21 | Me gusta alguien más.

171 26 3
                                    

Aiden.

Ya era lunes, lo que significaba que estaba en clases. Matemáticas para ser específico.

Miré hacia un lado, Tobías hacia pequeñas bolas de papel y cabeceaba, al parecer no había dormido bien.

Frente a nosotros estaba Logan ligando con una compañera. Ese era su día a día, y pensar que así era yo, incluso peor.

Suspiré y despeiné mi cabello. No había dejado de pensar en todo el fin de semana, no podía borrar la imagen de ese beso de mi cabeza y mucho menos la cara de Jael al vernos. Me sentía mal, muy mal, y no sólo porque besé a Nat y mi hermano nos vió, sino porque realmente me había gustado mucho ese beso y quería seguir repitiendolo. De hecho, deseaba poder salir con Nat, hacerla reír, robarle besos cuando esté distraída y caminar con ella tomados de la mano.

Me estaba volviendo loco con todo lo que estaba sucediendo. Georgia, Nat, Jael.

Por suerte mamá nos ha apoyado en que estemos siempre a la orden para Natalie, poco a poco ha dejado su paranoia a un lado.

La hora de volver a casa había llegado, los chicos quedaron en ir por la tarde a la casa de Nat un rato, no sabía con qué cara llegar allí y más con mi hermano en ese lugar, pero ellos me dijeron que no me podía alejar de ella en estos momentos. Y tenían razón.

—Sí de verdad estás empezando a sentir cosas por ella no te cohibas porque otras relaciones no funcionaron. Sólo no te aferres a un por siempre, a veces sólo duran un segundo. — palabras sabías de Tobías.

Odiaba no tener coche y depender del autobús, no llegué a tiempo para el primero así que tenía que esperar diez minutos a que el otro pasara. Por suerte la parada de autobuses quedaba frente a la univerdidad.

—Aiden.

Una voz que conocía demasiado bien me hizo girar.

Marggie. Estaba vestida con una falda color rosa palo y una blusa blanca, su cabello estaba atado en una coleta alta, no llevaba nada de maquillaje y sus ojeras se notaban muchísimo.

—Margs... —mi voz salió apenas en un susurro.

Unos días atrás ella había insistido mucho en hablar conmigo y yo sólo huía. No sé muy bien por qué, simplemente pienso que ya nos hemos hecho mucho daño y no creo que podamos volver a tener una relación, no funcionaría, al menos ya no para mí.

¿Quién iba a imaginar que diría esto en tampoco tiempo?

Ni siquiera yo mismo, y la verdad es que estoy orgulloso de mi forma de pensar justo ahora.

—Hola... — suspira. — He intentado hablar contigo... eh ... bueno, eso ya lo sabes. ¿Podría ir contigo a tu casa?

—¿A mi casa? — arrugo el entrecejo.  — ¿Para qué?

—Necesito hablar contigo, en serio, tengo que hacerlo. Por favor.

Sólo asentí, ella apretó los labios y me regaló una sonrisa la cual se vio más como una mueca.

Minutos después pasó el autobús, el camino a casa fue demasiado incómodo, eso era extraño. Estar al lado de Marggie siempre se sintió tan genial, pero ahora no, ahora sólo era: ir en autobús con la chica que rompió tu corazón.

Al entrar a casa Jael estaba a punto de subir las escaleras, al notar nuestra presencia se detuvo un instante.

—Sigues siendo un idiota. — soltó y se fue.

—Jael siendo Jael. — dice Margs y rueda los ojos.

No había nadie más en casa, sólo mi hermano, ella y yo. Le dije que se pusiera cómoda mientras yo nos preparaba unos emparedados.

Cicatrices | 2 | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora