3 | Viaje a las montañas.

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—¡Oh mi Dios! —escuché una voz lejana. — ¡Aiden! —gritaron y me desperté de golpe.

Froto mis ojos y enfoco a Jael con los brazos cruzados y el ceño fruncido.

—¿Se puede saber qué haces durmiendo con Nat? —pregunta.

Natalie se remueve por el alboroto, cuando enfoca a Jael se levanta rápidamente.

—No es lo que parece. —dice demasiado rápido.

—Lo que pasó fue que... —trato de explicarle pero ella me interrumpe.

—La verdad no importa que pasó, no tenemos que explicarte nada. ¿Qué hora es?

—Seis de la mañana. —contesta Jael aún con el ceño fruncido.

—¿Puedes llevarme a casa? —me pregunta Nat.

—Claro, me daré una ducha y vamos. —digo sonriendo.

—Espera —dice mi hermano y me apunta con un dedo. —, vamos a viajar, a las nueve de la mañana, tienes que hacer tu bolso.

—Ya eso está listo, chiquitín. —me pongo de pie.

—¿Puedo ir con ustedes? —pregunta Natalie.

La miro;
—Claro, si te dejan está bien. Estoy seguro que los chicos no tendrán problema.

Me voy a mi cuarto, me ducho, me visto con un suéter azul con capucha, unos jeans y mis deportivas negras favoritas. La puerta se abre de golpe y me sorprendo al ver a mi hermano con las manos echas un puño a los costados.

—¿Por qué dormías con ella? Vas a explicarme eso ahora mismo. —suelta.

Natalie no me dejó hacerlo, es demasiado evidente que no quería que le contara.

—Deberías preguntarle a ella. —salgo rozando su hombro.

En la cocina me encuentro con mamá hablando con Natalie muy animadamente, no había rastros de papá, lo que quiere decir que se ha ido a trabajar.

—Cariño, Marggie llamó, dijo que a las ocho y cuarenta estará aquí. —me avisa mamá.

—Gracias, madre. —beso la coronilla de su cabeza.

—Recuerden venir el domingo temprano, por la noche tendremos una cena familiar, ésta vez la haremos aquí, por favor, no pueden faltar. —dice sirviendo el desayuno. —Ah, he invitado a Nat y a su madre.

Me sorprendo;
—Genial.

Jael baja y mamá le avisa que su desayuno está servido, lo único que escuchamos fue un "no tengo hambre" seguido de un portazo.

—¿Y a él que le pasa? —me susurra Nat.

—Creo que es porque despertamos juntos. Deberías explicarle, creo que se molestó. —encojo los hombros.

Mamá nos desea buen provecho y se despide dándonos un sonoro beso en la mejilla. Iba tan sonriente como siempre, tiene una tienda de ropa junto a mi tía Cassidy, venden ropa de marca y los diseños de mi tía, son muy buenos la verdad.

—¿Por qué no quieres que le cuente? —pregunto.

—Jael sabe que he tenido pesadillas, yo misma le contaré.

—¿Qué tipo de pesadillas?

—Eso es un secreto, nadie lo sabe, deberíamos irnos, ¿no crees?

Asiento. La llevo hasta su casa, en realidad no queda muy lejos. Al llegar nos bajamos ambos.

La casa no era muy grande, la decoración era realmente llamativa.

Cicatrices | 2 | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora