Capítulo 2

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Otro día de trabajo. Sólo espero esta vez si nos den vacaciones para esta semana, por favor.

Nunca nos dan, bueno, sí nos dan, pero nada más los dos días siguientes de los días festivos. Eso no alcanza, jefe.

Me levanto de mi cama y camino para el baño, lavo mis dientes y tomo una ducha.

Al salir cubro mi cuerpo con una toalla y comienzo a secar mi cabello con la secadora. Me visto con un pantalón gris de tela, la camisa de la empresa y mis tacones de aguja. Arreglo mi cabello en una semi coleta, y acabo con un poco de maquillaje.

—¿Voy bien? —me pregunto en voz alta mientras doy una vuelta en mi puesto frente a un espejo de cuerpo entero.

—Sí, voy bien —salgo de mi dormitorio y camino hacia la cocina para tomar un paquete de galleta Tosh y meterla a mi bolso junto con un yogurt, no quiero comer mucho antes de navidad.

Salgo de casa y camino hacia el ascensor del edificio de apartamentos.

—Buen día señor Rolf —saludo al de recepción.

—Buen día señorita Turner —menea su mando en forma de saludo y yo le sonrío.

—Nos vemos —me despido.

—Espere —me detiene —. Llegó esto para usted -me tiende un paquete.

—Muchas gracias —agradezco —. ¿Sabe de parte de quién es?

—No lo sé señorita, yo fui a traer mi café a la cocina y cuando regresé me encontré con ese paquete —me responde amablemente.

—Muy bien, gracias —lo guardo en mi bolso y me despido del señor Rolf.

Sonrío como una estúpida por este regalo misterioso y salgo del edificio para subir a mi auto.

Bajo mi vidrio y pruebo mi tarjeta en la máquina que se encuentra en la entrada al sótano del edificio de la empresa. Estaciono mi auto y tomo el ascensor para llegar al piso donde se encuentra mi oficina.

—Buen día señorita Steph —me saludan varias personas al pasar por su lado.

—Buen día —respondo a todos los que me saludan.

—Señorita Steph —me llama la secretaria de Ricardo —. El jefe quiere verla.

Asiento y vuelvo a tomar el ascensor para subir al piso en donde se encuentra la oficina de mi jefe.

Ay jefe, no me vaya a salir con un "nosotros" nuevamente.

—Hola Rachelle —saludo a Rachelle. La secretaria personal de oficina de Ricardo.

—Ricardo quiere verte —responde cortante.

No te quitaré a tu Melocotón, Rachelle.

—Buen día, ingeniero —saludo abriendo la puerta de su oficina —. ¿Quería verme?

—Sí —responde —. Supiste que hablé con tu madre, ¿verdad? —asiento —. En verdad, perdón por todo lo que te dijo, no quería que pasara esto, sólo se lo conté porque no quería... —lo interrumpo.

—No, no, no. Nada de eso, ingeniero. No se preocupe —me acerco a su escritorio.

—¿De verdad? ¿No pasa nada?  —vuelve a preguntarme.

—No, no pasa nada. Así que no se preocupe —sonrío —. Ahora me iré a mi oficina, si me permite. Cualquier cosa llámeme o con un correo basta.

—Muy bien, gracias. Que te vaya bien —me acompaña hasta la puerta de su oficina y la cierra detrás de mí.

Camino hacia el elevador y bajo hacia el piso donde se encuentra mi oficina.

Confusos Sentimientos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora