27

1.5K 184 71
                                    

Bailaba en mis sueños con la alarma de mi teléfono que tenía casi veinte minutos sonando de manera insaciable, casi como si se estuviese burlando de mi tan de frente. No sabía qué hora era, y tampoco me interesaba mucho para ser honesta, lo único que me aterrizaba a la tierra era que si sabía la fecha y día en que me encontraba. Un jueves, eso significaba que tenía clases a las cuales asistir, pero realmente mi alma no podría con ellos.

— ¿Jigi? — la voz de mi compañera Shomi se coló por mis oídos como dagas punzantes. Joder como odiaba que me despertara—. Jigi... Sé que no te gusta que te despierte, pero tú alarma lleva sonando la última hora — la oscuridad de mi habitación no me permitió verla más que la silueta que se reflejaba por la luz de la sala común.

Gruñí en respuesta, sabía que lo hacía con una buena intención, pero eso no me hacía querer desollar al mundo ahora mismo, levanté mi torso y frote mis ojos con mi puño. Ella encendió la luz, haciendo relucir su esbelto cuerpo y sus ropas de gimnasio, joder, a veces quisiera ser tan malditamente productiva como ella. Mi cabello enmarañado era la principal atracción y aunque trataba de evitar langosta directa a mi rostro, la luz aún seguía siendo un jodido dolor de cabeza. Sentía un punzante dolor y mis ojos parecían no querer colaborar con la situación.

— ¿Estas bien? — fue su siguiente pregunta. Estire mi mano para poder tomar el teléfono en mi mesa y silenciar la alarma por fin. Le mire de reojo con el cejo fruncido y denote un poco de ironía.

— Pues obviamente si, ¿a quien no le gusta ser despertado cuando estás en medio de un increíble sueño? — rebote con una gran mueca en mi rostro. No estaba realmente enojada, quizás lo mejor era eso, despertarme antes de que mi clase terminara y me amó estarán, por décima sexta vez.

— Lo decía porque te ves... Bueno, un poco mal — ella hizo énfasis, señalando su rostro generalizando todas sus facciones.

— Gracias, Shomi. Eso es muy lindo de tu parte decirlo — ironice por segunda vez. Ella bufo, virando los ojos en el proceso.

— Ya sabes a lo que me refiero.

Suspiré sonoramente queriendo evitar toda la conversación, tomé mi teléfono para poder ir al baño y empezar con mi rutina express.

— Estoy bien, gracias — fue lo último que profesó mi boca antes de cerrar la puerta, sin hacerle frente a lo que mi compañera decía.

Era más que obvio que mis últimos dos días no iban nada bien, Shomi testigo de ello. Había permanecido en mi habitación por un largo periodo de tiempo y faltar a dos clases importantes de mi horario estudiantil tampoco fue una buena opción. Mientras me cepillada los dientes y miraba mi reflejo en mi espejo me di cuenta de lo que había llamado la atención a Shomi, y es que me veía del puto asco. Más que de costumbre. Tenía bolsa bajos los ojos añadiendo lo rojizo que estaban, podía sentir un peso en mis hombros y mi cabeza dolía. Mi piel pálida se veía enfermiza y lo podía adjudicar a como había tenido en un segundo plano comer, especialmente el desyuno. Bufé nuevamente de manera sonora queriendo cambiar todo con un chasqueo.

Pasé las manos por mi cabello intentando acomodar el jodido desastre que había en él. No podía seguir así, daba una maldita vergüenza ajena si alguien me viera por una ventanilla. Se supone que soy Jigi, la puta ama, la que hace llorar, la que insulta y la que no le afecta nada.

¿Pero porqué había llorado hasta dormirme estos días?

Definitivamente no podía dar esa maldita impresión, vamos Park Jimin, tu eres más fuerte que esto. Ese idiota solo fue un sobrante en tu vida, y lo sabes. No tienes por qué preocuparte por ello, encontrarás más monos callejeros idiotas que harán el trabajo por ti y harán comentarios estúpidos innecesarios.

¡no soy jimin!  ||  bts; jungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora