—¿Quieres comer algo? —pregunta luego de unos minutos.
—No, gracias —agradezco recostando mi cabeza en el cuello del asiento.
—¿Tus cosas en dónde están? —pregunta.
—En casa de Sebastián —le respondo poniendome en posición normal.
—¿Quieres que pase por ellas? —se ofrece.
—Por favor —respondo y cierro mis ojos para dormir en lo que llegamos.
—¿Papá? —pregunto cuando abro mis ojos.
—¡Nos vemos por la tarde! —le grita mi papá a Sebastián mientras camina hacia acá.
—¿Papá? —pregunto cuando llega al auto.
—¡Despertaste! —exclama subiendo al auto.
—¿Qué hablaron? —pregunto acomodándome.
—Nada malo. Quedamos en ir a almorzar mañana —responde y prendiendo el auto.
Emprende con la ida a casa y de la nada pregunta: —¿Estás segura que quieres dejar a Sebastián?
—¿Qué te dijo? —pregunto con el ceño fruncido.
No creo que sea tan normal que mi papá me pregunte esto si no hablaron más allá de lo que tenía.
—No te diré, que se encargue él de hablarte. Yo sólo pregunto porque luego te arrepientes de tus decisiones —responde y se centra en la carretera.
Yo lo observo por un momento y luego volteo por la ventana.
Papá tiene razón: Nunca tomo una decisión sin arrepetirme en un futuro. Siempre digo lo primero que se me viene a la mente y lo que digo resulta malo. No me arrepiento en el momento en que lo digo, llego a arrepentirme ya cuando veo lo que mi decisión llegó a causar. Creo que todos somos así, nos pasa lo mismo.
—¿Puedo hacerte una pregunta?
—Ya la hiciste —le respondo con media sonrisa.
—Otra —dice y ríe.
—Dime —le digo y me acomodo en el asiento.
—¿Qué harás a partir de mañana con tu vida? —pregunta y aferra sus manos al volante de una manera extraña. Está tenso.
—Pues...no lo sé, quiero...mañana regresaré a trabajar y pues —me detengo para tragar saliva y continúo —, me encontraré a Sebastián y no sé qué...
—Dile la verdad, no vas a soportar mucho tiempo sin él. El tiempo pasa, Steph, pero el amor permanecerá ahí aunque se quede en silencio. No habrá manera de olvidar —dice justo cuando llegamos a casa.
Bajo del auto y camino hacia la entrada. Mi papá me tira las llaves y abro la puerta. Camino hacia mi dormitorio, todavía lo conserva mi papá, está tal y como lo dejé el día que me fui a mi departamento.
Me recuesto en la cama y comienzo a llorar miestras abrazo mi almohada. "No habrá manera de olvidar" dice él, pero yo creo que si. Puedo llegar a vivir sin él, puedo seguir adelante con mi bebé y sin él. Estuvo mal haberme enamorado tanto, haberme embobado con su forma de ser y su belleza, estuvo mal haber tenido relaciones con el y como unos idiotas adolecentes —que ya no somos— no usamos preservativos.
—¿Steph? —pregunta mi padre desde el otro lado de la puerta.
No respondo, me aferro más a la almohada.
—Steph, déjame pasar —dice y da dos toques en la puerta.
Tampooco responde. Trataré de calmarme, de calmar mis lágrimas.
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Confusos Sentimientos
Teen FictionTodo es tan confuso, y quien anda queriendo conmigo lo hace aún más confuso. Sólo esperaré. Todo a su tiempo.