Capítulo 35

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La analicé un segundo antes de volver a responderle. Su cabello estaba perfectamente ondulado y caía suavemente sobre sus hombros, sus labios con un toque de brillo labial. Se veía que era una mujer delicada.
Mi mano formó un puño intentando contener los celos y las ganas de echarla de nuestra casa.

-Emma, Emma Swan.-dijo ella.

-Sí, se quien es mi novia.-le contesté, su sonrisa se hizo aún más amplia y mis ganas de darle un puñetazo, crecieron.-¿Quién eres?- enarque una ceja.

-Kathryn.-dijo sin que su sonrisa se esfumara.

-¿Y cómo entraste?-pregunté. Ella hizo una cara de fastidio y puso una mano sobre su cintura.

-¿Dónde está Emma?-preguntó. Largué una risa mientras mi rostro demostraba enojo y furia.

-No se encuentra en casa.-respondí.- ¿Cómo entraste?

-Disculpa nena.-su sonrisa se esfumó.- No estoy como para cuestionarios tuyos.

-Pues deberías estar para mis cuestionarios porque estas en mi casa.

-No, no, no.-movió su dedo de un lado al otro.- Esta es la casa de Emma.

Crucé mis brazos y la miré amenazadoramente. Hizo mi mismo gesto y me sacó la lengua. ¡Que aniñada resulto ser! Sonreí con ironía y luego abrí la boca para echarla de casa.

-No es solo la casa de Emma.-dije.- También es mía. Es mi novia.-dije lento y claro. Largó un bufido.

-¿Eres Regina?-preguntó arqueando una ceja. Asentí sin bajar la guardia.

-¿Cuál es tu problema y de dónde sabes mi nombre?-pregunté rápido.

-Primero, no tengo ningún problema y estoy cansada porque acabo de llegar de España y segundo, se tu nombre porque Emma te ha nombrado una que otra vez.-largó al descuido.

Las llaves del otro lado de la puerta se hicieron sentir y ambas dirigimos nuestra mirada hacía allí. Siendo las once y media de la noche, Emma atravesaba la puerta principal de la casa.

-Gina ya...-dejó de hablar cuando se dio cuenta de nuestra presencia.- llegué.-hizo una mueca al terminar su oración.

-¿Quién es esta?-pregunté a Emma. Ella sonrió y miró a Kathryn.

-¡Kathryn!-gritó con emoción, acto seguido, la abrazó.- ¿Cómo has estado?-preguntó aún en sus brazos.

Pintada, tal cual una pintura sobre la pared, con la diferencia que si hubiera sido una pintura de un cuadro, me hubieran apreciado. Las miré atónita y me dediqué a controlar mis notables celos. Mis ojos vagabundearon por la sala y me decidí por irme a dormir en vez de ver a estas dos abrazarse.

-Hey, Gina. ¿A dónde vas?-preguntó desde el pie de la escalera.

-A dormir.-respondí secamente y seguí mi paso hacía arriba.

-¿Ya se han conocido?-seguía hablándome a mí, porque me gritaba para que pudiera oírle.

-Si y créeme que no ha dado una buena impresión.-dijo la rubia como al descuido. Paré en seco y la fulminé con la mirada.- ¿Puedes creer me hizo un cuestionario?-le dijo a Emma, ella alzó los hombros y brindó una leve carcajada.

-¿Por qué no te vas por donde has venido?-dije realmente enojada.- No se cómo rayos ha entrado y encima se atreve a tratarme mal en la casa de mi propia novia.-dije. Emma sonrió al escucharme, acto que colmó mi paciencia.

-Esta loca.-dijo Kathryn en una risotada.

-No digas eso.-le dijo Emma seria. Ella volvió a reír.

Hice caso omiso a eso y caminé hasta la habitación. Abrí la puerta y me introduje allí. Tomé mi pijama y pronto ya estaba por irme a dormir. Sentí las risas de Emma y Kathryn en el pasillo. Esa era una perra que iba a robármela.

-¿Se puede?-preguntó Emma golpeando la puerta.

-Si, adelante.-dije de mala gana mientras me quitaba el maquillaje.

-¿Te has enojado?-preguntó desde la habitación. La miré por la puerta abierta del baño e hice como que no la escuchaba.- Hey, Gina.

-Me dejó allí, como una estúpida.-dije enojada.- Encima tú no le dices nada.

-Es que es absurdo.-suspiró.- ¿Huele a celos?-hizo una mueca y se sacó la remera.

-No, creo que huele a sudor así que colócate desodorante.-dije. Rió.

