1 | Accidente.

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Enero 15.

Desperté más temprano que de costumbre, por lo tanto estoy de muy mal humor. Era mi segundo año en la Universidad y el último de mi hermano en la preparatoria, mis padres eran quienes lo llevaban al Instituto, hasta que se lo ocurrió a mi queridísimo hermano que sea yo su transporte personal, así tal cual lo llamó. Lavé mis dientes, me di una corta ducha y me vestí con unos jeans gastados y un suéter azul, el frío de diciembre aún estaba presente, siendo ya enero. Lo que más me gustaba de la ciudad en la que vivimos es que sólo hay dos estaciones, la que odio con toda mi alma es el verano, sin embargo, el clima no es demasiado caluroso, pero soy un amante al frío.

—Voy a llegar tarde, date prisa, Aiden.—habló mi hermano un tanto desesperado.

Lo ignoré por completo, me eché perfume y salí de mi habitación chocando con su hombro a propósito. Cabe destacar que, no tengo una de las mejores relaciones con mi hermano, tampoco una de las peores, no me quejo, él lo es todo para mí; daría mi vida por él si fuese necesario. Desde muy pequeño mis padres —Elena Collins y Jael Petterson. — me han enseñado que la familia está por sobre cualquier cosa y es algo que he llevado presente cada día de mi vida.

—¿A dónde vamos? Por aquí no es el Instituto. —dijo mi hermano cuando ya habíamos empezado el recorrido.

—Voy por Marggie.

Marggie Torres, mi novia. Una rubia demasiado despampanante, y no sólo eso, es una excelente chica en todos los sentidos. No tengo de qué quejarme.

—¡Llegaré tarde! —exclama.

—Relájate, Jael. No está mal llegar tarde en tu primer día. —río.

Jael, sí, igual que nuestro padre. Lo típico y cliché sería que el primer hijo llevara ese nombre, pero esta no es una de esas novelitas como las que se la pasa leyendo Marggie.

—Dime por favor, que no llegaré tarde todos los días.

—Tranquilo hermanito, se me han pegado las sábanas.

Al llegar a casa de Marggie hago que mi hermano se pase a los asientos traseros, él se queja, se baja a trompicones y mi chica se ríe, siempre ha dicho que Jael con su baja estatura y sus actitudes le causa mucha ternura.

El Instituto de mi hermano no queda muy lejos y me sé el camino de memoria, estudié allí también.

—Ten un buen primer día, pequeño Jael. —se despide Marggie agitando su mano.

Vuelvo a poner el coche en marcha, no me fijo muy bien en la carretera por estar babeando por la chica que está a mi lado, siento un chillido y un golpe en el auto, fijo mi vista al frente y veo una melena negra al frente tirando maldiciones.

¿Es una chica?

Maldigo internamente y salgo del auto, Marggie repite la misma acción un tanto alarmada.

—¡Por Jesús! —exclama mi chica. —¿Estás bien?

Se coloca de cuclillas frente a ella, la chica de cabello negro tiene su mano en su rodilla y se queja negando.

—Me duele mucho la rodilla. —dice.

Varios de los estudiantes nos observan, pero no hay ni rastros de mi hermano.

—Aiden, creo que será mejor que la llevemos a un médico. —me dice Marggie.

—Yo me encargaré de ella, pero primero te llevaré a clases, recuerda que hoy serán las pruebas para las porristas y de ninguna manera faltarás.

Ayudamos a la pequeña extraña a entrar en mi auto en la parte trasera y luego subimos nosotros. Conduzco lo más rápido que puedo hasta la Universidad, Marggie se despide de mí con un sonoro beso y le desea suerte a la chica antes de bajar.

Cicatrices | 2 | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora