19 | Acorralado

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    Un rato después nos encontrábamos en el comedor, degustando de la deliciosa comida que había preparado Amber. El momento conmovedor había pasado hace unos diez minutos, pero gracias al cielo el ambiente no estaba tenso. Y mientras comíamos, Amber y David se la pasaban observando a Liza con mucha atención, como si no quisieran perderse algún detalle, o como si quisiera grabarla en su memoria. Y los entiendo perfectamente. Y lo que más me tranquilizaba, era que Liza no se sentía incómoda bajo sus miradas.

    ―Entonces eres el novio de Liza, ¿dijiste que te llamabas Evan? ―me preguntó David.

     ―Sí, Evan. Y sí, soy el novio de esta enana.

     ―Tal vez no lo dé a notar mucho ―habló Liza ―, pero en realidad estoy muy feliz de conocerlos. En serio, no creí que en algún momento les gustaría conocerme.

     ―Cuando en verdad en cuanto pudimos empezamos a buscarte ―dijo él mientras recargaba su mejilla en el puño, mirando a Liza con adoración. 

     De pronto me sentí mal por ellos, al parecer sí querían tener a Liza, pero no se pudo.

     ―Recuerdo cuando Amber me dijo cuándo te estaba esperando, que estaba embarazada ―sonrió con melancolía.

     ―Mientras que yo estaba hecha un mar de lágrimas, David estaba encantado con la idea de una familia ―habló ella un poco seria. Al parecer eran recuerdos un poco amargos.

     ―Pero... si estaban encantados con la idea, ¿Por qué...? ―preguntó mi novia un poco tímida.

     ―Nuestro amor era prohibido ―dijo Amber tomando la mano de Dave ―. Mis padres no nos querían juntos ―Liza se acercó a la mesa interesada, y yo la imité ―. Era una adolescente de alta cuna, pero David no, él vivía bien, pero no tuvo todas las comodidades que yo. Éramos de mundos muy diferentes, mientras que yo debía ser elegante, hacer las cosas correctas, él vivía su vida al máximo. David salía con quien quisiera salir, y mis amigos ya estaban elegidos por mis padres.

     ―No quiero ofenderte, pero tu adolescencia suena aburrida y asfixiante ―opinó la hermana de mi líder.

     La observé sorprendido ante su confesión, Amber y David rieron y yo tapé mis ojos con una mano, aun sin poder creer que Liza había dicho algo así.

     ―En fin, me enamoré de David por ser un alma libre, rebelde. Él era todo lo que yo quería ser y hacía todo lo que yo quería hacer.

     ―¿Y cómo se conocieron? ―decidí preguntar.

     ―Una noche me escapé de casa y salí a un club ―dijo la mujer de ojos azules ―. Fui sola y me había pasado de tragos. Unos chicos trataron de propasarse, pero David me ayudó. 

     ―Me coqueteaste ―aclaró él y Liza sonrió en grande.

     Me encantaba el hecho de que este encuentro no le haya resultado incómodo. Al contrario, ha sido bastante relajador, como si ya ellos se conocieran.

     ―Nos enamoramos ―agregó David ―. Sus padres no aceptaron nuestra relación, incluso me amenazaron, pero nosotros fuimos más fuertes. Amber fue advertida por sus padres que, si nuestra relación no tenía fin, entonces ya no pagarían sus estudios, la dejarían sin su fidecomiso. La dejarían sin nada.

     Observé a mi novia y ella los estudiaba con preocupación, pero interesada en seguir escuchando. 

     ―Caíste en mi vientre, Liza ―le habló su madre al mirarla a los ojos ―. Fueron los ocho meses más hermosos, pero también estresantes para mí.

El Cuervo © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora