Abuelo.

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Cuando Arnold terminó de comer junto a Gerald y a Helga fue directo al hospital. Helga se quedo un momento en el estacionamiento con Gerald.

-Vete a descansar, melenudo, yo me quedaré con él.-

-Eres una maldita loca. ¿Sabes que sufrió todo el tiempo que no le hablaste?-

-Lo sé. ¿Phoebe esta aquí?-

-Le tocó en el área de neonatología hoy. Ire a despedirme. Deberías venir a saludarla.-

-Iré después.-

-Es la única que le atinó a lo que harías y yo no le creí.-

-Mas confianza en tu prometida. Yo llevo a Arnold a casa ¿ok?-

-Bien, rubia.-los dos entraron al hospital, fueron al elevador y cuando Gerald se bajo en el segundo piso no pudo evitar decir -Me alegra que hayas vuelto.-

-¿De aquí a donde me extrañabas?-preguntó altanera, con una perversa sonrisa.

-Vete al infierno.-dijo antes de que las puertas del elevador se cerraran. Sonreía y eso hizo reír a Helga.

Cuando Helga bajo del elevador en el piso donde el abuelo estaba.
Arnold la esperaba sentado mirando el celular.

-¿Algo nuevo?-dijo sentandose a su lado.

-En realidad no me dicen nada desde la mañana. El abuelo solo tuvo una caída pero desde que llegó a presentado otros problemas. Dicen que su pulmon izquierdo tiene un pequeño tumor que puede ser operado pero 'por su edad...-no lo pudo soportar y su voz se le quebró en el intento por seguir hablando.

Helga lo dejo acurrucarse en su brazos.

-Es el hombre mas fuerte que conozco, Arnold. Saldrá de esta si así debe ser pero si no... estaré aquí, junto a ti.

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Pasaron los días. Phil no daba muestras de mejoría pero Arnold y Helga no se daban por vencidos. Iban todos los días y cuando Helga creía que era hora de irse, él aceptaba sin quejarse.

Bob se alegro al ver a su hija pero al enterarse de la noticia del viejo Shortman entendió que su hija venía por situaciones diferentes que una simple visita familiar.

Helga se quedo con él. Desayunaban juntos y ella se iba con Arnold.

Bob, desde el juicio de Olga había cambiado. Era un hombre nuevo quien trataba de comenzar a vivir de nuevo. Comía mejor y salía mas. Había hecho amigos en un club de damas chinas que había conocido en el parque y a veces salía a cenar con ellos. La muerte de Olga jamás podría superarse pero seguir a delante era necesario para sanar la herida.

Helga y Arnold comían juntos en la cafetería del hospital o la que estaba frente a él. En ocasiones Helga le llevaba el desayuno.

Arnold se recostaba en su pecho por las noches y ella lo acariciaba y lo abrazaba susurrandole palabras reconfortantes.

A veces él dormía tan profundo que ella aprovechaba para contestar las llamadas sobre los casos que había dejado y había prometido ser consultora.

Pasaron dos semanas hasta que el doctor, un hombre viejo y alto decidió dar noticias nuevas.

-El señor Shortman es muy grande para la operación pero es un hombre sano- comenzó -A pesar de su fuerza y sus ganas de vivir, una operación sería arriesgada. Tiene noventa y tres años y jamás había visto a un hombre tan sano como él de esa edad. Mi recomendación es que no le hagamos la operación ya que eso solo lo dejaría en un estado, bueno, digamoslo así. Le haríamos un mal al quitarle el tumor. Es pequeño y no causará problemas por un largo tiempo.-

Regresando a Inglaterra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora