Capítulo 5

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Estaciono mi auto en un espacio que había por acá adelante y bajo de el.

—¡Ven acá, hermosa! —me grita un hombre que está recostado en un auto y tiene un cigarro en mano.

Ignoro los gritos de varios hombres que están recostados en autos, en motos, en paredes o en postes.

Me acerco más al centro del lugar y la música se hace aún más fuerte. El olor a cigarro, a cerveza y a droga aumenta.

—¿Carreras ilegales? —me pregunté en voz alta.

—Sí. Carreras ilegales —responde alguien a mi lado y me asusto por su repentina aparición.

No respondo y sigo viendo al montón de gente que baila y hace ridiculeces a causa del alcohol.

—¿Qué haces aquí? —pregunta sin voltear a verme.

—No lo sé —respondo. Y es la verdad. No sé qué hago aquí.

¡Y ahora! ¡Con ustedes, el famoso; Hell and Demons! —anuncia una voz masculina.

—Es mi turno —dice acomodando su chaqueta.

—Lindo apodo —digo con sinceridad. Se escucha bien.

—No te muevas de aquí —me ordena y se larga. ¿Quién se cree que es?

No obedezco y me muevo de donde estaba. Me paro en donde se puede ver como pasan los autos a gran velocidad.

—Se recuperará, él no puede morir —habla uno de los hombres que platican en grupo. Y vuelvo a sentir presión en mi pecho.

—No se sabe. Nadie de su familia puede enterarse de esto —habla otro.

—Es algo delicado porque... —habla otro, pero no prosigue. Voltea a verme.

—¿Qué haces aquí? ¿Qué escuchaste? —pregunta acercándose a mí.

—No escuché nada —respondo mintiendo.

—Miente —dice otro.

—Confiamos en ti —dice otro más joven que los demás —. No te conviene abrir la boca.

—Da igual qué hablen —digo y me muevo de ese lugar yendo a otro lado en donde puedo seguir presenciando la carrera.

¡Y por segunda vez, el ganador es Hell and Demons! ¡Pero ahora sin desatre! —vuelve a anunciar la misma voz masculina y ríe por su segundo comentario.

—Te dije que no te movieras —habla a mi lado y vuelve a asustarme.

No respondo y decido voltearme para irme de aquí. Repito; no sé ni a qué vine.

—¿Qué haces aquí? —pregunta por segunda vez tomándome de la muñeca.

—Ya dije que no lo sé —aclaro respondiendo.

—Nadie viene aquí porque no lo sabe —dice y me apreta la muñeca.

—Pues yo sí. Entonces, soy la primera en venir sin saber —respondo e intento safarme de su agarre.

—¿Vienes a por alguien? —pregunta apretando aún más su agarre.

—Claro que no —digo y vuelvo a intentar safarme de su agarre.

—No te creo —dice y aumenta la fuerza de su agarre. Juro que no siento mi muñeca.

—Sueltala Mike —ordena alguien atrás mía. Su voz se me hace conocida.

—¿Está con ustedes? —pregunta Mike al chico que habló. Ahora ya sé su nombre.

—No está con nadie. Sabes que es nueva aquí. Qué sabemos y se perdió —dice. Volteo a verlo, y es uno de los que estaban en el grupo, el más joven.

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