Christopher me contó en detalle lo que había sucedido en su casa, era como si me hubiera escuchado a mi mismo.
- ¿Te creyó? - preguntó tomando su celular.
- Eso creo, pero dijo que tienes que ir por ropa y tus cosas de la escuela temprano.
- ¿Me acompañarías?
- Lo pensaré - reí.
Opté por traer a Christopher a mi casa, no quería volver a la suya y no podía dejarlo solo en cualquier lugar, me sentiría más tranquilo si estaba conmigo al menos por hoy.
- ¿No les molesta a tus papás verdad?
- Claro que no, si les molestara no te hubieran dejado ni entrar, además mi mamá ya te conoce.
- Como tu amigo - comentó.
Sin saber que decir me senté a su lado, el miedo era tanto que hasta nuestras familias posiblemente estarían al margen de lo nuestro.
- Bueno, de todas formas las relaciones son de dos - dije.
- Eso sí.
Llevó su mano a mi hombro para comenzar a recorrer, acarició poco a poco mi espalda como intentando relajarme.
Me sentía muy nervioso con Christopher, quizás porque él es el primer hombre con el que me he atrevido a intentar algo.
- Se siente bien - dijo.
- ¿Qué cosa? - miré confundido.
- Que tu chico mienta por ayudarte.
"Tu chico", dos palabras que me hicieron temblar por completo.
Sonreí nervioso, imaginar que alguien te diga cosas lindas no es lo mismo que escucharlo en persona.
- Igual fue una mentira buena - respondí.
- Una de las muchas.
- Posiblemente.
Habían momentos en los que ambos nos quedamos en silencio, ya sea para mirarnos o simplemente por los nervios.
Tal como la primera vez, comenzó a recorrer mis labios con sus dedos, me ardía hasta lo más mínimo de mi rostro.
- Creo que el sonrojado te va perfecto - comentó.
- Es que...
Sus labios no me dejaron continuar, era como un vaivén de emociones.
Mis manos subieron por su pecho hasta tomar su pálido rostro, no me imagino lo lindo que se debe sentir hacer esto con libertad.
Nuestras narices se movían contrariamente de una manera suave demostrando ternura, esto era simplemente perfecto.
- Todo podría ser tan distinto - susurró.
- Lo sé, pero no me molestaría mantener esto oculto viéndolo de otro punto de vista.
- ¿De verdad?
- Sí, por una parte que nos acepten no será fácil, las críticas aunque no queramos dañan y por otro, nadie se metería.
- Entiendo, solo que pienso que es injusto estar escondidos, es como si tuviéramos doble vida.
- A mí también me gustaría poder salir tranquilo a la calle contigo, pero aún no estamos preparados.
- ¿Te imaginas? - preguntó abrazándome.
- Qué.
- Salir a la calle como si nada, los dos, juntos como pareja, sería increíble.
Me detuve a imaginar aquella escena, sería perfecta si todos tuviéramos empatía con cada persona, independiente de los gustos.
- Algún día, algún día - susurré.
Nos recostamos en la cama, la puerta estaba con seguro por lo cual no había peligro de que nos descubran.
Nuestras manos tomadas parecían encajar perfectamente, yo a Christopher lo quería, eso era un hecho ya que llevamos un buen tiempo de conocernos por el colegio, pero ahora era distinto y eso me daba miedo, tenía temor de enamorarme.
- Quiero mi primera cita - habló de pronto.
- ¿Una cita?
- ¿Qué te parece el sábado? Tengo algo en mente.
- Sí, perfecto - sonreí.
- Entonces...
Me ayudó a sentarme en la cama nuevamente, se puso de pie tomando una postura muy correcta, fue imposible no reír.
- Qué loco eres.
- Erick ¿aceptas pasar un momento a solas conmigo? - preguntó extendiendo su mano.
- Acepto - respondí tomando está.
