Epílogo

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Vi a Emma entrar por la blanca puerta, tras un ramo de rosas, su tierno rostro apareció. Henry, de la mano de su mamá, sonrió ampliamente y quiso zafarse del agarre de Emma.

-¡Mami!-gritó Herny y llevó a rastras a Emma.

-Espera, hijo-dijo Emma y le soltó la mano.

Mi esposa se volvió y cerró la puerta de la habitación.

-¡Te he extrañado mucho!-dijo Henry y apoyó su rostro en el borde de la camilla.

-Ay mi amor, yo también-dije y acaricié su pequeña mano.

-Jazmin se ha ido, le dije que se quedara contigo hasta que volviera con Henry-se quejó Emma y se acomodó a un lado de la camilla-. ¿Estás bien?

-Muy bien-le sonreí débilmente.

-¿Mis niñas?-preguntó Emma.

-¿Mis hermanas?-preguntó Henry.

Emma me dió el ramo de rosas y besó mis labios.

-Te amo, Regina.

-Yo también te amo, Emma.-volví a sonreírle-. La enfermera me ha dicho que están muy sanas y que son hermosas.

-Con una madre como tú, de seguro son hermosas.

Emma desvió la mirada y la posó en Henry. El niño, estaba inclinado sobre la cuna de Elsa y le sonreía con ternura.

-¿Ella es Elsa?-preguntó.

-Ella es, Elsa, tu hermana menor-le dijo Emma y cruzó la habitación para ir con Henry.

-¿Me tomas en brazos, mami? No veo a Anna.

Emma tomó a Henry en sus brazos y se inclinó un poco sobre la cuna de Anna. Henry sonrió y se tapó la boca con ambas manos.

-Es igual a Elsa.

Reí levemente y Emma se unió a mis risas.

-Son gemelas, Henry-le explicó Emma.

-Oh mi Dios-dijo Henry-. ¿Cómo haremos para saber quien es quien?-preguntó.

-Es fácil-respondió Regina-. Observa los cabellos de Anna, son como los tuyos y los míos-Henry frunció el ceño.

-Anna está dormida.

-Lo sé, hijo. Pero, cuando despierte, puedes fijarte en eso.

Elsa se movió un poco y refregó una de sus manitas en sus ojos. Abrió lentamente uno y luego el otro. Henry la observó atento y luego alzó su mano para agitarla en un saludo.

-Ella es Elss-le dijo Emma-. Es quince minutos mayor que Anna.

-Pero no mayor que yo-dijo Henry observando a Emma-. ¿Mamis me siguen queriendo?

No hablé, estaba débil, no tenía casi fuerzas. El parto de las niñas había sido terriblemente doloroso, y sufrir en medio del parto no era nada agradable. Emma, luego del parto, había estado pendiente de mí, pero sus insistentes preguntas me sacaban de quicio y terminamos por tener una pequeña discusión. La cual, se arregló cuando nos dieron a las niñas, sanas y limpias.

-Mami te ama, al igual que yo y al igual que van a amarte tus hermanas.

Henry sonrió y pasó sus pequeños brazos por el cuello de Emma, la abrazó fuertemente.

Dos días después, me habían dado permiso para salir del hospital. Mientras Emma cargaba a las niñas, Henry se encargaba de llevar los globos y yo, llevaba el bolso.

Llegamos a casa, alrededor de las once de la noche. Henry venía durmiendo en el asiento trasero del auto, a la derecha, mientras que sus hermanas, iban en las sillitas.

Emma me explicó como debíamos hacer para que Henry no se despertara y pudiéramos bajar las cosas del auto. Sin decir más, Emma tomó en brazos al niño de dos años mientras que yo me quedaba en el coche, esperando por Emma. Cuando ella volvió, bajé del auto. Emma tomó en brazos a las niñas y yo bajé con el bolso y los globos.

-Me siento fatal-admití arropando a Anna.

-Cariño, debes descansar-dijo Emma haciendo lo mismo que yo, pero con Elsa-. Los niños duermen, yo no molesto, puedes irte a la cama.

-Gracias, Swan-me acerqué a ella y la besé.

-No tienes por qué agradecerme, las gracias debo dártelas a ti, por darme una hermosa familia.

-No hubiera podido darte niños, yo sola-le sonreí.

Rió y volvió a besarme.

Tres y media de la mañana. Elsa comenzó con un leve lloriqueo, Anna la siguió y juntas dieron una serenata de llantos durante veinte minutos.

Emma estaba en la mecedora de mimbre, con Elsa en brazos y los parpados ya se le caían. Sacudió la cabeza y acomodó a Elsa entre sus músculos. La niña hizo una mueca y siguió durmiendo.

Dejé a Anna en su cuna. Extendí los brazos frente a Emma y me dio a Elsa, se puso de pie y abandonó la habitación.

Una noche terrible.

Seis y media de la mañana. Anna decidió despertar a todos en la casa. Ambas tenían hambre y Henry reclamaba su desayuno desde la habitación.

-Ve tú-le dije a Harry.

Ella enterró la cara en almohada y suspiró. Alargué el brazo y acaricie su espalda mientras mantenía a Anna sobre mi pecho.

-Estoy cansada.

-Lo sé, amor-respondí-. Yo también lo estoy, pero, Henry va a ponerse celoso si nos ve a ambas con las niñas y nadie quiere darle el desayuno.

Emma asintió y se puso de pie. Arrastró los pies hasta la puerta y salió de allí. Observé a Elsa durmiendo entre dos almohadones, para no caerse de la cama. Sonreí y quité a Anna de mi pecho. Con los ojos cerrados, movió la boca mientras la dejaba al lado de su hermana.

Emma hizo el desayuno para Henry, ella y yo. Las niñas quedaron en la segunda planta, mientras nosotros desayunábamos soportando los gritos emocionados de Henry, intentando no dormirnos sobre el tazón.

Tres niños, una esposa ejemplar. Una historia extraña, pero, a la vez fascinante. Cualquiera que sepa donde Emma y yo nos conocimos, juraría que no íbamos a soportar más de dos años juntas.

Y véannos ahora, con tres hijos, gemelas, una casa hermosa y amplia, dos hermosos tíos para nuestros niños, Mary y David siempre brindando su apoyo, amigos que nos ayudan y quieren.

Si pudiera volver a vivir esto, lo haría. Sin contar con la pérdida de mis padres y el mal rato que pasamos Emma y yo al principio. Pero todo pasa por una razón y cuando David se negó a que Emma viera a sus hermanos, nos escribió el destino más hermoso que cualquier persona pudiera escribir. Deberíamos detestarlo, pero, nunca podría ser así, sin el pequeño empujón de David, nosotras dos no estaríamos juntas y tres niños no habrían sido concebidos.

Recuerda, siempre que llovió paró. Y todo pasa por una simple razón. Antes de ser feliz, se pasa por muchas tristezas. Así que, si sientes que tu mundo se derrumba por una persona, no te des por vencido, y observa esta historia:

Una huérfana cae en una subasta, es comprada por una joven, la joven la desprecia, la obliga a casarse con ella, todo el odio que ella le tiene, el amor de ella es, se lo confiesa, ella se aleja para luego confesar que no sabe amar cuando es amada, ella le enseña, sufre un pequeño incidente, la otra le confiesa que la ama, se vuelven inseparables, llega el primer niño, las gemelas y el amor día a día es increíblemente difícil de creer.

Quizás Emma tenía razón, quizás no estaba tan errada al decirme que nosotras dos éramos La Bella y la Bestia.

✨ FIN ✨

No puedo creer que ya se haya acabado este fic, muchísimas gracias por todo a ustedes que son unos/as lectores/as fantásticos.

Nunca olviden siempre que llovió paró y si no, recuerden está historia :')

La Bella & la Bestia [SQ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora