27 | Fotografías.

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Natalie.

Lo peor de estar encerrada en éste asqueroso lugar era no saber cuánto tiempo llevaba aquí. Tenía hambre a pesar de que me daban una porción de pan con agua diariamente, eso no era comida, aunque al menos no me han vuelto a golpear, supongo que eso es bueno.

Sonrío amargamente por lo último que pienso; mis pensamientos deberían ser totalmente diferentes. Como por ejemplo: pensar en las tareas que tengo para mañana o el montón de exámenes pendientes. Creo que ni siquiera volveré a tener esos pensamientos, porque los animales que me secuestraron me quieren muerta.

La puerta de abre y me pego a la pared como si pudiese esconderme allí, el rostro de Escorpión se hace presente y unas ganas de golpearlo entran en mí, si supiera que no tendría consecuencias después de ello lo haría sin pensarlo.

—Buenos días, hija.

Hago una mueca al escucharlo.

—¿Qué quieres? —escupo con asco.

Él se pasea por la habitación, lleva un sobre en sus manos. Se detiene y me escanea con una sonrisa burlona dibujada en su rostro.

—Soy tu padre, no diré que me preocupo por ti porque es mentira, no me interesas en lo absoluto. Pero tengo la necesidad de mostrarte unas fotografías. Es sólo para que te des cuenta por qué existen tantas personas malas en este mundo, ¿para qué amar a alguien cuando puede reemplazarte tan fácilmente? —arquea una ceja y me tira el sobre. —Abrelo.

Tomo el sobre con manos temblorosas y un poco de curiosidad. Son fotografías como él había dicho, las saco y luego las miro con detenimiento. Mis ojos se empañan y mi corazón martillea contra mi pecho como si quisiera salir de allí. En la primera foto sale Aiden con una chica en una cafetería, en la siguiente se encuentran fuera de ella, ambos sonriendo, él se ve feliz. Y en la última la está abrazando, nunca en mi vida había visto a ese chica, pero las fotos demuestran el aprecio que le tiene. Por un instante quise imaginar que era Marggie, pero ésta chica es completamente diferente.

Sentí como las lágrimas descendían por mis mejillas, no me importó que Escorpión me mirara con satisfacción por lograr su objetivo: lastimarme.

—Tranquila, para ésta noche lo tendrás aquí contigo y podrás insultarle todo lo que quieras. —se fue dejándome con el sobre aún en mis manos.

De alguna manera me sentía traicionada, él y yo habíamos creado un vínculo fuerte, demasiado fuerte diría yo. Había empezado a sentir cosas por Aiden Petterson, cosas que no había experimentado ni con el mismísimo Jael. Esto me estaba doliendo demasiado, es como si estuvieran estrujando mi corazón en estos momentos, sólo he desaparecido un tiempo y ya me reemplazó.

Tengo muy claro que quizá debí comentarle sobre lo de Diana, pero eso no era mi asunto, es la vida de la madre de mi mejor amiga. Quizá tenga mucho que ver con Elena, pero sentía que sería muy entrometido de mi parte hablar sobre ese tema, además, no era a mí a quien le correspondía contarle. Juro que intenté hacer las cosas bien, pero al parecer no fue así, hice todo lo contrario.

~º~º~º~º~

Aiden

Me dolía la cabeza, no podía parar de pensar en Nat, aún no había rastros de ella y era raro, demasiado raro. Primero Georgia, ahora ella.

Y para que las cosas se agraven Georgia no estaba muy bien de salud, sufrir del corazón es estar a sólo un paso de la muerte y eso era un asco. Ella tenía que ser fuerte, tenía que sobrevivir por Natalie, porque aunque no fuera su madre sanguínea ella la veía como algo más que eso.

Cicatrices | 2 | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora