Natalie.
¿Dónde estoy?
Me remuevo un poco y siento un dolor desgarrador en todo mi cuerpo, trato de incorporarme y me es imposible, abro poco a poco los ojos y pestañeo un par de veces, el olor del lugar donde me encuentro es repugnante. No logro ver mucho, sólo una rejendilla en lo alto del pequeño cuarto que deja entrar un poco de luz.
Trago saliva y duele un infierno, no sé cuánto tiempo ha pasado desde que me trajeron y me golpearon, pero no he tomado agua y mucho menos he comido.
Cada vez que concilio el sueño tengo lagunas mentales, no recuerdo muy bien como fue que me atacaron, pero lo que sí recuerdo es que me golpearon hasta quedar inconciente. Eran como cuatro hombres contra una chica indefensa.
Había frío y no tenía con qué abrigarme, estaba tiritando y me dolía el estómago. Pero todo el dolor físico no era comparado al sentimental. Quería irme de aquí, quería estar en casa con mamá, decirle que la amo y la perdono, luego llamar a Aiden y pedirle perdón por no haberle contado antes sobre la madre de Deniss.
Quería hablar con Jael, decirle que tal vez sí llegué a sentir muchas cosas por él, pero que no me enamoré, que me estaba enamorando de su hermano y que me disculpara si fui mala amiga.
Quería tantas cosas justo ahora y quizá nunca las pueda cumplir. Si me hicieron todo esto, si no tuvieron compasión al golpearme, ellos serán capaz de matarme.
Intento pensar en el por qué estoy aquí y lo único que llega a mi mente es Jessica, algo me dice que tiene que ver con todo esto. No estoy diciendo que ella es quien da las órdenes, pero mucha gente la odia, eso lo sé.
Ya me duele la cabeza de tanto pensar y llorar, tal vez más por los golpes, pero no es nada comparado a lo que siento en mi corazón. Tengo que salir de aquí y ni siquiera puedo moverme.
La puerta se abre y ejerce un sonido demasiado molesto para mis oídos, quiero taparlo con mis manos pero cada uno de mis huesos duelen.
La puerta termina de abrirse y deja ver a un hombre alto, no sé quién es, aunque sí me parece conocido, ¿dónde lo he visto?
—Pequeña Nat, hasta que al fin despiertas. —su voz es gruesa y la detesto.
Otro hombre entra con un balde y tira todo su contenido en mi cuerpo, el agua está helada. Mis vellos se erizan y empiezo a tener más frío que antes, aprieto los ojos con fuerza y sollozo. Levanto un poco el rostro y lo veo, él está ahí, ese hombre que nos ha hecho tanto daño por mucho tiempo.
—¿Me extrañaste? —pregunta sonriendo. —Claro, es obvio que debes extrañar a tu padre, ¿no es así, Nat?
Sus palabras entran como un pitido en mis oídos, justo en este momento no quiero escuchar más nada. Él debe estar mintiendo, un padre no le hace esto a su hija.
—¿Qué quieren? ¿por qué me hacen esto? —hablar me duele hasta en el alma.
—Aquí no es lugar para hablar, vayamos a otro lugar. —dice el primer hombre que entró.
Le hace una seña a Lorenzo, me levanta del suelo y me quejo, cuando intenta caminar caigo al suelo y duele más que nunca, me carga y me saca de ese lugar. Mi cabeza da vueltas y quiero vomitar, los pasos se escuchan como eco, empiezo a ver manchas negras hasta volver a perder el conocimiento.
***
Mis párpados estaban pesados, los abrí poco a poco, mi vista borrosa intentaba enfocar dos siluetas que estaban frente a mí, eran ellos. Ojalá pudiera decir que esto es un sueño, pero el dolor en cada rincón de mi cuerpo demuestra todo lo contrario.
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Cicatrices | 2 | ✔
RomanceHISTORIA SIN CORREGIR. ¿Podrá el amor terminar de sanar las cicatrices del pasado? ¿O simplemente éstas heridas acabaran con el amor? *** Secuela de "Raptada". Queda totalmente prohibida la copia o adaptación. Nota: No es obligatorio leer la primera...