Capítulo 9

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Qué cansada estoy.

Ayer hice limpieza en mi apartamento, no salí en todo el día, bueno, una vez, salí a comprar un café caliente a Starbucks.

Ya hoy lunes y tengo que ir a la empresa. Hoy es mi primer día laborando como secretaria en la oficina de mi jefe. Mi nuevo jefe.

—Buen día —saludo a la recepcionista de mi —anterior— piso.

—Buen día, señorita Steph —corresponde a mi saludo —. Déjeme ayudarla.

Caminamos hacia mi oficina y abro la puerta. No hay nada. ¿Y mis cosas? ¿Qué se hicieron mis cosas?.

—¿Ha venido alguien a por mis cosas? —pregunto con el ceño fruncido.

—No, señorita. No ha venido nadie —responde con confusión.

—Espérame aquí —le ordeno y tomo el elevador para el piso de la oficina de mi jefe.

—¡Hola, señorita! ¡La nueva secretaria del jefe, bienvenida! —me saluda la recepcionista.

—Hola, muchas gracias —saludo sonriendo —. ¿No sabes si ya vino Sebastián?

—No, aún no ha venido —responde viendo hacia el ascensor —. Espere un rato, es normal que se demore en su primer día como jefe. Ya sabe, los nervios.

Acepto y me siento en una de las sillas que hay aquí. Estoy demasiado inquieta. ¿Qué ha pasado con mis cosas?.

—Buen día —se hace presente Sebastián saliendo del ascensor.

–Buen día —respondemos las dos al unísono.

¡Madre pura! ¡Qué guapo se ve! Carga un smocking que se ajusta a su cuerpo. Le queda tan bien tallado, que se le marca su abdomen por la camisa blanca de botones. El pantalón le queda tan bien, que cuando caminó hacia su oficina...¡Ya no sigo! ¡Es demasiado!.

—¿Entras? —pregunta desde la puerta de la oficina.

Asiento y camino hacia donde está él. Entro y cierra la puerta detrás mío.

—¿Preguntarás por tus cosas, cierto? —pregunta colocando sobre el escritorio unos folders.

—Sí, ¿Cómo lo sabes? —pregunto con el ceño fruncido.

—¡Hay no sé! No preguntes, sólo me lo imaginé —responde señalando hacia el escritorio que se encuentra en la otra esquina.

Allí está un escritorio nuevo, todos mis archivos sobre el, mi laptop está allí, todo lo mío está allí.

La oficina se ve bien. El escritorio de él, está en la esquina izquierda, el mío está en la derecha. Hay unos sofá en forma de "L" en las otras esquinas, son nuevos. ¡Vaya qué al niño le llueve el dinero! Ahora todo es nuevo.

—¿Hay algo por hacer? —pregunta mientras revisa loa folders que traía en la mano.

—Revisaré mis documentos —respondo y saco los folders míos.

—Te ves bien —dice cambiando de tema.

Cargo una falda que se ajusta a mi cintura y la blusa me queda dentro. La falda es negra y la blusa es blanca. Adorno mi cuello con un collar que compré y unas argollas que hacen juego.

Lo bueno de ser secretaria de mi jefe, es que ya no uso el uniforme de la empresa.

—Okay, mira —hablo cambiando de tema.

Le muestro unos encargos de otras empresas. Unas quieren cerámico y otras quieren proyectos para nuevas empresas. También hay unas ofertas muy buenas, sólo hay que ver si el niño las acepta.

Confusos Sentimientos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora