Dos chicos
Dos chicas
Cuatro elementos
Ellos no conocen este mundo, a sus 17 años ellos sabrán la verdad, pero después de eso tendrán que matar, luchar por sobrevivir, tendran enemigos en cada esquina del mundo.
Reías
Llorarás
Odiarás
Pero no te p...
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Persson Vidal:
-Necesito una pelea para esta semana- le digo a Carl.
-Lo sé, lo sé. Pero no hay programadas para esta semana. Creo que será hasta la próxima semana- me informa Carl.
-¡Diablos! Necesito el dinero para pagar el hotel- digo golpeando el saco de boxeo una y otra vez.
-Sabes que te puedo prestar si así lo deseas- me ofrece Carl.
-Gracias pero sabes que no me gusta deberle a nadie- le recuerdo.
-Está bien, sabes que cuentas conmigo- asiento, él se retira hacia los vestidores.
Sigo entrenando unos cuantos minutos más y luego me despido de Carl y salgo del lugar.
Voy caminando y recuerdo que hoy tengo que pagar el hotel pero me hacen falta unos cuantos billetes que gasté en cervezas. ¡Sí que soy estúpido! Pienso mientras sigo mi camino.
Estoy en uno de los barros más peligrosos de Nueva York, me detengo cuando veo a unos niños siendo atacados por otros más grandes.
-¡No, suelta a mi hermano!- ordena la niña más grande.
-¡Oblígame!- reta el mayor.
-¡Auuuuuu! Me lastimas- susurró el más pequeño.
-¡Hey! Suéltalos, no te han hecho nada- digo con firmeza.
-¿Quién eres tú?- pregunta el mayor
-No lo querrás saber. Déjalos en paz, son inocentes- ordeno
-Jefe, vámonos. Él es Persoon Vidal- dice alguien a las espaldas del mayor.
-Persoon, ¿qué Persoon?- pregunta.
-Cipriano...Persoon Vidal Cipriano- responde el pelinegro del fondo.
El "jefe" suelta al pequeño y salen corriendo mientras dicen "vámonos". Los niños se acercan a mí y hablan.
-Gracias señor- agradecen al unísono. Yo asiento serio y me voy.
Decir que esa escena o me afecto seria mentir. Recordé cuando estaba con mis padres y fuimos atacados de la misma forma, solo que con personas mucho más peligrosas.
Dieciseis y medioaños atrás...
-Vaya, vaya. Vean a quiénes tenemos aquí- habló una voz grave.
-Hall, no estamos aquí para eso- contestó mi padre.
-Ohhh, claro que no, querido amigo- volvió a decir esa voz. -Hoy acabarán las traiciones y los enredos para mí- entraron más hombres con armas al oscuro callejón.
