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— ¿Jimin? — una voz muy, muy lejana se escuchaba de entre mi sueño.

La oscuridad era presente, principalmente porque tenía los ojos cerrados. El fría se colaba por mi espalda y me concentraba en aferrarme más a la sabana que tenía en mi cuerpo, el olor a perfume de mujer se podía percibir colándose por mis cosas nasales. Dios, me dolía un chingo la espalda.

— ¿Jimin? — de nuevo la voz me golpeó los tímpanos haciendome reaccionar esta vez, la voz la había reconocido como la de Shomi, mi compañera de habitación que pocas veces veía pues ella siempre estaba con su novio, haciendo ejercicio o pasando tiempo en reuniones o fiestas... Todo lo que yo no hacía— ¡Jimin!

Y como si fuese un remedio, el gritillo que soltó Shomi me hizo reaccionar inmediatamente, haciendo sobresaltar en mi cama. Dios, ¡estaba durmiendo! Quién en su sano juicio me levanta en mi único día libre de la semana, debe estar jodidamente bromeando. Shomi me iba a escuchar, me hice un pacto a mi misma que como veria a Shomi todos los días, crear una tensión por mis comentarios fuera de lugar sería bastante incómodo vernos. Pero esto ha cruzado el límite, habíamos tachado reglas y una de ellas era no despertarnos a menos que veamos que nos hemos quedado dormidas para ir a clases. Punto.

Me adapte a la luz del bombillo en el techo y revolvió mi cabello tratando de ver por entre las hebras la puta cara de Shomi que me miraba impaciente y seguía hablándome como si lo que estuviese haciendo estaba bien. Hija de puta.

— Joder, Shomi. Hoy es mi puto día libre — me quejé quitándome la colcha de encima y acariciando mi sien con impaciencia—. ¿Qué mierda te sucede? — volví a esperar con un poco de furia, haciendo que ella resoplara.

— Estoy de llegada, Jimin. Han estado tocando la puerta por los últimos diez minutos y no haz salido — la vi poner sus manos en las caderas para después agacharse y tomar su bolso que usualmente tenía cuando iba a hacer ejercicio—, creo que es importante, así que yo que tú me levantaría — palmeó la sabana para finalizar su palabrería y bufar para alejarse de mi cama.

Me quité la pesada tela que me cubría para encararla y decirle que jode mucho mi existencia en estos precisos momentos, sin embargo cuando salí a la pequeña sala que dividía nuestros cuartos me encontré con no solo una molestia, si no con una grano en el culo.

— Despampanante, Fake Jimin. La baba seca en tu barbilla te da un toque chic — la risa del conejo que camina en dos patas me aturdido en todo su esplendor.

Miré a Shomi, que solo sonreía mientras recogía sus cosas para, creo yo, salir por la puerta e irse finalmente. Ella era todo lo contrario a mí sí podía decir, su esbelta figura por hacer ejercicio, su piel contraria a la mía mientras que ella resplandecía con su piel blanquecina, yo hacia mí presencia con una ligeramente bronceada, ella era delicada y yo... Bueno, también me peinaba por las mañanas. Es decir, no es como si yo fuera una loca total, no, para nada, pero normalmente Shomi siempre estaba perfecta sin importar qué, yo era más... Común.

— Dime qué es una pesadilla — pasé mi mano por mi frente y la desparramé por toda mi cara denotando mi frustración.

Shomi rió suavemente y se dirigió a Jungkook: — Normalmente ella es así, te acostumbras al tiempo — sonó amable y suspiró para poder irse—. Adiós, Jungkook. Nos vemos, Jimin, suerte con lo que sea.

Y simplemente así fue como ella pasó por la puerta, desapareciendo por fin de mí vista –pensé que nunca se iría, quizás es la mejor roommate que había tenido, pero a veces puede sacarme de mis casillas– y a su vez siendo un pequeño imán para los ojos de Jungkook gracias a sus licras deportivas que denotaban muy, pero muy bien su esfuerzo cada mañana por hacer esas cosas con las pesas.

¡no soy jimin!  ||  bts; jungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora