18 | Adam Blacke.

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El camino a casa fue un poco extraño, aquel hombre cuyo nombre aún ni siquiera sé puso música durante el trayecto para aligerar el ambiente supongo. Pero sinceramente odiaba esa música, no lo sé, era un poco extraña, quizá de la época antigua qué se yo.

De vez en cuando me miraba de reojo, pero no decía nada, supongo que querrá hablar cuando estemos todos juntos.

Cuando por fin llegamos a casa noté que estaba más nervioso de lo normal, ya no sé qué otra cosa me depara el futuro, mi vida es tan extraña que debería contactar a algún escritor para narrarle mi historia y haga de ella un gran éxito.

El sujeto me pide que reuna a toda la familia en la sala, él está de pie dándonos la espalda y ya todos nosotros estamos cómodos en los sofás.

Papá carraspea la garganta y mi hermano y yo nos centramos en él.

—¿Y bien?

Mamá estaba un tanto enfadada conmigo porque había traído a un extraño a la casa cuyo nombre aún no sabía.

Cuando el sujeto se giró hacia nosotros, las caras de mis padres eran todo un poema, no sabía si era sorpresa, horror o quién sabe qué. Mi hermano me mira y yo encojo los hombros.

—No se asusten. —habla él mostrando una sonrisa de lado. —No soy quienes ustedes creen.

Papá lo repara por unos minutos y luego decide hablar.

—Eres idéntico a él. —dice con su voz un poco baja.

—¿Idéntico a quién? —pregunta Jael confundido.

—A tu abuelo. —responde mamá con los dientes apretados. —Es idéntico a tu abuelo paterno.

Papá nos había hablado un poco de él, no le gustaba hablar mucho del tema. Mamá decía que no fue el mejor padre y que marcó mucho el pasado de papá. Sí, al parecer mis padres tuvieron un pasado traumante.

—Mi nombre es Adam Blacke, y sí, soy hijo de Alan Blacke, desgraciadamente. Y lo digo así porque si soy sincero no fue un padre ejemplar. —prosigue y todos le prestamos atención.

—¿Pero cómo? ¿cuándo? —papá estaba completamente sorprendido.

—Tú nunca supiste de mi existencia, querido hermano, pero yo siempre supe de la tuya. Fue mi madre quien me lo contó, lastimosamente no está viva para que sea ella quien cuente la historia. Pero bueno, el caso es que nuestro querido padre nunca quiso que se supiera sobre mi existencia, mi madre sólo fue una más de la larga lista de chicas que pasaban por su cama. Lo único que sabía de ti era que eres dos años mayor y tu nombre es Jael. Poco a poco fui teniendo más información sobre ti y tu familia, he pasado años buscándote y al fin, te he encontrado.

No puedo describir como me siento en este momento, tampoco puedo describir las expresiones de los presentes. Simplemente es un momento que jamás podré explicar.

—Dios... —papá pasa las manos por su cabello. —No puedo creer que tenga un hermano y que Alan no haya sido capaz de contármelo nunca.

—Esperen... —interrumpe mi hermano. —Si eres hermano de papá ¿por qué no llevas nuestro apellido?

—No llevo el apellido de su abuelo, chicos. —responde papá para ambos.

—Creo que debe ser un honor no llevarlo. —comenta Adam. —Es horrible llevar el apellido de un narcotraficante.

Y ahora mi boca casi cae al suelo. ¿Un narcotraficante?

Creo que me he perdido en la conversación.

Cicatrices | 2 | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora