9 | Recuerdos.

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Años antes...

Aiden.

Mi habitación está nublada por el humo del cigarro, la cuarta botella del día se encuentra en mis manos, me pongo a pensar y no sé cómo es que caí en este hueco, o quizá sí lo recuerde: una mujer me destrozó completamente a mis diecisiete años de edad. El dolor me estaba consumiendo, las lágrimas ya no eran suficiente para desahogarme, entonces fue allí donde el alcohol y el cigarrillo fueron mi refugio; me acurruqué en ellos como un crío en los brazos de su madre.

Golpes se empezaron a escuchar en la puerta, nadie podía entrar porque había cerrado con pestillo.

Un estruendoso golpe se escuchó, papá había derrumbado la puerta de mi habitación.

—¡Aiden! —gritó y me arrebató la botella de mis manos.

Abrió la ventana y el humo empezó a salir por ella. Mamá entró, estaba llorando, completamente devastada, me miraba con tristeza, decepción y... lástima. A ella le dolía verme así, era una tortura para ella tener que ver a su hijo mayor todos los días completamente borracho.

Mi hermano menor asomó su cabeza en la puerta, él también estaba llorando. Papá me sujetó del brazo y me metió a la ducha sin quitarme la ropa, el agua estaba fría y mi cuerpo daba pequeño espasmos. Salí y mamá me entregó ropa seca.

Mamá salió y se llevó a mi hermanito con ella dejándome sólo con papá.

—Ya no más Aiden, no puedes seguir así. —me dijo.

—Es culpa de ella.

—Hijo, no siempre pasas toda la vida con tu primer amor.

—Para ti es fácil decirlo, estás con mamá, ella es tu primer amor. —sorbo mi nariz. —Ally lo es todo para mí, la necesito.

—Ella tomó la decisión que creyó correcta.

—¿Dejarme? ¿esa era la mejor decisión? Ni siquiera me dio la oportunidad de demostrarle que mi amor es más fuerte que la distancia.

—¿Quién dijo que no? Aiden, puedes hacerlo. Ella lo hizo pensando en ambos, para Ally tampoco es fácil irse y dejarte aquí, ¿por qué no le demuestras que puedes esperar por ella? El alcohol y el cigarrillo están demostrando lo contrario.

Y papá tenía razón, pero yo era un cobarde, un cobarde que realmente no podía con todo esto, un cobarde que se estaba consumiendo día a día.

—Papá, quiero irme lejos, por favor. Aquí la veo en todas partes, aquí su risa retumba en mis oídos, aquí pasamos tantos momentos que me carcomen la cabeza cada que lo recuerdo. Quiero empezar de nuevo, en un lugar diferente.

Bastó sólo un mes para cambiar de aires, la nueva ciudad me gustaba mucho, quedaba lejos de mi país natal, pero era agradable. Gracias a mis vicios toda mi familia se mudó, mi abuela y mis tías a unas cuantas horas de aquí.

Lo que más me gustaba de la ciudad era el clima, bueno, podría decirlo, estábamos en verano, odio el verano, pero aquí no hace tanto calor. Dicen que sólo se ven dos estaciones, ésta y el invierno. Amo el invierno, amo el frío.

El verano fue diferente a todo, el más triste, el más doloroso, Ally aún no se comunicaba conmigo y yo seguía en mis vicios. Mis antiguos amigos de escuela decían que cambió de número telefónico, nadie sabía nada de ella, es como si se la hubiese tragado la tierra.

El primer día de clases fue horrible, a la hora de desayunar alguien tiró todo su jugo de guayaba encima de mí y terminé vomitando, por el simple hecho que odio la guayaba.

Cicatrices | 2 | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora