20 | Me está atrayendo mucho.

155 25 4
                                    

Natalie.

Una semana había pasado desde que mamá había desaparecido, no se sabía absolutamente nada de ella, no había ninguna pista, ¡no había nada! Lo único que sabíamos era que salió por unas medicinas y jamás llegó a la tienda.

No he podido pegar un ojo, tengo unas ojeras demasiado marcadas que ni el maquillaje las esconde. No he rendido mucho en el trabajo, gracias al cielo que al parecer ellos entienden mi situación, aunque realmente no me está gustando mucho que me miren con lástima.

Aiden y Denisse han estado conmigo todos estos días, la verdad es que les agradezco mucho a ambos y siempre se los digo.

—Nat. —escucho mi nombre y me giro inmediatamente.

—¿Jael? —me sorprendo al verle.

Él había dicho que no se volvería a alejar, pero no fue así. Lo hizo, lo hizo de nuevo. No volvió a hablarme; ignoraba mis mensajes y en el Instituto pasaba de mí, como si yo fuese invisible. Sus días se resumían en una sola cosa o mejor dicho, una sola persona: Melissa.

Estúpida Melissa.

Si soy sincera no me cae mal ni nada por el estilo, pero si la detesto. La detesto porque a ella se le hizo fácil invitarlo a salir, la detesto porque ella está ocupando el lugar en el que yo quiero estar.

Pensándolo bien, entre caer mal y detestar no creo que haya ninguna diferencia, aunque tal vez lo segundo sea peor.

—Me he enterado de lo que pasó. —carraspea su garganta. —Aiden nos contó.

Suspiro;
—Genial.

Giro para irme pero él vuelve a hablar.

—Nat, lo siento. —quedamos frente a frente y mis ojos están clavados en los de él. — ¡Dios, sí que lo siento! He sido un completo idiota contigo, te he dejado sola cuando más me necesitabas. Perdón Nat, perdón por ser un completo idiota.

—Te perdono, pero eso no cambia nada. Me lastimaste, te fuiste sin importar nada. —mis ojos empezaban a picar así que me callé.

—Lo sé, y de verdad me arrepiento. Mereces más, ¿sabes? Durante mucho tiempo he creído que mi hermano es el imbécil, pero ya me doy cuenta que he sido yo. Él ha estado contigo mientras yo me fui.

—Para —suspiro. —, no quiero hablar de esto ahora. No es buen momento.

Se acerca, toma mis manos y automáticamente olvidé como respirar. Sus ojos estaban hechos agua, estaba a punto de llorar.

—Quiero arreglarlo.

—Yo... yo... en serio no quiero hablar de esto ahora.

Entonces me fui, dejándolo allí un poco confundido. ¿Qué había hecho? No tenía idea. Días atrás hubiese querido esto, con toda mi alma lo hubiese querido, pero ahora lo único que deseaba era escuchar los chistes malos de Aiden para intentar hacerme reír. Y aunque no había querido admitirlo, creo que me está atrayendo mucho.

La mañana se me había hecho eterna y sinceramente no pude concentrarme en nada, por suerte tenía a Denisse quien luego se enfadaría mientras me explicaba cada detalle de la clase sin que yo le entendiera absolutamente nada. Si soy sincera no he estado tan distraída con el tema de mamá, sino con dos nombres que no dejan de rondar en mi cabeza: Aiden y Jael.

Jael. He estado enamorada de él desde hace mucho tiempo, es —o era— mi mejor amigo y el muy imbécil nunca se ha dado cuenta de lo loca que me trae.

Aiden. Hermano del chico de quien estoy enamorada, no entiendo el por qué de mi nerviosismo cuando lo tengo cerca y esas ganas locas que me entran de besarlo.

Cicatrices | 2 | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora