego la vendría a hacer por completo.
Después de esto mis ganas de estar de la mano con él, de abrazarlo y de besarlo aumentaron considerablemente, pero no lo iba a presionar, este día debía concluir de una buena forma.
Nos dábamos miradas cómplices, comenzábamos a entender cada mirada y cada gesto en nosotros, estábamos siendo un buen complemento.
- Hola mami - saludó apenas abrió la puerta.
Nos dio un beso a ambos, se sintió bien, esperaba que si algún día tomábamos la decisión de contar todo esto, me siga aceptando tal cual como ahora.
- Dejen sus cosas por algún lado, ya estará listo.
- Vamos a mi habitación, ya bajamos mamá.
- Permiso - dije con una sonrisa.
Lo seguí sin decir nada, acomodó unos cuantos cuadernos sobre la cama, esa sería la excusa del día, el estudio, a pesar de que ni siquiera habíamos ido a clases.
- ¿Por qué no tocas algo?
- ¿Eh?
- La guitarra ¡oye qué mal pensado!
Se levantó a buscarla, si no la hubiera visto ese día aquí, no me hubiera enterado de que sabía hacerlo. Procuró revisar que esté afinada, se notaba que dominaba eso.
- ¿Qué quieres que te toque?
- ¡Uf!
- Y así me dices a mi - negó.
- Una que te nazca, para mi - sonreí.
Me miró por un rato, nadie lograba sonrojarme como él, tenía sus métodos.
- ...es imposible que te quiera como yo, no hay nadie que te quiera como yo, déjame que te cambie la suerte, es imposible que te bese como yo, no hay nadie que te bese como yo.
- ...para mi es imposible perderte - canté con él.
- ¡Hey! - sonrió sin dejar de tocar su guitarra.
- Espera - pedí.
Puse mi mano sobre la de él, su mirada confundida me hizo tomar un gran respiro.
- ¿Quieres ser...?
- ¿...mi novio? - terminó por preguntar.
- ¿Qué? Espera.
- Dale, responde, no puedo responder yo mismo - rió.
- Claro que sí ¿y tú quieres serlo?
- Evidentemente, creo que es el momento - sonrió.
- ¿Novio?
- Tu novio.