En marcha.

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Arnold regresa a casa derrotado, tenía el mejor animo al salir pero ahora se siente mal, muy mal. No sabe como acercarse a Helga, es una ciudad grande y él esta perdido. Este es el campo de Helga y él un visitante, tiene todas las de perder. Sin nadie, sin gente confiable... solo una niña rara de diez años que aparecía solo para picarlo y dos chicas que vió una vez pero de las cuales tiene su número. Amigos de Helga ha visto a tres: la del bar que tiene corte de hombre, el tipo que se llama Norris y la secretaria que ha salido a comer con Helga algunos días. La primera se ve amenazante, el segundo parece un tipo difícil y la tercera no era muy confiable que quisiera ayudarlo. 

Hacerse amigo de alguien como esas personas era dificil pero Arnold pensó en Helga, ella era una extraña que se metía a jugar con la pandilla a pesar de ser la matona del grupo ¿no logró un lugar en los corazones de ellos? Aunque ella no lo reconozca mas de uno le tenía afecto. Arnold lograría lo mismo. Decide ir al día siguiente al bar y hablar con la muchacha de la cual el tal Norris esta perdidamente enamorado. Y también iria con Margot y Romina, estaban locas pero ¿acaso él no era amigo de un Hombre Pajaro y un Hombre Mono?

                           Día 15 en Inglaterra.

Arnold entra a ese bar y nota que la decoración es algo punk, hay un billar en alguna parte y varias mesas. A pesar de ello, niños jugando y muchas familias ya se veían a las diez de la mañana. Él se sentó en la barra pero alguien lo quitó de ahi alegando que la barra no funcionaba en el día.

-Solo queria sentarme, no beber.-

El hombre bajo le hizo un gesto comico con la cabeza. 

-La jefa es estricta, nadie en la barra de siete a siete, americano.-

Arnold veía el lugar pero la mujer no aparecía.

-¿Qué va a ordenar?-

-Unos panqueques y jugo esta bien, gracias.-

-En seguida.-

Seguía viendo la barra, esperando que la mujer saliera en algún momento pero eso no ocurrió, en cambio por la puerta se escucho unos buenos días encantadores. Arnold no se fijo hasta que ella entró en su campo de visión. Tenía unos pantalones de mezclilla negros y una blusa de tirantes blanca y un sueter tejido de color amarillo. No traía maquillaje pero la sonrisa era suficiente. Vio que saludó a los trabajadores y ellos correspondieron con una gran sonrisa también.

Arnold no sabía como iba a hablarle asi que hizo lo primero que se le ocurrió.

-Disculpe ¿esa que ha entrado ahi es la dueña?-le preguntó a su mesero.

-Si.-

-¿Cree que podrá recibirme? Soy amigo suyo, no se acordará mucho de mi pero estudiamos la secundaria juntos.-dijo sonando sincero.

El mesero lo medito un momento pero él no era muy listo, se encogió de hombros e hizo una cara algo graciosa mientras asentía.

-¿Cuál es su nombre?-

-Jeremy.-dijo rapido, si alguna vez conoció esa mujer a un americano debía llamarse asi, todos lo hacían o eso pensó Arnold.

No tardo mucho en salir la mujer de la cocina con una cara que mostraba su extrañeza pero también su curiosidad.

-No te conozco.-dijo acercandose.

-¿Podría sentarse? Tengo algo que decirle.-

-No me gustan los juegos. Yo no te conozco ni tu a mi.-

-No, en eso te equivocas. Yo te he vistó.-

-Ah, pero no me conoces.-dijo seria.

-Cierto, no lo hago pero por favor, sientate y escucha a un extraño.-suplicó.

Regresando a Inglaterra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora