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Estar tomada de la mano a Namjoon es todo lo que sólo pude imaginar en la vida meses atrás. Era tan irreal para mi vetle tan de cerca y sentir su piel contra la mía en un enlace tan inocente como era enredar nuestros dedos de manera firme. La brisa de la noche golpeaba contra nosotros, el se había encargado de hacer de la salida lo más íntima posible, y era por eso que había dejado de lado su auto para poder caminar entre los jardines y plazas que estaban en nuestro camino de vuelta al su edificio. Porque sí, la cita no terminaba hasta que –cono el había prometido–, mostrarme su lugar de trabajo, donde podía arreglar las canciones y toda la música que había hecho en su vida.

La suela de mis zapatos resonaban contra el pavimento, aún así que la cena requería etiqueta no pude evitar ponerme mis sneakers blancas a juego con mi vestido de terciopelo vino. Me dije a mi misma que la noche merecía un poco de esfuerzo, porque claro, seamos honestos, cuando sales con tu crush de hace tiempo lo primero que piensas es en que te veas tan malditamente bella que se haga preguntarse a si mismo, joder ¿por que no la voltee a ver antes?. Si, ese era mi exacto intento con mi acompañante y por suerte, lo estaba logrando.

Le voltee a ver con un poco de timidez, me sentía fuera de mi. Tan nerviosa e insegura que casi pareciera como si otra Jigi estuviese tomando el mando de la noche. Su perfil delineado por la luz de la luna se veía casi tan perfecto como siempre imaginé que sería de lejos. Namjoon tenía aquella maldita especialidad de poder hacerme sentir pequeña, y no solo con su altura –muy poco me sentía pequeña por mi altura– pero lo adjudicaba a su confianza que parecía ir más lejos de lo que alguien podría imaginar del chico inteligente de la clase. Suspire con gracia al darme cuenta de su papel, el que jugaba en la universidad, la mayoría del tiempo me preguntaba porqué alguien tan peculiar como el nunca recibía la atención que merecía y no me refiero a que de alguna manera su teléfono y vida debería estar llena de culos de chicas pidiendo atención... Pero era algo así.

Las personas más resaltantes en este mierda estudiantil normalmente tenían ciertas características. Eran guapos, adinerados, sociales y básicos. Ese era el promedio de chico reconocido, confirmaba mis juicios cuando sabía que una de las cabezas que llevaban la batuta aquí eran las tres chicas súper poderosas con pito. Taehyung, Jimin y Jungkook. Pero bueno, no era un tema al que quería caer en estos momentos, sólo quería disfrutar de la compañía de Namjoon y en su mano, la cual estaba brindando roces con su pulgar en mi dorso.

Estaba en el cielo, y Kim era mi jodido ángel.

— ¿Entonces la pasaste bien? — su mirada giro a la mía con detención, cachándome en mi acción de saborear con los ojos su maldito y perfecto ser.

Sonrei mirando el camino ahora había cambiado y la escena del campus ahora pasaba a ser la de su edificio. Eran las ocho con treinta y sólo faltaba una hora para el toque de queda que esperaba no poder respetar. Dentro de esa hora podía haber mucho de qué hablar... O que hacer.

— Oh... ¡si, por supuesto! Digo, la comida estuvo genial — a excepción de los mariscos, que asco—. Y esa película me gustó muchísimo, nunca me cansaré de ver Parásitos — halague con una sonrisa en mi rostro.

— Pensé que lo odiarías — se rió de si mismo, permitiéndome pasar en el ascensor, para luego apretar el botón de su respectivo piso—. Se que ya está muy trillada, pero el cine la ha puesto en la cartelera, era eso o ver Frozen 2 y sinceramente entre esa y...-

— Hey — le interrumpí, colocando mi mano en su hombro—. Estuvo genial.

Sus ojos por fin encontraron paz al ver como yo le hacía saber con mis gestos que no tenía que preocuparse por nada. Tenerlo en frente me hizo sentirme un poco más débil, y verle sonreirme de esa manera tan típica de labios apretados y hoyuelo reluciente sólo me provocaron ganas de darle mi gratitud en la más pura escena.

¡no soy jimin!  ||  bts; jungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora