Despertando.

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"-Y no, no me voy a arrepentir de esto.-"

Las palabras las repetía una y otra vez en su cabeza. La sonrisa era imborrable. Arnold llego a la Universidad tan alegre que ni siquiera notó como se copiaban tres alumnos en un examen.

No podía creerlo, su Helga lo había besado.  Y lo que paso después no podía dejar de recordarlo. Claro, la frase "no me voy a arrepentir de esto" le coló duro en el corazón. Eso significaba mucho para él ya que cuando la intento besar en el umbral de su puerta el día que le pidió la cita vio en su mirada miedo y eso no le había gustado nada.

Pero ahora era ella quien lo había besado y eso era maravilloso. Él quiso decirle muchas cosas pero ella pidió que no dijeran nada sobre eso. Él le aclaró que no podía simplemente olvidarlo y ella le contestó de una manera algo cruel que le hizo recordar al pasado.

<<-Solo fue el calor del momento ¿no? Yo te sigo odiando y nada de lo que hice fue...-

-Entiendo tu punto pero esto es mas que eso y lo sabes...-dijo algo desesperado.

Ella sonrió.

-Tal vez... pero tratemos de no tomarle mucha importancia ¿si? ¿Por mi?-y le lanzo una tierna mirada que lo hizo sonreir.

-Eres una manipuladora. Me encantó la cena.-menciono viendo los platos.

-Gracias.-dijo ella entendiendo que él no la haría hablar en ese momento del beso.>>

Y era así, le daría su tiempo y su espacio. Debía ser difícil para ella dar ese gran paso y él entendía.

-Puedo esperar toda la vida mientras sepa que al final... estaremos por fin juntos.-dijo sonriendo embobado.

Una chica de la clase que lo observaba buscando la respuesta de una pregunta al aire notó que habló.

-Creo que el profe esta hablando solo de nuevo.-susurró a otra.

-¿En serio?-le respondió su amiga -No solo habla sólo, por esa sonrisa yo diría que se ha vuelto loco.-

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-Jefa, ha llegado el señor Wildert.-

-¿Ernest o su padre, Elizabeth?-preguntó levantando la vista extrañada.

Ella sonrió.

-Su padre, jefa. Dice que quiere hablar contigo sobre unas cuestiones importantes. Te esta esperando.-

-Ah, caray, no tengo la menor idea de lo que quiere pero no me puedo negar a verlo-suspiro y acomodo un poco su escritorio -Hazlo pasar, gracias, Eli.-

Ella hizo una seña militar. 

-Ya puede pasar.-escuchó que le diga al señor y ella abrió la puerta dejando entrar a un gran hombre de setenta años con bastón. Elizabeth hizo una cara de miedo algo comica atrás de él y le sonrió a Helga transmitiendole paz antes de cerrar.

-Buenas tardes, señorita Pataki. Lamento llegar sin cita previa.-

-Sabe que no importa, señor. ¿Como ha estado? No lo veo desde hace ya un tiempo, no fue a la cena del bufete.-

-Cierto. No pude asistir pero mi hijo fue en representación, pronto él será el responsable de todo y tiene que aprender de alguna forma.-

Ella asintió, dandole la razón.

-Ciertamente tiene razón. Tome asiento, por favor.-

El hombre mayor tenía una mirada penetrante y muy seria a pesar de los cumplidos y la forma de tratar a Helga lucía extrañamente enojado aunque en realidad esa era su expresión normal. Su traje gris no tenía ni una sola arruga y el abrigo que portaba era negro y se veía pesado. También tenía un sombrero pequeño en la mano izquierda que asentó en el escritorio de la rubia. Su bastón negro de caoba también fue puesto en el escritorio cuando se sentó.

Regresando a Inglaterra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora