Caminé hasta el lugar en dónde habíamos quedado vernos, a pesar de la hora hizo un esfuerzo que yo le agradecía mucho.
- ¿Demoré? - pregunté al verlo sentado.
- No, llegué hace poco.
- Menos mal.
Me senté a su lado, mantuve mis manos en los bolsillos debido al frío viento, mi mirada no se desviaba del suelo.
- ¿Estás mejor?
- Más tranquilo, no sé si mejor.
- ¿Que pasó?
- Mi mamá, insiste e insiste en el tema de que si tengo novia, que esto, que lo otro. Me aburro de eso sabes, quiero aclarar mi situación y con eso no hago más que seguir y seguir dudando de lo que debo hacer - respondí.
- Te entiendo, sé que es algo que ahoga y molesta, más cuando no tienes la seguridad de saber lo que tú quieres para ti.
- No sé que me pasa, me he vuelto un maldito cobarde.
- No digas eso Chris.
- ¡Es que es así! Tú sabes que yo soy muy directo y que si tengo que decir algo sea bueno o malo lo digo, pero con esto no puedo, siento miedo - confesé.
El silencio se apoderó de nosotros, pero no tenía con quién más descargar todo esto, Erick era el único que me podía entender.
- Te diría que no te dejes vencer por el miedo, pero me pasa lo mismo, me gustaría poder aconsejarte pero no puedo, esto es tan complicado.
- ¿Cómo piensas que van a reaccionar tus padres cuando les cuentes?
- Es que no se los contaré nunca, será algo mío - respondió.
- Pero no puedes fingir toda una vida ¿y tu felicidad?
- Si hay personas que han podido ¿por qué yo no? No seré el primero ni el único.
- Mierda - susurré.
- El solo hecho de ser homosexual nos limita a ciertas cosas, no por nosotros sino por los demás, es una injusticia enorme, pero es la realidad.
- Pero a diferencia de antes hay mucho más apoyo, leyes...
- ¿Y de que sirven las maldita leyes? ¡Están matando personas por amar Christopher! ¿una ley o el gobierno van a revivir a los tantos chicos y chicas que han muerto?
- Claro que no.
- De que me serviría a mi tener a un chico a mi lado si ni siquiera podré tomarle la mano en público sin que media calle se gire a mirar - comentó triste.
Encontraba toda la razón en sus palabras, pero también mucho dolor.
- Podríamos intentar ir superando algunos miedos, juntos - dije.
- Lo que pasó hoy...
- Me gustó, a mi si.
- ¿De verdad?
- No había besado nunca a un chico, se podría decir que fuiste el primero - dije sin mirarlo.
- Yo tampoco, en realidad sólo he besado a una chica, pero tenía como siete años - rió.
- ¿Que me dices?
- Si hay algo que no quiero perder es tu amistad, me da miedo tomar un riesgo que quede en nada, nunca te había mirado con otros ojos en todo este tiempo, y te juro que es verdad.
- Pero no me vas a perder, siento que podría sentir cosas fuertes, estoy viendo cosas en ti a las cuales no les había tomado atención antes, cosas que me gustan.
- ¿Y qué pasa si lo tuyo solo es curiosidad? Yo no me quiero enamorar de una persona que no esté seguro, yo tengo las cosas claras, una cosa es que no me acepte, pero yo sí soy gay Christopher, pero tú no lo sabes, no quiero hacerme una falsa ilusión con uno de mis amigos.