-No te enojes.-dijo tiernamente y se colocó su remera de dormir.- Ni siquiera me has saludado.-entró al baño, sitio, donde estaba yo.

-No te mereces que te salude.-terminé de quitar mi maquillaje y tomé el cepillo de dientes.- Tú ni siquiera me has defendido.

-Porque no era necesario.-dijo. La fulminé con la mirada y terminé de cepillarme los dientes.

-¿Crees que no era necesario? Le hice una y mil preguntas porque cuando llegué al living la vi ahí parada mirando el lugar, no se quién es, qué hace aquí y odio que te abracé.-salí del baño. Me siguió.

-¿Qué fue lo último que dijiste?-preguntó sonriendo. La mire mal.

-Que odio que te abrace.-repetí. Su sonrisa se explayó.

-¿Por qué odias que la abrace?-preguntó mientras me tomaba de la cintura.

-Swan, responde tú primero.-dije bajando la mirada.

-¿Qué quieres saber?-preguntó.

-¿Quién es? ¿Qué hace aquí? ¿De dónde la conoces? ¿Esta durmiendo aquí en casa?

-Es mi prima, viene a nuestra boda, de toda la vida y sí, en la habitación de huéspedes.-respondió en orden a todas mis preguntas.

Abrí los ojos quedando perpleja ante las respuestas a mis absurdas preguntas. Emma me sonrió y le devolví la sonrisa con una leve carcajada de ironía. Todos mis celos se esfumaron y fueron reemplazados por la vergüenza de haber tratado así a la chica.

-Yo, no sabía.-dije titubeando. Emma me sonrió.

-Me he dado cuenta.-dijo.- Esta bien, le dije que hablaría contigo.

-No Emma, he sido una completa inmadura.

-No amor, eso se llaman celos.-me dijo sonriente. Me alejé de ella y le dediqué una no muy agradable mirada. Rió.- ¿Vas a dormir conmigo?

-¿Dónde más?

-Capaz querías ir al sillón.-rió y entró al baño.

Me acomodé bajo las sabanas y me coloqué de costado para ver el costado vacío donde Emma todavía no estaba.

-Oh, cierto que te da miedo.-siguió diciendo cuando salía del baño.

-Cállate.-dije en una tierna risa. Se acostó a mi lado y me miró.

-¿Vamos a dormir?

-La regaste.-le dije y dí la vuelta, dándole la espalda.

-Preguntaba.-rió.- Pensé que íbamos a hablar.

-No mientas y me dejes como la que piensa mal todo.-dije y volvió a reír.

-Date la vuelta.-casi que me exigió.- Hablemos, no te he visto en todo el día.

-No quiero hablar contigo.-dije con enojo. Ella apagó la luz.

-Vamos, no me obligues a portarme mal.

Abrí mis ojos a todo lo que daban y miré la ventana cubierta por la fina tela de la cortina. Di media vuelta y la miré. Me sonrió.

-Buena chica.-rió.

-Cállate.

-Hey, no estés tan a la defensiva.-me dijo.

-Bueno.

-¿Compraste el vestido?-preguntó cambiando de tema.

-Si, se lo ha dejado tu madre para que tú no lo vieras.

-Oh, que emoción.-dijo y le di una leve patada bajo las sabanas.

-Si, ni te imaginas.-agregué con ironía.

-Bueno, pero... ¿has fingido?

-Más de lo que debería.-dije bostezando.

-¿Qué le has dicho de mi?

-Que eres la chica más encantadora, que siempre me cuidas de todo, que se ha ganado la lotería teniéndote como hija y que estoy muy feliz de casarme contigo.-hice una estúpida sonrisa.

-Wow tú si que sabes fingir.-sonrió.

-Lo se Emma.-reí- Cree que te portas como cuando eras una niña, encantadoramente bien.

-Y no se equivoca.-me dijo en un bostezo.

-Oh, no claro que no. Si tan solo supiera que me quieres en tu cama todo el día.-dije. Rió.

-Pero es más que obvio que eso va a cambiar, las personas crecen y por lo tanto sus hormonas se revolucionan.

-Ya, cállate.-dije. Carcajeó algo que no pude comprender.- Me gusta el hecho de que nos llevemos mejor.

-A mi también.-admitió.- Ya encargué lo que restaba de la fiesta, ahora solo falta que digamos el "si, acepto" y tema resuelto.

-Si, tema resuelto para ti.-dije. Enarcó una ceja.- Luego de que nos cacemos veras a tu hermana y yo seré una pobre mujer atada a Emma Swan 

La Bella & la Bestia [SQ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora