21 | El inicio de una guerra

379 72 74
                                    

    Parpadeé varias veces mientras mantenía el entrecejo arrugado y los ojos bien abiertos. Él estaba ahí, parado, viéndome con un poco de miedo. ¿Y cómo no tenerlo? Yo estaba apuntándole con un arma de fuego.

    ¿Qué demonios hacía Zack vivo? No es que no me alegre, porque por supuesto me alegraba, joder, él estaba bien, solo que ahora mismo me encontraba con un reguero de emociones invadiéndome: asombro, felicidad, sorpresa.

    ¿Cómo había entrado él aquí? ¿Qué hacia él aquí? ¿Acaso Ethan sabía que Zack estaba vivo?

    No lo aguanté más y caminé hasta a él para abrazarlo con fraternidad. Respiré con alivio y dejé escapar el aire.

    ―No puedo creer que estés vivo ―le susurré.

    Unos segundos después recordé aquella noche, el desastre, los disparos, la policía. Recordé la tristeza y la tensión que se sentía en el ambiente, mi impotencia y rabia.

    ―¿Qué haces aquí? ―no dudé en preguntarle. Zack solo me miraba sin decir nada. Con una expresión muy seria en su rostro ―. ¿Ethan sabes que estás bien? ¿Él sabe que estás vivo? ¿Qué pasó esa noche, Zack?

    ―Eres con el primer Domini que hablo después de despertar. No confío en nadie más, ni siquiera en Ethan.

    Comencé a estudiarlo de pies a cabeza, verificando si realmente era Zack quien estaba parado frente a mí, porque de verdad no podía creerlo.

    ―Debiste ir con nosotros ―fue lo que dije, refiriéndome a mi líder, lamentándome ―. ¿En dónde demonios has estado en todo este tiempo? Tienes que hablar con Ethan.

    ―No, no puedo ―habló muy seguro.

    Miré a todos lados, y pensé que era peligroso que él estuviera aquí, pues mis padres o April podrían despertar.

    ―Camina ―lo tomé de la chaqueta de cuero y salimos de mi casa por la puerta principal.

    Eché una mirada a las escaleras para asegurarme de que alguien de mi familia no estuviera viendo. Al estar afuera, nos guie hasta un árbol, en donde pudiéramos conversar discretamente.

    ―No puedo estar aquí contigo, me estoy arriesgando ―susurró.

    ―¿Cómo que te estás arriesgando? ¿Qué es lo que está ocurriendo?

    ―Los Vansers, Evan ―me habló, impaciente ―. Ya no soy un Domini.

    ¿Cómo se supone que eso era posible? ¿Acaso se puede pertenecer a los Dominis un día y dos meses después estar con los Vansers?

    Necesitaba que Zack me explicara qué estaba sucediendo, sabía que él quería decirme algo, porque, por algo está aquí, ¿no?

    ―Eres el único Domini en quien confío ―asentí.

    Me quedé en silencio esperando a que continuara.

    ―Me vas a contar lo que pasó esa noche, ¿cierto? ―pausé ―. Es por eso que estás aquí, para contarme lo que sucedió, ¿no es así?

    ―Fue Jackson ―hizo silencio. Y si soy sincero, no me gustaba para nada como sonaba ese nombre en esta situación ―. Nos encerró en una de las habitaciones de la casa, e intentó asesinarme.

    ¿Por qué?

    Esa era la única pregunta que ahora mismo rondaba en mi cabeza. Pero mierda, ¿por qué no me sorprendía? Hasta que recordé ese gesto que había hecho Jackson al irnos de ahí. No fue mi imaginación.

El Cuervo © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora