15 | Un Domini menos

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    Quería encontrarla. Nada más, ningún otro deseo pasaba por mi mente. Joder, maldita sea, se la habían llevado. Y yo necesitaba encontrarla, antes de que sea más tarde.

    Sentí este tan conocido cosquilleo en mis dedos y las ganas de romper algo me invadían. Iba a perder la jodida cabeza, tenía que hablar con Ethan, aunque me asesine después, me arranque la piel, las uñas o me lleve de un extremo del mundo hasta el otro extremo arrastrándome.

    Y mientras conducía, tomé mi celular y marqué el número de mi líder. El condenado no lo cogía y debido a mi rabia pisé más el acelerador. Volví a llamarlo y tampoco lo cogió.

    —Joder, Ethan, responde —gruñí desesperado.

    Miles de cosas empezaron a cruzar por mi mente, muchos escenarios, donde le hacían daño, la torturaban. Donde le hacían lo mismo que a April. Joder, no podía permitir que le pase a alguien más de nuevo, no si puedo evitarlo.

    Volví a marcarle a Ethan.

    —¿Qué ocurre? —oí su voz indiferente.

    —Es Liza, despareció, la secuestraron, no se quien, y no se en dónde empezar a buscarla —balbuceé —. No puedo perderla, Ethan, no me imaginé que esto pasaría.

    —¿De qué mierdas hablas?

    —¿En serio no me entiendes? —me alteré —. Se la llevaron. La secuestraron, no sé en dónde está.

    —¡Se supone que ella estaba contigo!

    —¿Y qué demonios sabía que yo que dejándola en la seguridad de mi auto podrían hacerle algo?

    —Ven a mi casa. Ahora.

    Pasaron unos diez minutos cuando salí del Jeep y me apresuraba a entrar a la casa del líder de los Dominis. Y no quería que pasara ni un maldito minuto más sin saber nada. Todo esto era mi culpa, siempre haciendo las cosas mal. Estaba harto.

    Al entrar, la mayoría de los Dominis se hallaban en la gran sala de estar. Elliott estaba en una esquina y Jackson me observaba furioso, con odio.

    —¿Qué fue lo que pasó? —escuché a mi líder, quien se contenía.

    —Regresé del estacionamiento a la cafetería para llevarle algo a April cuando volviera a casa. Y al estar de vuelta, Liza ya no estaba.

    —¿Y cómo se te ocurre dejarla sola? —habló Elliott caminando hacia a mi completamente enojado. Y demonios, que ahora mismo no estaba para aguantarle rabietas a nadie. Con lo enojado que estoy ahora mismo conmigo, es suficiente.

    —¡Evan no sabía que esto podría pasar, Elliott! —La voz de Ethan retumbó y los demás lo observaron quietos —. Esto pudo haberle pasado a cualquiera, incluso a mí.

    Ethan me observó con atención y salió de la sala. Zack se acercó a mí y me preguntó cómo estaba.

    —¿Cómo crees que estoy, Zack? —dije antes de sentarme en el gran sofá. Hecho esto, puse mis manos en la cabeza —. No quiero que le hagan nada, que le hagan lo mismo que April, no lo soportaría. No de nuevo.

    —La vamos a encontrar, Evan —dijo Alexander y levanté la vista para verlo —. De seguro se defendió, o hará lo que sea para que no le hagan daño.

    —Sí, espero que haya aplicado algunas técnicas de las que le enseñé —comentó Jackson y lo observé con los ojos más abiertos que un libro.

    —¿En serio es eso en lo que estás pensando? —le gruñí a la vez que me ponía de pie —. ¿Eso es lo que estás pensando cuando ella está en peligro?

El Cuervo © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora