Capítulo 37

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Sebastián

Tengo a Steph entre mis brazos, su cabeza recostada sobre mi pecho y su índice está acariciando mi abdomen.

—Eso fue hermoso, me siento bien —me dice con una media sonrisa.

—¿Ah, sí? ¿Te gustaría repetirlo? —pregunto elevando su rostro con mi dedo —. Te amo —digo besando sus labios.

—No pensé que...no lo sé, pero para mí ésta es mi primera vez, porque la anterior no fue como se espera, pero ésta...Dios, sin palabras. Hasta ya me dió pena estár desnuda junto a tí —dice con sus mejillas rojas.

—Hey, tranquila —le digo para que no sienta vergüenza por haber dicho lo que dijo y menos por estár así conmigo. Al contrario, me encantó haber sido su primera vez y tenerla desnuda junto a mi es otra cosa que me encanta, esto ha pasado a ser uno de los mejores momentos de mi vida.

—Oye, Sebastián, ¿Sabes algo de Marco? —pregunta sentándose.

Al notar que estoy viendo sus pechos que están al descubierto, toma la sábana y se cubre con ella.

—No, ¿Por qué lo haces? No te avergüences de que te vea así —le digo quitando la sábana de sus manos.

Me acomodo en la cama y le indico que se siente sobre mi regazo. No será culpa de ella si llega a pasar algo como lo que pasó hace un momento.

—Entonces, ¿Por quién me preguntabas? —le pregunto mientras acomodo mechones de su cabello detrás de su oreja.

—Por Marco, ¿Sabes algo de él? —pregunta frunciendo su ceño.

—No, ¿Por qué lo preguntas? No me gusta que preguntes por él —respondo con un tono serio.

Siento que se tensa sobre mi. Rose me contó que él enamoraba a Steph, pero Steph no le hizo caso. Sí, lo mandó a la friendzone, pero igual, que no pregunte por él.

—¿Steph? —la llamo al notar que ya no dijo nada.

—Sea lo que sea que te contaron, eso ya no importa. Pregunto por Marco porque...ya nada, mejor hablaré con Rose —dice con su mirada perdida en la mesita de noche.

—¿Qué es? Siempre que empieces, termina —le digo poniéndome serio. No me gusta que me dejen en duda.

—Es que a Rose la veo muy apagada, y hoy por la mañana se puso nerviosa y ni siquiera saludó como es a Lourdes, no sé si hay un problema con ellas, pero la causa de su tristeza o sea lo que sea, imagino que es Marco —dice y se queda pensando.

—Pues no te sabría decir, amor, pero mañana puedes hablar con ella. Dile que quieres desayunar mañana con ella y salgan de la empresa juntas, les doy permiso —le digo acariciando su barbilla.

—Podemos hablarlo por...

—Que les doy permiso, dije. Fin de la charla —le digo y comienzo a besarla. Antes que desee volver a hacerla mía, me separo y le digo que debemos descansar.

Nos acomodamos y apagamos las luces que están arriba de la cabecera de la cama.


—Sí, mamá, no creo que eso sea tan importante —le digo mientras acomodo las mangas de mi camisa —. Me gustaría, agradece que te tomo en cuenta.

Siento una palmada en mi trasero y empiezo a reírme. Me volteo y apartando un poco mi celular, pego mi boca a la suya y muerdo su labio inferior.

—Bien, mamá, espero verte —le digo sin saber qué fue lo que dijo cuando aparté mi celular.

Estás demente, Sebastián. Cómo puedes juntarte con ella, si con Briana pudiste haber tenido muchos ingresos y tus empre...

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