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— ¿Estás bien, Jigi? — Namjoon alzó una ceja hacia mí, preguntándose el porqué de mi actitud que sinceramente yo tampoco entendía. Le miré por debajo de mi flequillo a mi lado, su altura era un punto a favor para él al tratar de buscar mi mirada, estar en su habitación sentada en su silla tratando de despejar mi cabeza no había ayudado mucho. Sin querer había estado mirando a otros lados y respondiendo las preguntas de él con el mínimo de ánimo. Suspiré profundamente sintiéndome nuevamente culpable por el trato que ahora estaba recibiendo él.

— Si, solo es que estoy un poco cansada — sonreí a medias, colocando mi palma en mi barbilla para mirarle fijamente. Aunque en mis planes no estaba que Namjoon riera como si un chiste muy mala hubiese sido contado.

Para mí mala suerte, sabía que yo estaba mintiendo cuando sus ojos calculadores se pasearon por los míos con libertad, no solo el tiempo juntos había hecho que reconociera mis gestos que demostraban ciertos sentimientos, pero Namjoon no era para nada tonto y lejos de ser un chico al que se le dificulta leer las miradas y actitudes, parecía como si leyera tu vida en la frente. Mordí mi labio un poco dudosa si era muy obvia o no, pero cuando ladeó la cabeza en un claro intento de sé que te sucede algo, me rendí ante aquella suave sonrisa que se formaba en sus labios.

Así que me rendí ante el señor Kim Namjoon y dejé caer mis hombros a los lados, ladeando mi cabeza con cansancio para poder reposar mi nuca en el respaldar de la cómoda silla.

— Sabes que miento, eh. — solté de manera exhausta, sonriendo para encubrir un poco mi desgracia. No era exactamente que estaba mal, pero el hecho de que estaba abriéndome paso a hacer paces con el mundo y todavía faltaba Jeon no me era placentero. Aunque, ¿era él el único a quien le debía una conversación?

Miré con vergüenza a mi acompañante, aún sentado en la cama, con esa sonrisa suya tan comprensiva, más de una cosa me transmitían sus ojos y su sonrisa; era que al contrario de lo que yo había hecho todo este tiempo, era más fácil hablar con Namjoon.

— A la perfección. — confesó, y con su palma golpeó suavemente mi muslo, irguiendose en la colcha— Dime qué sucede.

Por mucho que quería retener mis palabras, hoy era un día en el que había explotado mi cerebro y mis palabras. Me había redimido y admitido todos y cada uno de mis errores. Había perdonado, disculpado, respetado y comprendido. Pero no creía que Namjoon debería llevarse toda la montaña rusa que pasaba en mi cabeza. Había llegado a su habitación de manera espontánea aquella mañana luego de ignorar muchos de sus mensajes, y es que por mucho que lo intentaba, realmente estaba fiel a la idea de que Kim Namjoon era demasiado perfecto como para verme doblegarme o en su defecto... Mi realidad.

— Son solo tonterías.

No estaba lista para enfrentarme a mí realidad con Namjoon.

— Han pasado muchas tonterías desde que empezamos a salir.

Sus palabras salieron un poco acusatorias y por la manera tan suave que lo había dicho me recalcó que no era exactamente algo bueno. Suspiré con pesadez al ver sus ojos suplicantes mirándome y es que pareciera que aunque lo colocará de distintas manera, Namjoon sabía exactamente qué hacer conmigo.

Comprendo de inmediato su comentario y es que todas aquellas tonterías que habían pasado mientras estábamos juntos, eran lo que al día ayer me molestaban y hoy ya eran simples lecciones de vida. Todos los acontecimientos que de alguna manera había quebrado mi persona los últimos meses se los había ocultado; según yo, Namjoon no tenía ni la más mínima idea de mi altercado con Sui, Hoseok y Jin,  podría jurar que aunque tenía en cuenta que él notaba los peculiares en los que yo no estaba con mis amigos como regularmente hacía antes, el no se molestó en tan siquiera preguntar algo. Ni siquiera cuando aquél deplorable día me descubrió con un Jungkook en el suelo con un puñetazo en el pómulo.

¡no soy jimin!  ||  bts; jungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora