10 | Barranco.

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Despierto temprano, me doy una relajante ducha y me visto con lo primero que encuentro. Llevo a Jael y a Natalie a su Instituto y luego me voy a la Universidad.

Me sigo sintiendo como la completa mierda, pero tengo que seguir adelante, o al menos hacer el intento. Es cierto que la ruptura con Marggie me está matando lentamente, pero tengo que ser fuerte, por mamá.

—Hey. —saluda Tobías al verme. Me analiza de pies a cabeza.

—Supongo que ya lo saben. —digo y Logan que también estaba allí asiente.

—Margs habló con nosotros. —dice Logan.

Despeino mi cabello varias veces;
—No la entiendo, les juro que no lo hago. Prometió quedarse conmigo, ¡ella lo prometió!

—Amigo debes calmarte —comenta Tobías. —, no le voy a dar la razón a ella, pero a ti tampoco. Tiempo al tiempo bro, así se arreglan las cosas.

—¡¿Tiempo?! —exclamo y río. —, eso es una chorrada, no voy a esperar por una persona que no quiere estar conmigo.

—Basta ya —habla Logan mirándome.—, lo que menos necesitas ahora es enfrascarte en eso, debes distraer tu mente, Aiden.

Nos vamos a nuestra primera clase y por más que no quiera pensar en lo ocurrido no puedo, la ansiedad para fumarme un cigarrillo empieza a apoderarse de mí, al igual que la furia empieza a correr por mis venas.

—Profesor, ¿podría ir a la enfermería? No me estoy sintiendo bien. —pregunto interrumpiendo la clase y mis amigos me miran extrañados.

El profesor me mira con desconfianza, sin embargo, me permite salir.

Cuando estoy fuera del salón de clases empiezo a correr, lo más rápido que puedo, hasta llegar al campo, me siento en lo más alto de las gradas y saco un cigarrillo de mi mochila.

Y empiezo a llorar, como el mismo imbécil empiezo a hacerlo. Ella mintió, como todas, como una vez lo hizo Ally. Ella me rompió el corazón.

Escucho una risa, pero no cualquier risa, es su risa. La busco con la mirada y la veo, está con un chico, sonriendo, feliz. Está con un chico; y ese chico no soy yo. Mis piernas se mueven por sí solas y camino hasta ellos, sé que Marggie me va a odiar por eso, pero me importa un bledo, yo la odio por mentirme y por hacerme creer que yo era el problema cuando tenía a alguien más.

Mi puño se estrella en la mandíbula del chico y ella chilla.

—¡¿Qué crees que haces?! —pregunta colocándose en medio para que no siga golpeando al imbécil. —¿Acaso de volviste loco?

—Me mentiste Marggie, ¿para esto me pedías tiempo? ¿para estar de zo... —no termino de hablar cuando golpea mi mejilla con la palma de su mano.

Sus ojos se cristalizan y me da esa mirada que tanto detesto.

—No, no te atrevas a llamarme así, ¡nunca en tu puta vida! —grita.

Mi pecho sube y baja a causa de mi agitada respiración.

—Lo siento. —susurro.

Cicatrices | 2 | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora